viernes, 29 de julio de 2011

¡A ROBAR, PERO EN GRANDE!
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Esta conclusión parece ser el colofón de lo que está ocurriendo en el país. Los casos vistos, no asombran, pero si preocupan. La señora que encabeza la banda que defraudó la DIAN en varios billones de pesos, se presentó a audiencia sin aceptar cargos. Al día siguiente cambió de abogado y esta vez, aceptó toda la culpa, se allanó a los cargos, como dicen los juristas. Esta contradicción tendría una explicación: reconocer la culpa le disminuye la pena hasta en un cincuenta por ciento. Ejemplo, si la sanción penal por un delito contra el Estado es de diez años, al allanarse a cargos, la pena sería de cinco. Si a esto le suma colaboración con la justicia, entendida como denunciar algún cómplice menor y entregar algunas propiedades, además, si estudia en la cárcel,  siembra maticas, ayuda al aseo y demuestra buena conducta o, por decir algo, da clases de ética, comportamiento y buenas maneras, pues la pena se reduce aún más. Al final, después de los recortes, podría obtener detención domiciliaria. En otras palabras, robó al Estado, negoció con el Estado, pagó una pena mínima y salió libre, pero ¡muy rica!
Para que estas maromas funcionen se necesita un buen abogado, bien conectado, que conozca los intríngulis de la justicia. Es decir, le costará caro la defensa. Lo cual, para ella, sería un asunto menor, porque terminará saldando sus cuentas con el Estado, sin deudas con la justicia, pero con una chequera vigorosa y robusta. Y si en la cárcel, se vinculó a alguna iglesia, saldrá a predicar la salvación eterna, claro que con el respaldo de una platica ya limpia y además purificada…
El mensaje sería doble. Primero que robar al Estado vale la pena. Y segundo, que lo que hay que robar es en grande, a manos llenas, para que sobre suficiente después de pagar las deudas con la justicia. Todos los días se escucha en los medios de comunicación los informes de personas que salen libres luego de purgar dos o tres años en los casinos de la policía o del ejercito, o en casas fiscales, porque amparadas en sus cargos en el Estado, se robaron el erario público, y ahora disfrutarán, sin reparos, lo que obtuvieron ilegalmente. Cualquier joven tendrá toda la autorización para pensar que ser honrado es una estupidez, que cumplir con la ley es ser un gil, y que lo importante es aprovechar las oportunidades. Y que mejor oportunidad que embolsillarse los dineros de todos, con el respaldo del mismo Estado.
La gran mayoría de colombianos son católicos. Ser católico es creer en Jesucristo como hijo de Dios; ser bautizado, que es el rito que los hace cristianos; creer en la Biblia; en la santísima Trinidad y cumplir los Diez mandamientos. El séptimo mandamiento reza no robar. En este país hay gente que roba a nombre de Dios. Se echan la bendición para que les vaya bien en “el negocio”. Tienen una Biblia sobre la que juran que no se delatarán ni incumplirán los pactos en los que roban al Estado o al prójimo. Consumado el robo dan gracias a Dios por los favores recibidos,  ofreciendo misas o dando limosnas.
La honradez es una convicción de vida. La corrupción no se combate, simplemente, con leyes,  discursos u homilías…

