martes, 24 de mayo de 2016

AUTOCRACIA Y CIUDAD

Los autócratas o dictadores tienen unas características que los define y los hace similares en todas partes. Una muy importante es que no permiten la crítica. La detestan. Se sienten poseedores de la verdad y no aceptan ninguna objeción a sus mandatos. Como piensan que tienen la verdad se dedican a hablar y hablar y sólo desean que los escuchen. Sus reuniones con los subalternos son interminables monólogos. Asumen que quienes los rodean están equivocados, son brutos, ineptos, pícaros o de mala fe. Además, les encanta sentir que todos tiemblan a su alrededor.

Cuando un autócrata siente que lo critican, responde en primer lugar, haciéndose la víctima. