jueves, 29 de noviembre de 2012

UNA TARDE EN POPAYÁN
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
 A los 14 años la vida se vive de manera acelerada. Todo se quiere conocer, todo se quiere probar y ojalá muy rápido. Es como si la adrenalina quisiera salirse del cuerpo. Como si una energía galopante amotinara la sangre reduciendo los espacios internos  anhelando devorarse el horizonte de una sola dentellada.
Esas ganas nunca contenidas lo auparon para calzarse sus nuevos patines en línea, después de concretar con sus primos la aventura del día en su entrañable Popayán. Aunque residía en Bogotá viajaba frecuentemente a la capital caucana a encontrarse con los familiares con los que compartió su niñez. La cita era en la Ermita. La pequeña cuesta y el empedrado de su calle eran los aderezos para descender acelerados y disfrutar del vértigo de la velocidad. La felicidad de sus carcajadas retumbaba en la pequeña capilla, que remata la calle con su vieja espadaña desvencijada desde el terremoto que sacudió la ciudad en una semana santa aciaga.
Bajaban inundados de alegría. Y cuando con lentitud se devolvían hasta lo alto de la colina, evaluaban los detalles que habían impedido un descenso más acelerado para corregirlos en intentos futuros. Y mejoraron. Descubrieron que el empedrado del angosto andén era menos brusco y facilitaba aumentar el impulso. Además, las ventanas de las casas, adornadas con rejas que se comban hacia afuera, los obligaban a agacharse o a esquivarlas con habilidad para evitar golpearse con los barrotes de fierro.
La competencia se pactó de la siguiente forma. Saldrían desde la puerta de la Ermita, a la carrera bajarían los pocos escalones empedrados y saltarían hasta la acera y por ella descenderían esquivando los barandales de las ventanas hasta la esquina en la que doblarían en ángulo recto para evitar el peligro de la calle. El colorido de sus camisetas contrastaba con la blancura de las paredes payanesas.
Los muchachos iniciaron. El verano brillaba en su esplendor, pero la tarde temprana estaba fresca, pese al sol. La hilera de risas se deslizó frenética hasta llegar a la esquina… donde un bus de servicio público, afanado por marcar la tarjeta que verifica el cumplimiento cronométrico de sus recorridos, los atropelló. Las paredes se tiñeron de sangre. El vehículo sólo se detuvo media cuadra más abajo. Tendidos quedaron los tres primos. Algunos transeúntes corrieron horrorizados tratando de auxiliarlos. Otros, presos del pánico, se cubrían la cara con sus manos queriendo no ver lo sucedido.
Dos jóvenes quedaron gravemente heridos. El otro puso su cabeza de tapete a las llantas del bus. Su cerebro quedó regado por la aveniday su bello cuerpo despedazado. Mientras llegaba el apoyo médico y la policía, la gente quería linchar al conductor del bus, quien asustado culpaba a los heridos del accidente.  La guerra del centavo, esa que motiva a los buses y busetas a desbocarse corriendo, había  truncado unas vidas.
Los atardeceres de Popayán son de antología. Pero el de ese día fue el más melancólico y triste de todos. Una vida se había perdido y dos jóvenes quedarían lisiados para siempre. Pablo, mi hijo, había muerto. El sol parecía llorar mientras se acurrucaba entre las montañas.
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viernes, 23 de noviembre de 2012


LAS DISCULPAS
Escuché una afirmación que me dejó pensando. Decían: el estado está diseñado para no funcionar. A cada solución le inventan una traba y para facilitar un trámite crean cinco o más. Me puse a indagar.
Mientras sea monje tocaré la campana. Hay algunos funcionarios que consideran que su función se limita a lo estrictamente mandado. Si usted solicita una información, se encojen de hombros y dicen que eso no les corresponde, no importa si lo que se pide está disponible y sin tropiezos lo podrían entregar. Para ellos no es importante que el estado funcione, sino cumplir el horario, las órdenes mínimas y cobrar el sueldo. Lo que más se escucha de sus bocas es: ¡eso no me toca! ¡Está por fuera de mi horario!
Lo primero es la disculpa. Existen otros funcionarios que hacen todo lo posible por evadir sus responsabilidades. Para ellos lo importante es la disculpa. Saben que con una buena disculpa están salvados. No importa si el estado no cumple con sus funciones, lo importante es tener a mano todas las disculpas posibles. Esto crea un mundo al revés, las cosas no funcionan, nada opera bien, pero hay un mar de razones para explicar y disculpar por qué no se hicieron las acciones. 
El mundo de los informes. En el estado se piden informes para todo. Prácticamente no existe un espacio donde no se soliciten. Muchos funcionarios han entendido esto y se preocupan con meticulosidad en preparar los informes, pero no en ejecutar acciones. En el papel las obras marchan a ritmos impresionantes, los impacto sociales son asombrosos, las articulaciones entre los equipos de trabajo son una maravilla y la eficiencia y la eficacia en el manejo de los recursos son dignas de aplaudir. El papel puede con todo. Por eso se escucha con frecuencia a los gobernantes hablando de excelentes resultados que no existen en la vida real, pero si en los voluminosos informes que exigen y reciben rutinariamente.
El mundo de las reuniones. En el estado todo el mundo se la pasa muy ocupado. Se hace muy poco pero se mantiene el tiempo ocupado en reuniones. Esto es casi una enfermedad. Es la reunionitis que impide planear, reflexionar, evaluar, replantear  y mucho menos hacer. El estado no hace pero se reúne…
La estabilidad que entorpece. He visto con asombro a algunos catedráticos, empleados provisionales o temporales, contratistas,  que trabajan con denuedo cumpliendo esforzadamente con sus deberes. Quieren, justamente, ganarse el puesto, la confianza y la posibilidad de ser llamados a trabajar de planta, con estabilidad y garantías laborales. Pero una vez son nombrados en propiedad, empiezan a hacer curso para jubilados. Es como si el nombramiento les cortara la creatividad, la imaginación y las ganas de trabajar.
El sindicato. El sindicalismo se creó para defender a los trabajadores de los atropellos de los empleadores. Para defender sus derechos. Pero no para disculpar el incumplimiento de sus deberes. Existen algunos trabajadores que saben que hagan lo que hagan, falten, fallen o incumplan, el sindicato los defenderá. Es solidaridad de clase. No importa que por negligencia la empresa o el estado se paralicen o se quiebren, el sindicato defenderá sus intereses.
Me falta aun tocar la corrupción, el clientelismo, el nepotismo,  la impericia… ¡El estado está hecho para que no funcione!                                  
@agustinangarita

