JUDICIALIZAR LA POLÍTICA
Nuestro estado de derecho es hijo
del proyecto moderno, del proyecto de la libertad. Hablar de estado de derecho
es hablar de imperio de la ley. De acuerdo a esta concepción toda política debe rendir homenaje al
derecho. En otras palabras, el derecho nunca debe adecuarse a la política, sino
todo lo contrario, la política debe estar adecuada al derecho. Otro principio
clave es que la razón de ser de un
estado de derecho son los derechos humanos.
Un derecho humano fundamental es
la presunción de inocencia, como parte integrante del debido proceso. Todo
ciudadano se presume inocente hasta que no sea derrotado judicialmente y un
juez lo haya declarado culpable. Cuando un ciudadano es acusado de un delito, tiene
derecho a defenderse, a presentar pruebas de su inocencia, a controvertir las
que se presenten en su contra y a impugnar su sentencia en caso de que sea
condenatoria.
En un estado de derecho quien sea
sindicado no es un culpable ni un condenado. Es inocente. Hay que recordarlo,
porque se ha hecho corriente en la campaña política, que cuando se abre una
investigación, que no es una condena, es utilizada para señalar como culpable
al contradictor político sindicado. Y la opinión, sin profundizar, cree que ese
candidato señalado es culpable y lo condenan socialmente. La política dejó de
ser el arte de convencer con argumentos, proyectos y propuestas, para
judicializar los actos de los demás. O rebuscar cualquier investigación abierta
para hacerla pasar como una demostración de la corrupción o mal proceder del
contrincante.
Judicializar la política la
rebaja a niveles que dan grima. Escucha uno debates donde los candidatos se
acusan, se señalan o se insultan, ponen por el suelo el buen nombre de ellos,
de sus familias y las de sus contrarios. Si participan de la democracia deben
defender sus instituciones. Una de las instituciones fundamentales del estado de
derecho es la justicia. Si un candidato conoce de la comisión de un delito
tiene la obligación de denunciarla ante las autoridades. Pero esto no se hace.
Con fines politiqueros salen a los medios a acusar sin pruebas, escudados en el
sofisma de dicen por ahí, me han dicho, me comentan...
Si un funcionario no ha sido
condenado es porque no se ha comprobado que haya cometido delito y por lo tanto
es inocente y se debe actuar en consecuencia. Que un candidato tenga 12
investigaciones no lo hace culpable. Es inocente hasta que se pruebe su delito.
De lo contrario es inocente. En esta campaña se ha visto el circo de
acusaciones sin fundamento, señalamientos sin sentencias judiciales, cruces de
improperios, groserías y nada de propuestas ni soluciones.
Los ibaguereños merecemos un
debate político de altura, con entusiasmo, fogosidad y vehemencia, con ideas
sustentadas y viables, pero con respeto por los contradictores, sus
familias y parciales. Los que gustan de
inflamar sus discursos y con las yugulares brotadas instar al combate y a la
lucha, se arriesgan a estar impulsando delitos, violencias, a mancillar los
derechos humanos y la democracia.