sábado, 23 de febrero de 2013


EL CONFLICTO Y LA PAZ
Desde hace un tiempo se viene desarrollando en Cuba la mesa de negociación de paz entre el gobierno y las FARC. Ese proceso estuvo precedido de acercamientos muy sigilosos para abonar caminos. El mismo gobierno, mirando en retrospectiva, organizó sus acciones y su agenda legislativa en torno a lo que se discutiría en los diálogos, ejemplo, ley de víctimas, restitución de tierras, reconocimiento del conflicto, desarrollo agrario, agenda internacional, etc. La decisión de iniciar los diálogos implicó tomar riesgos, pues serían unas conversaciones en medio del conflicto… Es decir, en medio de la guerra, con los fusiles activos, con bombardeos y cilindros bomba actuando, con enfrentamientos y actos terroristas al orden del día.
Estos diálogos iniciaron en medio de opiniones divididas. Unos, la mayoría, escépticos. Otros, optimistas y otros decididamente en contra. Según datos oficiales las conversaciones han avanzado a buen ritmo. Pero la guerra ha continuado. Y esto ha dado pie para que los enemigos del proceso enciendan las hogueras, se rasguen las vestiduras y enfilen baterías de desprestigio contra el gobierno, la mesa de conversaciones y la paz misma. Es como si les interesara que continúen indefinidamente los ríos de sangre y de lágrimas. Como si quisieran que la confrontación no cesara.
La decisión de dialogar en medio de la guerra tiene estos inconvenientes. Cuando las fuerzas armadas tienen éxito y dan de baja a combatientes de la guerrilla, incluidos cabecillas o mandos medios, las noticias se asumen como positivas y la ciudadanía se alegra. Pero cuando es el contrario, cuando es un ataque terrorista, o pierde la vida un uniformado en enfrentamiento con las guerrillas, parece que sólo se escucharan las voces de  los detractores de la paz. Y es que la guerrilla, que está debilitada, tiene que hacer actos de violentos para mostrarse fuerte y con una posición dominante en la mesa de negociación. Es lo usual en toda negociación de un conflicto…
Pero eso no puede mermar la credibilidad de un proceso de paz. El país no puede seguir como una rueda desbocada que aniquila gente inocente a su paso, como lo es esta guerra que ya cumple medio siglo. Prácticamente todos los colombianos hemos vivido en medio de esta guerra fratricida que parece no tener fin. Una guerra que si bien es cierto que ha enriquecido a algunos, ha sembrado miles de muertos, viudas, huérfanos, desplazados, aterrados y pérdidas materiales.
Me llama la atención que a los que les gusta la guerra, les gusta poniendo el pecho a las balas con los hijos de otros. Al que le gusta la guerra debe estar dispuesto a ponerse él y sus hijos en el frente de batalla. Un ex presidente guerrista y belicoso, eximió de pagar servicio militar obligatorio a sus dos hijitos, hoy millonarios… Y me sorprende que el presidente actual, que busca afanosamente la paz, haya enviado su hijo a cumplir su deber patriótico de pagar su servicio militar al batallón de lanceros en Tolemaida y no como estafeta en el batallón presidencial. Las responsabilidades deben ser para cumplirlas no para sacarles el bulto…
Duele que este conflicto se agudice. Pero más que sea utilizado como bandera política para ganar votos con la sangre de los colombianos que son inmolados en una guerra estúpida que debería cesar pronto.

viernes, 15 de febrero de 2013


LAS POLITICAS PÚBLICAS Y LOS GOBIERNOS LOCALES

En los últimos años han cambiado las relaciones entre la ciudadanía y el estado, presentándose un debilitamiento de las barreras que los separaban. Además, los procesos de organización de los ciudadanos, desde diferentes sectores, han venido constituyendo lo que se denomina la sociedad civil. Hoy las relaciones entre estado y sociedad civil son vitales para una acción política pulcra y efectiva. En la actualidad es la sociedad civil la que exige que el estado le responda de manera pronta y eficiente a sus demandas.
Estos cambios se han constituido en un verdadero desafío para los gobernantes que ya no pueden contentarse con acciones aisladas, por contundentes que sean, sino que deben preocuparse por medidas que vayan más allá de lo inmediato y que no se limiten a plazos cortos. Las mediaciones entre el estado y la sociedad civil para responder de manera integral a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos deben ser las políticas públicas.
¿Pero qué son las políticas públicas? Son los instrumentos mediante el cual los gobiernos revelan y especifican la puesta en juego de los proyectos de dirección política del Estado y de la sociedad que se gobierna, además, de sus proyectos de dirección ideológica. Las políticas públicas son un recurso con el cual los gobiernos y sus equipos hacen que la interacción entre el estado y la sociedad civil definan cuales son los asuntos que representan el interés público y que deben hacer parte de las agendas de gobierno.
El ejercicio de gobierno tiene que enfrentar un obstáculo que no siempre es salvable. Es responder a las urgencias sin olvidar lo importante. Ocurre que las exigencias de muchos ciudadanos se circunscriben a lo inmediato, a lo que necesita solución pronta, haciendo posponer los temas de largo aliento, los aspectos que transformarán la sociedad y que no simplemente solucionaran un problema urgente. Existen dificultades estructurales que ameritan evaluar muchos aspectos y tener en cuenta diversos elementos para proyectar soluciones duraderas y que transformen la realidad. Estas soluciones deben plasmarse como  políticas públicas.
Una política pública debe ser integral. Partir de conocer a fondo el problema y entender que en él convergen diferentes aspectos que se articulan, que no son aislados, y que deben ser tratados en conjunto. Debe tener claro que los cambios cosméticos, los simples maquillajes son más el inconformismo y la incomodidad que generan que traer beneficios. Pero una política pública debe estar respaldada por la voluntad política. Si ella expresa los deseos de la ciudadanía, pero los gobernantes no están comprometidos con cumplirlos, esa política pública, no importa que esté bien formulada o que sea coherente e integral, será un fracaso, o como dicen algunos, un canto a la bandera.
Si la relación entre los gobiernos y la sociedad civil es estrecha y coherente, entonces, las políticas públicas expresarán la voluntad popular, la participación ciudadana, la planeación sería y al servicio de los verdaderos intereses colectivos. Es cierto que gobernar es actuar, que es al mismo tiempo ejecutar y comunicar. Pero ese actuar debe ir de la mano con una comunidad unida, crítica y responsable. Por lo tanto, La clave está en gobernar con ideas claras, de manera pulcra, cercana y estrechamente comprometida con sus electores.
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