viernes, 2 de mayo de 2014

VOY A VOTAR POR LA PAZ
AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Me gusta bromear con la gente. Es mi manera de ser. Subía por las escaleras del centro médico donde trabajo y me encontré con un hombre que caminaba con dificultad. De inmediato salto mi bromista innato y le dije: ¿Dónde metiste la pata? ¿Llegaste a viejo y sigues metiendo la pata? Entendiendo la broma, se levantó la bota del pantalón y me dijo: pisé una mina quiebrapatas, mostrando su prótesis. La vergüenza me dejó mudo.
Son miles los lisiados que ha dejado la guerra. No solo mutilados. Hay, por cientos, ex combatientes que gritan desesperados de terror cuando queman pólvora porque rememoran los bombardeos en la selva y los horrores de la guerra.
Hace pocos años fui invitado a la posesión como alcalde de un amigo en Casabianca. Viajamos varios en diferentes camperos. En el camino fuimos interceptados por una columna de guerrilleros. Con portátil en mano revisaban en sus bases de datos las identificaciones que nos exigían. Media hora nos detuvieron y luego seguimos camino. La posesión fue en la plaza y con celebraciones religiosas ecuménicas. Luego de la ceremonia hubo almuerzo ofrecido por el alcalde. Decidí retornar temprano. Ya en carretera escuché naves sobrevolar la zona. De pronto, como brotados de la tierra, decenas de hombres, mujeres y niños con ojos desorbitados de terror, corrían buscando ponerse a salvo de los bombardeos. Eran rostros de campesinos laboriosos que no tenían nada que ver con la guerra. Una señora cargaba un niño herido. En su cara se reflejaban, al tiempo, el pavor, el dolor, la rabia, el amor y la desesperación.
Hemos crecido y vivido en un país en guerra y nos hemos acostumbrado a sus horrores. Como la guerra ha sido marginal, en los campos alejados y afectando a pobres, la indiferencia y la apatía han pelechado. Pero el espíritu bélico se mantiene. Queremos hacerle la guerra al analfabetismo, a la miseria, al dengue, al aborto, al comunismo, a los ateos, a la guerrilla… Admiramos a los guerreros. A los pacifistas los miramos con desprecio, en el fondo los creemos pusilánimes, cobardes, derrotados de antemano.
En esta campaña política a la presidencia está en juego la posibilidad de la paz. De los cinco candidatos, dos apoyan decididamente la paz y tres veladamente la guerra. De los que apoyan la paz, la candidata Clara López, si bien tiene una bella publicidad, no le alcanzarán los votos. Pañalosa, Zuluaga y Ramírez dicen querer la paz, pero la de los cementerios. Su propuesta es de más guerra. Santos es el hombre de la paz.
Es el momento de mirarnos a los ojos, como me miró el hombre sin pierna cerca de mi consultorio. Sin rodeos ni odios me dijo: doctor, hay que parar esta lluvia de sangre y horror. Los inocentes pagamos por esta guerra un precio muy alto. Los hijos de los generales y de los grandes señores no van a la guerra. Están dispuestos a pagar la libreta militar de sus hijos con tal que no vayan a la guerra. Pero quieren que siga con los hijos de los demás. ¿Usted quiere la guerra?

@agustinangarita