viernes, 16 de noviembre de 2012


¿CORRUPCIÓN EN LOS HOSPITALES?
Hablar de la crisis de la salud parece un tema trillado. Sin embargo, ocurre que cuando se habla reiteradamente de este tema, con el tiempo, tiende a naturalizarse, tiende a creerse que es normal que la salud viva en crisis y que lo único que podemos hacer es acostumbrarnos, porque es un problema crónico y sin solución. También se habla que la normatividad en salud está pensada para favorecer los poderosos conglomerados económicos que son dueños de las grandes EPS del país. Se comenta, casi todos los días, de la falta de recursos, de las exorbitantes deudas tanto del gobierno como de las EPS con los hospitales públicos que los mantiene casi en la ruina, al borde del abismo.
Por estos días ha tomado fuerza un rumor, que desde hace años circula por los pasillos y esquinas de los espacios de poder. Es el tema de la corrupción en las gerencias de las entidades de salud, ya sean hospitales, IPS o EPS. La gente señala como profesionales que vivían discretamente en algún modesto barrio de alguna localidad, después de ser nombrados en la gerencia de cualquier hospital, pasaron a vivir en lujosas mansiones compradas en exclusivos condominios de la capital. ¿De dónde sacaron para crecer aceleradamente su patrimonio? ¿Será por eso que es tan competida la selección de gerentes y que estén dispuestos a pagar gruesas sumas a los políticos que mueven sus hilos en las juntas directivas que los nombran?
Ya en Bogotá se empezaron a destapar actos de corrupción en las gerencias de hospitales. ¿Por qué será que las contralorías en lugar de salir a los medios a ufanarse por hallazgos fiscales que si bien existen, son insignificantes, mientras no ven como se quiebran los hospitales públicos y sus gerentes y altos funcionarios misteriosamente se enriquecen? ¿Cuál será el encanto que tiene ser nombrado gerente de un hospital sin recursos, con deudas astronómicas de todo tipo y con compromisos laborales incumplidos de difícil cumplimiento?
La gente dice que cuando el río suena… es porque algo pasa. Claro que la costumbre que está haciendo carrera en  nuestro medio, es que si alguien denuncia un acto de corrupción, los corruptos no salen a explicar sus conductas y a demostrar su inocencia, sino que su defensa se basa en desprestigiar al denunciante. Son capaces de hablar mal hasta de la mamá de cualquier denunciante, buscando no aclarar su comportamiento, sino intimidar a los denunciantes para continuar con sus fechorías.
Una vez se posesionó un nuevo gerente en un hospital del departamento, demostró como tenía una nómina excesiva que desangraba las arcas de ese ente casi en bancarrota. Todo el personal que sobraba obedecía a cuotas de politiquería. Es decir, los jefes políticos estaban, como vampiros, chupando la sangre del presupuesto que debería servir para atender la salud de los pobres, a los que ellos dicen representar y a los que les piden frecuentemente su respaldo electoral. Al pusilánime gerente saliente no le importaba el futuro del hospital sino servir de la mejor manera a su jefe político.
¿Será que está pasando más de lo mismo en corrupción y politiquería, con la selección de gerentes para los hospitales públicos de segundo y tercer nivel, que está en proceso en este Tolima de nuestros amores?
@agustinangarita

jueves, 8 de noviembre de 2012


ENTENDIMIENTOS PARA LA PAZ

Por estos días se habla mucho de diálogos, conversaciones, democracia, convivencia. No estoy seguro si todos nos referimos a lo mismo cuando de esto hablamos. Es usual que cada persona ande convencida de lo que cree y piensa. Lo no tiene nada de malo. Los problemas inician cuando cualquier persona considera que lo que piensa es la verdad o es lo real. Es problemático porque si esa persona quiere dialogar con alguien, ese dialogo sólo será de una vía.
Una persona convencida de cualquier verdad al dialogar con otra sobre ese tema, querrá que la otra la escuche, porque es ella la que tiene la razón. Si a esa persona la denominamos A, y a la otra B, será A la que quiere hablar y espera que B simplemente la escuche. Le puede ocurrir exactamente igual a B. Entonces, A quiere hablar y no oír a B. Y B quiere hablar y no oír a A. Esto termina en un diálogo de sordos, porque ninguno está interesado en escuchar al otro. ¿Qué pasaría si A y B, pese a que cada uno se cree poseedor de la razón, se sientan a dialogar? Pues que no habrá dialogo. Será un evento donde ambos hablarán al tiempo, y como ninguno escucha, alzaran la voz, terminaran cada unodando gritos buscando que el otro lo escuche y en los límites de la agresión mutua. Por esta vía sólo se abre una puerta que conduce a la violencia.
La raíz de la violencia estaría en considerar que la verdad es nuestra. Frente a cualquier hecho usted puede encontrar un número muy alto de interpretaciones. ¿Por qué? Porque cada uno ve e interpreta el mundo y sus sucesos de acuerdo a la vida que ha vivido, a sus experiencias, a sus creencias, a sus conocimientos… Pero su interpretación es tan válida como la de cualquier otro. Puede que a usted no le guste lo que piensa el otro, pero por el hecho que no le guste no lo autoriza para descalificarlo o invalidarlo. Si entendemos que es válido que el otro interprete y piense distinto debemos aprender a respetarlo, que es la única opción para convivir en paz.
Se podría pensar que si todos interpretamos diferente sería el camino hacia el caos. Pero no. Si se parte del respeto, se pasa a un segundo espacio que es el de construir mundos e imaginarios comunes en los que compartamos sueños y esperanzas, respetando las diferencias. Esto necesita elementos adicionales muy importantes. Un sentido autocrítico permanente, estar siempre dispuesto a escuchar, a tener en cuenta lo que nos dicen, hacer esfuerzos por entender al otro y, si es del caso, siendo consecuentes, a modificar nuestras actitudes. Otro elemento clave es dialogar para entenderse y no para convencer. Si lo que se quiere es convencer se estaría dispuesto a manipular, a maquillar, a engañar. Si lo que se busca es el entendimiento, los argumentos serán francos, prolijos si se quiere, pero siempre honrados y bien intencionados.
Valdría la pena una reflexión. ¿En nuestro diario convivir, dialogamos para entendernos, para construir mundos comunes y sueños compartidos, o siempre para convencer? Con frecuencia se piensa que silenciando los fusiles se logra la paz y se nos olvida desarmar los corazones, y eso aleja la paz.

