viernes, 27 de junio de 2014

 LA VIDA ES CAMBIO

Los políticos tienen fama de ser tercos y cabezas duras. Se enamoran de sus ideas y con ellas se la juegan hasta el final. Lo peor es cuando con esas ideas se obtienen triunfos. De ahí en adelante, consideran haber encontrado la fórmula mágica para salir avante. Si se les objeta algo, ripostan diciendo que llevan años haciendo política, siempre la han hecho así y que eso les ha dado sendas victorias. Cuando aparecen los fracasos, estos los toman de sorpresa. No comprenden que cada proceso es distinto, que ninguna receta sirve para siempre,  que existencia exitosa es la que se ajusta día tras día a los cambios continuos y permanentes que da la vida.
Las campañas del Presidente Santos enseñan cosas que valen la pena aprender. Cuando se enfrentó con Mockus las encuestas y la percepción ciudadana mostraban al candidato verde creciendo y una candidatura oficial estancada y en barrena. Santos tomó una decisión que para muchos políticos es difícil. Casi hizo borrón y cuenta nueva. Cambió su dirección política, aceptó que su slogan de campaña no pegaba, que la imagen publicitaria era rígida y poco convocante y cambió el rumbo. Al final ganó de forma aplastante.
Al finalizar la primera vuelta de esta reciente campaña, Santos iba perdiendo. Reconoció errores y llamó al orden a sus subalternos. Algunos, muy cercanos  él, salieron de la campaña. Comprendió que la estrategia publicitaria era débil, que los mensajes no calaban, que faltaba sensibilidad y emoción a la campaña, que no había contundencia en el llamado a la paz, que debía mostrarse con más carácter y exigir resultados y trabajo.
El candidato Zuluaga había ganado con una fórmula simple. No confrontaba. Para eso estaba su jefe Uribe. Aparecía como un hombre amable, conocedor, con propuestas claras y concretas, un candidato sereno e imperturbable. Al salir ganadora la estrategia debía mantenerse y reforzarse. No sopesó la posibilidad de un verdadero cambio en la otra campaña. Los asesores de Santos lo mostraron agresivo en los debates, punzante pero tranquilo, con cifras en la cabeza y mostrando resultados evidentes y propuestas aterrizadas y concretas. Zuluaga fue sorprendido, se salió de su formato y mostró una cara intolerante, pendenciera y retaliadora. Su estrategia publicitaria, como era la ganadora, se mantuvo igual. Su mensaje, también ganador, no se modificó y al contrario, se intensificó. Los resultados los conocemos. Ganó Santos que fue capaz de reinventarse.

Cuando se habla del cambio todos creemos entenderlo. Pensamos que el cambio es obvio y que es claro para todos. Sin embargo, una cosa es entenderlo y otra asumirlo. Es decir, vivir entendiendo que la incertidumbre es inherente a la vida, que toda certeza es temporal, precaria e inestable y que necesitamos estar revisando de manera permanente los puntos de vista que nos formamos a diario. Nuestra cultura es la de la estabilidad, la de la costumbre y del no cambio. Asimilamos la seguridad a la quietud, a la permanencia, a las modificaciones tan leves y graduales que los cambios no se sientan. De verdad, nos da miedo el cambio, aunque nos llenemos la boca invocándolo.

lunes, 23 de junio de 2014

POLITICA, ELECCIONES Y FUTURO

Culminaron las elecciones con resultados conocidos. Reelección del presidente, derrota del Centro Democrático, enaltecimiento del proceso de paz y repudio a la guerra. Cada sector interpreta las cifras electorales desde su particular punto de vista.
Para los del Centro Democrático, les cae como anillo al dedo aquella frase de Francisco Maturana: “perder es ganar un poco”. Donde sacaron algunos votos de más empiezan a hacer cábalas y se ilusionan pensando en listas para concejos y asambleas, candidatos ganadores para alcaldías y gobernaciones. Se les olvida, o quieren no acordarse, que cada elección es distinta. Que su venerable Álvaro Uribe, siendo presidente, con todo el poder de la entrega personal de cheques en los consejos comunitarios a Familias en Acción, a Familias Guardabosques y cuanto líder comunal pedía su apoyo, perdió las elecciones con sus candidatos en las grandes ciudades. Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga y un largo etcétera, son ejemplos de lo afirmado.
Por el lado de los reeleccionistas, ocurre como con las víctimas. En Armero vivían 50 mil personas, la catástrofe arrasó con 30 mil y aparecieron 80 mil damnificados. Ahora todos ganaron. La campaña de Santos debería demandar a la Registraduría porque según los que dicen que votaron por él, la cifra supera los 10 millones de sufragantes… Son miles los que aspiran a que se les compense su “esfuerzo” con contratos, puestos o favores. El triunfalismo también cunde por doquier.
Que el abstencionismo haya sido abrumador a nadie le importa. Con los poquitos que votaron fue suficiente para elegir. Y los que se abstuvieron ahora tienen que aceptar los resultados. ¿Por qué no votaron? ¿Será que los hastía el clientelismo que dirige la política? ¿Será que la corrupción cada día desencanta y desanima a más gente? ¿Será que la ciudadanía ya no cree en la honradez ni en los rezos e invocaciones religiosas de sus gobernantes?
En el país hacer oposición no es presentar propuestas, soluciones sustentadas ni visiones alternativas y realizables sobre los problemas que se viven. Es simplemente decir o gritar que no están de acuerdo, que no les gusta algo, amenazar con denuncias ante los entes de control y mostrarse como salvadores y adalides de la moral y la honestidad.
La política dejó de conectarse con la gente. Perdió legitimidad y arraigo popular. Para algunos el tema tan simple como contratar medios de comunicación. Para otros, el tema es de buenos discursos y arengas inflamadas. Creo que el asunto es de coherencia, de reales liderazgos, de programas bien pensados y ligados a las necesidades y sueños de los ciudadanos. De verdaderos políticos preparados y capaces. No de politiqueros que simulan sapiencia, honestidad, amor por su terruño y respeto por la ciudadanía.