jueves, 21 de julio de 2011

ROSTROS DE LA VIOLENCIA
Por: AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA
Hablar de violencia tiene la ventaja que, en cierta medida, todos entendemos su significado, todos tenemos un concepto más o menos elaborado de ella, ya sea porque hemos sido víctimas o victimarios. Pero como cada uno de nosotros somos personas distintas, nacidos y criados en ambientes diferentes, con muy diversas historias de vida, el concepto de violencia se transfigura y modifica con las percepciones individuales, con las interpretaciones y evaluaciones que hagamos.
Un primer acercamiento al tema sería entender que la violencia se refiere a determinadas acciones humanas, individuales o colectivas, sobre las cuales, la mayoría de pueblos y comunidades tiene una valoración negativa, es decir, la violencia sería una acción reprobable, que estaría por fuera de los valores que se habrían asumido para vivir en comunidad. Sería la ruptura de unos órdenes establecidos, de una armonía preexistente, de unas condiciones de vida aceptadas como, más o menos, válidos.
Surge una inquietud. Si todos tenemos una idea relativamente bien elaborada de lo que es la violencia y la mayoría de las comunidades la rechaza, ¿por qué se dice que vivimos los momentos más violentos de la historia de la humanidad? Ocurre que la violencia ha calado de manera intensa en nuestras vidas privadas y públicas, y se ha vuelto tan cotidiana, tan de todos los días, que nos cuesta trabajo identificarla con claridad. Además, habría que sumarle un aspecto que muchos creen,  es pensar que el ser humano es violento por naturaleza. Esto tendría el inconveniente, además de justificar todas las acciones violentas, de no tener ningún sustento científico.
Hace más de 20 años la UNESCO convocó, en España, una gran cantidad de científicos, expertos y estudiosos a discutir el tema de la violencia. De allí surgió lo que se denominó el Manifiesto de Sevilla en el que se enunciaron algunos postulados que vale la pena resaltar: la violencia no está determinada genéticamente; no es heredada por el ser humano de su pasado animal; la evolución no ha favorecido una selección a los seres que tengan un mayor comportamiento violento; la violencia no está en la cabeza de los seres humanos; y no es hereditaria.
La violencia es una actitud profundamente humana, inventada y desarrollada por los seres humanos. La agresividad es un comportamiento que compartimos con nuestros antepasados los animales, diferente a la violencia que es una creación humana. Hay que tener en cuenta que la violencia es una realidad que presenta muchas caras, pero también muchas máscaras, muchos procesos de ocultación y manifestación, de visibilidad  e invisibilidad.
Una definición sencilla de violencia sería todo aquello que siendo evitable, impide, obstaculiza o no facilita el desarrollo humano en todas sus dimensiones. Se debe entender que la violencia es una realidad compleja que puede evidenciarse en acciones, emociones, pensamientos, ideas, creencias, actitudes, decisiones, palabras, discursos, gestos, símbolos, estructuras sociales, normas, mitos, leyes, regímenes políticos, procesos educativos, etc. por lo que se puede expresar en distintos tipos de violencia como: de género, física, política, doméstica, simbólica, sicológica, militar, patológica, social, estructural, cultural, etc. Debe quedar claro que la violencia no se reduce a la acción directa que causa daño, sino que hay acciones indirectas como la pobreza, la discriminación, la manipulación de la información, la corrupción y un mal gobierno que también son violencia.

