Hace unas
semanas un mandatario local ordenó la declaración de insubsistencia de uno de
sus funcionarios. Entre las explicaciones que dio por la salida de su empleado,
era que él exigía lealtad a sus subalternos. Que él no toleraba cuando fallaba
la lealtad. Pensando el asunto considero que vale la pena examinar este tema de
la lealtad.
Lealtad es un
término heredado de la edad media. En esa época el Feudalismo era lo que
imperaba. El dueño de las tierras y por lo tanto de la riqueza, era el Señor y
los pobres o vasallos en una ceremonia especial le juraban lealtad, sumisión,
veneración y respeto. Esta ceremonia se denominaba Homenaje. El Señor, gran
terrateniente, en la ceremonia entregaba un predio o feudo a quien se asumía
como su servidor y le prometía protección y apoyo. El vasallo o siervo se
comprometía a su vez, a obedecer todas las decisiones y órdenes del Señor sin
derecho a juicios éticos ni morales. Era la lealtad.
Pero el mundo
fue evolucionando y el Feudalismo quedó atrás. El descubrimiento de América
abrió nuevos mundos, la invención de la imprenta facilitó la difusión del
pensamiento, la Reforma separó los asuntos de la iglesia de los del estado, la
enciclopedia y la Ilustración crearon nuevas formas de pensar y sentir, las
revoluciones norteamericana y francesa transformaron la política con conceptos
nuevos como democracia, libertad, razón, autonomía, modernidad y estado.
Dentro de esta
revolución del pensamiento es famoso el texto del filósofo alemán I. Kant, en
el que contesta la pregunta ¿Que es la ilustración? Kant explica con claridad
que, un ser humano ilustrado, culto y libre es quien hace uso público de su razón
y de su propio entendimiento. Es decir, ilustrado es quien es capaz de pensar
por cabeza propia, sin depender de vasallajes ni subordinaciones de su
pensamiento y expresando públicamente lo que piensa y siente. Este es el sujeto
de la democracia. Necesita la democracia ciudadanos ilustrados, libres, no
leales, pusilánimes y obedientes.
Si bien es
cierto se dijo que el Feudalismo había quedado atrás en la historia, no han
desaparecido del todo sus rasgos y todavía se ven manifestaciones feudales y
añoranzas señoriales. Aún se encuentran mandatarios con ínfulas de Señores que
gritan e insultan tratando a sus funcionarios como peones de finca o como
serviles vasallos y siempre exigiendo obediencia ciega y lealtad. Claro que
esto lo hacen invocando la moderna democracia. Para ellos el buen trato es mera
cortesía, rememorando las cortes señoriales donde la apariencia y los abolengos
era lo más importante.
Y todavía
algunos se preguntan por qué somos una sociedad atrasada…