Refundar la política no es cambiar un politiquero para instalar otro. No es quitar al corrupto del otro bando para poner al nuestro. No es evitar el desangre del erario público en manos de los del partido contrario para poderlo desangrar nosotros. Refundar la política es estar convencido y demostrarlo que de verdad se puede gobernar sin corrupción, sin clientelismo, sin politiquería y para el beneficio colectivo.

viernes, 13 de junio de 2014



OPTIMISMO Y ESPERANZA
En días pasados en un diario de circulación nacional un columnista, a propósito de la euforia que desató el triunfo de Nairo Quintana en Italia, expresaba su escepticismo, pesimismo y descontento con los colombianos en general.
Difiero de él. Considero que en este país mucha gente hace patria, desde los rincones más remotos, por su compromiso con su país, por su voluntad indeclinable de servir, por su amor al prójimo. Veamos ejemplos. En un bello programa del Ministerio de Educación se realizó una expedición pedagógica para buscar nuevas experiencias educativas. En apartados rincones de la geografía nacional, sin más ayuda que su inteligencia y su deseo de servicio, se encontraron maestros con una imaginación y creatividad asombrosa inventándose mil formas de enseñar y todas respaldadas por asombrosos resultados.
Hace un año entre los mejores resultados de las pruebas Saber 11, calificaron varios estudiantes de un humilde colegio en Santander. Con mobiliario deficiente, sin biblioteca, sin apoyo de las TIC, sin desayunos escolares y con mucha ausencia del estado. Pero con maestros y directivos docentes comprometidos con sus alumnos, su institución, su región y su país. Ellos demostraron que la educación necesita, primero que todo, maestros capaces y responsables. Qué bueno que tengan ayudas tecnológicas y buenas instalaciones educativas, pero ellas sin los maestros no sirven para mayor cosa.
En mi profesión como médico conocí hace varios años en un hospital extranjero, una innovación tecnológica que permitía, en caso de heridos con abundante sangrado interno, limpiar su sangre para reutilizarla en el paciente. Pregunté los costos del aparato y eran astronómicos. Meses después, en Medellín, conocí un colega que había inventado un aparato que hacía lo mismo que el extranjero que me había deslumbrado, pero baratísimo y a la mano en cualquier lugar. Ingenio colombiano al servicio de salvar vidas.
No es cierto que los malos sean más. Creo en la gente colombiana. Creo en su talento y sus buenas intenciones. Que hay algunos pícaros y tramposos, no lo dudo. Pero en este país hay mucha gente generosa que da sin pedir nada a cambio y sin hacer alharaca. Son gente optimista,  con los ojos llenitos de bondad y con la solidaridad a flor de piel. Conozco personas que salen de sus casas en la noche con una olla y platos a repartir comida caliente a indigentes y necesitados. No pertenecen a ninguna religión ni están recolectando adeptos para ninguna causa.
Otros organizan equipos y competencias deportivas para ofrecerles soluciones a niños o jóvenes con problemas de drogadicción. Otros organizan grupos de danza, de música o de arte. Casi mendigan en muchos sitios para obtener ayudas para seguir ayudando. Otros organizan comedores infantiles o para adultos mayores solamente por la satisfacción de servir. Hay quienes ayudan  sin esperar contraprestaciones a enfermos terminales o con enfermedades raras. Otras personas enseñan, alfabetizan, forman gratis a quien lo necesita. Conozco un grupo que arma casas gratis para población vulnerable. Esta gente y mucha otra que sale adelante pese a las dificultades, nos hacen sentir que tenemos esperanza. Mucha esperanza.
www.agustinangarita.com