jueves, 14 de julio de 2011

¡CAMPAÑA SUCIA A LA VISTA!
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Se empieza a vislumbrar lo que será la próxima campaña electoral, especialmente, en Ibagué. Al parecer una campaña a la alcaldía contrató al maestro de la trampa, del rumor y de la propaganda negra y sucia para que le desbroce el camino hacia el triunfo. Este psicólogo venezolano ha demostrado habilidades excepcionales para urdir engaños y mentiras, que le sirvan al candidato que lo contrate para ganar electores. Este personaje será el cerebro gris de una campaña a la alcaldía de Ibagué.
La ciudadanía tendrá que estar preparada para informaciones amañadas, tendenciosas, sin sustento, pero que serán utilizadas para desprestigiar y enlodar la honra y la dignidad de los demás candidatos. No tendrán escrúpulos en inventar falsos amoríos, amistades prohibidas o relaciones criminales. Esculcarán y exprimirán la vida privada de los contrincantes y sacarán a relucir todo tipo de calumnias. Para no dejar rastros que pongan en evidencia su delito, utilizarán el voz a voz, el chisme o la conseja.
¿Por qué un candidato tiene que recurrir a este tipo de medios, para poder ganar? Las razones son varias. La primera, es su debilidad. Pero esa debilidad no es solo electoral, lo que es evidente, sino ética, moral y, sobre todo, de formación. Si un candidato tiene las agallas de hacer picardías con tal de ganar, si llega al poder, hará también lo que sea para mantenerse, para recuperar lo invertido, para devolver los favores, para apropiarse y enriquecerse con los dineros de todos. Estas picardías son trabajo de pícaros. . ¡Una campaña corrompida produce gobiernos corrompidos!
La política es el arte de convencer. Para convencer se necesitan argumentos, sensibilidad, facilidad de expresión y de comunicación, pero sobre todo, conocimiento de los temas y de los problemas a resolver. No basta con abrazar y sonreír. Cuando los potenciales electores oyen a un candidato, les interesa escuchar cómo solucionará las dificultades que los atormentan; las propuestas que darán camino a la prosperidad, al desarrollo humano y a la calidad de vida.
Pero cuando un candidato, como dice la gente, es solo “buche y plumas”, para convencer  tiene que recurrir a comprar conciencias. Sus equipos están conformados por personas a quienes les tienen que pagar, porque nunca los convencieron de las bondades del candidato. Como su discurso es de lugares comunes y sin profundidad, apela a hablar mal de los demás. Como no tiene logros propios que resaltar, busca destacar los errores de los demás. Y si no puede se los inventa. Cuando usted escucha hablar a un sabio, la sabiduría se le nota, se le sale por los poros, no tiene que ufanarse de ella. El candidato vacuo, tiene que recurrir a la grosería, a la trapisonda o a la violencia. No hay que olvidar que la grosería y la violencia son el idioma de los que no tienen nada que decir.
¿Estaría usted dispuesto o dispuesta a que personajes de esta calaña, sean la guía del futuro de sus hijos? ¿Cree usted que proyectos como estos, son la solución para una ciudad como Ibagué, que poco a poco se abre camino al progreso y a mejorar su calidad de vida?
Que no crean que los ciudadanos sean tontos. El chimpancé, aunque lo vistan de oro, sigue siendo chimpancé. Pese a las mentiras, los electores saben distinguir entre la esmeralda y la morralla.
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COSTEÑIZACIÓN DE LA POLITICA EN IBAGUE
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La corrupción es un mal silencioso y presente en muchos ámbitos de la vida, casi se ha vuelto parte de nuestra cotidianidad. Nos hemos acostumbrado a la corrupción y pensamos que no es posible vivir sin ella. Muchos piensan que la única manera de hacer política es por medio ilegales.
En la Costa Atlántica es muy común escuchar que en elecciones se compran votos, que se ofrecen al mejor postor en cada esquina, que se compran jurados de votación, que se adulteran resultados, etc.  Hacer política se ha hecho sinónimo de trampa, mentira y engaño. Un observador desprevenido podría pensar que si bien es un tema serio, es un asunto de los costeños, que no nos atañe ni interesa. Pero está equivocado. Porque la corrupción se ha convertido en camino para acceder a puestos de poder.
La ciudad de Ibagué, desde hace varios años viene sufriendo la costeñización de la política. Se ha llegado al colmo que las ideas no cuentan, que los programas son simples requisitos. Un destacado político regional decía: para hacer política se necesitan plata y votos; si no se tienen votos, entonces multiplique la plata. Hoy por hoy el ejercicio de la política es el desenfreno de los dineros, bien o mal habidos, que corren sin reparos por todas partes.
Para ser elegido se necesita tener disponible una buena cantidad de millones para “aceitar” periodistas para que hablen bien del candidato y le construyan una imagen de prócer o de persona importante. Si el candidato no paga, no “suena” ni se ve en los medios. Se ha llegado al colmo, que algunos políticos ya no salen a los barrios y veredas a conseguir adeptos, confían en que la simple publicidad será suficiente.
Los votos los manejan los denominados “lideres” de los barrios o comunas, quienes le piden al candidato, “oxigeno” para sufragar los gastos de reunir la gente, de darles refrigerios, para movilizarse, etc. Es decir, se ha vuelto costumbre que hay que “arreglar” con varios líderes populares para que pongan votos. Estos han aprendido y cada vez cobran más caro sus favores. Existen algunos que no piden dinero, pero exigen al candidato puestos burocráticos para sus hijos y familiares, o contratos. Otros piden dinero, contratos y puestos.
Hay quienes ofrecen, por cifras astronómicas, “arreglar” los resultados. El negocio lo plantean así: que ellos se encargan, con sus amigos de la Registraduría, para que la elección se dé, no importa los votos sufragados. La compra de votos se ha camuflado como “ayudas”  para el día de elecciones, y pagan pregoneros, testigos electorales y hasta jurados de votación.
La corrupción ha encarecido las campañas. Y se piensa que lo único importante es el dinero. Eso ha permitido que personas sin ningún escrúpulo, ni formación ni experiencia pero con mucho dinero se crean con condiciones suficientes para aspirar a ser elegidos. Son verdaderos ríos de billetes, procedentes de grupos por fuera de la ley o de mafiosos de cuello blanco, los que hoy dominan la política.
¿Si la campaña es corrupta, cómo será el gobierno? No deben quedar dudas. Una campaña corrupta producirá un gobierno corrupto. El que paga para llegar,  llega a pagar y a sacar para recuperar lo pagado. Entonces, de usted depende que la corrupción continúe y avance, o que tengamos gobiernos honestos, serios y comprometidos.