martes, 6 de noviembre de 2012


UNA MERMELADA QUE NO SE REPARTE BIEN
Una de las más sentidas quejas que tienen las regiones frente al gobierno nacional, es que los municipios y departamentos no han podido avanzar en los grandes proyectos que deben ser financiados por los dineros obtenidos por las Regalías. El gobierno tomó la determinación de manejar directamente estos jugosos recursos, quitándoselos a los municipios que en sus subsuelos atesoran recursos explotables, con el argumento que esa riqueza debía repartirse entre todos los entes territoriales y no sólo entre los productores. La imagen que difundió el ministro de hacienda era que esa riqueza, o mermelada, como la llamó él, debía repartirse en toda la galleta, no solo en un pedazo de ella.
Este sentimiento de frustración se palpa principalmente, en muchos alcaldes y gobernadores de la provincia. Es un gran desgaste administrativo que se genera para los gobiernos locales estructurar los diferentes proyectos aguardando una financiación para sus necesidades, esperanza que es atropellada por la burocracia centralista cuando cambia intempestivamente las metodologías para la presentación y entrega de los proyectos, así como las reglas de juego, sin contar con las regiones, sin prepararlas, sin capacitarlas, obligándolas a aceptar en silencio las nuevas versiones impidiendo o entorpeciendo el normal desarrollo de los procesos.
Son tales las dificultades y las trabas que han generado a las regiones para acceder al fondo de regalías que pareciera que la tecnocracia desde el alto gobierno, no estuviera interesada en ejecutar dichos presupuestos, afectando de manera grave el desarrollo de las regiones.
Se habla sin descanso de luchar contra la corrupción y la búsqueda de la transparencia. En esta búsqueda se ha perdido agilidad y eficiencia, lo que enturbia esa misma transparencia y confianza que el país exige.
Esto obedece, quizá, a la tradicional mirada centralista y lejana que desde los escritorios capitalinos piensa la región mientras la región vive una realidad completamente distinta y acuciante.
Lo que obliga a pensar que la famosa mermelada no se está repartiendo en toda la galleta nacional y que estamos pasando de los manejos inadecuados de los recursos, que es innegable que se dieron en algunas regiones, al manejo excluyente, politiquero y clientelista desde el nivel central. La locomotora financiera del progreso está trabada.
Es un clamor urgente de la provincia que el Departamento de Planeación Nacional, El Ministerio de Hacienda y todos los entes involucrados, reconozcan autocríticamente sus errores, se pongan de acuerdo, revisen los procedimientos, y posibiliten que el proceso de la repartición justa de las regalías se convierta en un verdadero camino de desarrollo para las regiones y sus gentes.
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