domingo, 8 de junio de 2014

EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZON
Este título parece ser la consigna de los comerciantes y sus empleados antes que el comprador haya pagado por su artículo. Cuando usted va a una constructora, por ejemplo, la empleada o empleado, dependiendo del sexo del cliente, se para y lo recibe con una gran sonrisa  y con amabilidad pasmosa le muestra con lujo de detalles el apartamento o casa que usted puede comprar. La publicidad que le entregan destaca todas las bondades del producto a vender. Toda inquietud es resuelta a prisa porque el cliente siempre tiene la razón…
Igual cuando va a comprar un carro, nevera o juego de sala. Usted es tratado como si siempre tuviera la razón. Especial mención merecen las empresas que venden telefonía celular. Tan solo al entrar le llueven los encargados de venta de aparatos móviles. No hay duda que no resuelvan y su trato es cortés y amable. La famosa razón que siempre le dieron la pierde usted cuando firme el negocio. La celeridad con la que le vendieron no se compadece con la lentitud y la tramitomanía  con la que le toca enfrentarse al presentar un reclamo.
Cuando a usted le venden algo le entregan el original de la factura de venta y de la garantía. Ellos se guardan las copias. Si se tiene una queja o reclamo debe presentarles el original que ellos le entregaron. ¿Y para qué es la copia que ellos guardan? Se debe autenticar papeles, pedir turnos, hacer colas interminables y estrellarse con todo tipo de evasivas mediante las cuales quieren demostrar que usted NO tiene la razón. Que usted le dio mal uso al equipo, que no lo enchufó bien, que se lo entregaron en perfecto estado, que tan raro si esos equipos nunca fallan, que han vendido miles y nadie se queja…
La sonrisa con la que lo convencieron para comprar ya no existe. Ahora una avinagrada cara que nunca lo mira, escribe indiferente en un computador, mientras usted trata de explicar los defectos y fallas del producto recientemente comprado. Es lógico que esté molesto por las demoras, los inconvenientes, las trabas, la poca diligencia. Además ya está aburrido de las famosas líneas 018000 donde lo ponen a jugar rayuela con los dedos, lo hacen esperar eternamente y al final le dicen que se dirija, dizque a su “distribuidor de confianza”,para que le solucionen su problema.

La mayoría de las personas que han logrado respuesta a sus quejas ha tenido que acudir a las autoridades, ya sean superintendencias, defensoras del consumidor u otras. Muchos comerciantes e industriales, grandes y chicos, se quejan por las baja en sus ventas, por la competencia desleal que ofrecen los tratados de libre comercio, por las cargas impositivas, etc. Pero poco se preocupan por la atención post venta. Por el servicio al cliente. Por la eficiencia en los PQR. Por defender y fidelizar clientes. Los que saben del asunto explican que hacer clientes nuevos es siete veces más costoso que mantener antiguos. Muchos lo saben pero pocos lo ponen en práctica.

martes, 3 de junio de 2014

DEPORTE, GLORIA Y POBREZA

Que grandes emociones no ha deparado este Giro de Italia. Ya la jornada matinal se empieza a entorpecer porque desde muy temprano uno quiere pegarse al televisor a disfrutar de la intensidad de una carrera donde los corredores colombianos han marcado la pauta. Ya un gran ciclista europeo, experto en trepar montañas, había vaticinado lo que estamos viendo. Al conocer las primeras camadas de ciclistas colombianos que se aventuraron en las carreras europeas, expresó que cuando aprendieran los secretos del ciclismo en el viejo mundo serían temibles y casi imbatibles.
La demostración de valentía, compromiso y seriedad que han dado estos titanes del pedal nos deja a todos los que hemos estado atentos a sus gestas, con un sentimiento de orgullo y admiración en grado superlativo. Casi todos, por no decir todos, son de origen muy humilde. Han ganado sus espacios con sacrificio y mucho esfuerzo. Nada les ha sido fácil ni gratis. Este que es un país donde la concentración de la riqueza es de las más grandes del mundo y por consiguiente la desigualdad social y económica es abismal, tiene que ver que sus deportistas más destacados, que le dan lustre y brillo en el exterior, son personas que provienen de los excluidos, de los segregados, de los pobres que se niegan a resignarse con destinos oscuros.
Nuestra campeona mundial de salto triple, nuestros pesistas, luchadores, boxeadores, atletas, futbolistas y ciclistas son hijos de la pobreza, el abandono del estado y la indiferencia de una sociedad que vive de apariencias y vanidades. ¿Si se han fijado las excelentes propuestas de apoyo integral al deporte y a los deportistas, que están consignadas en las promesas de las campañas presidenciales? Son tan brillantes que no se ven. Que no se notan.
Es casi un lugar común hablar que el deporte masivo y organizado permite alejar a la juventud de las drogas, de la delincuencia, previene embarazos adolescentes y forma mejores seres humanos. Sin embargo los presupuestos son exiguos, mediados por el clientelismo y la corrupción. Y los deportistas mendigan apoyos, para con coraje, dolor y lágrimas obtener triunfos para la alegría de todos.
Recordando a Carlos Castro Saavedra, él decía que el hombre elemental, el hombre bueno, tiene las manos limpias y el corazón sereno. Esa es la imagen que me revelan los Nairo Quintana, los Rigoberto Urán, Julián Arredondo, Fabio Duarte y todos los demás, hombres de manos limpias que trabajan poniéndole el corazón a lo que hacen, que su sencillez los hace parecer tímidos, pero respetuosos y responsables. Son una muestra de lo que es nuestro pueblo, despreciado por algunos, sufridos pero alegres y orgullosos de sí mismos.

¡Gracias deportistas por alegrarnos la vida y hacernos sentir muy colombianos!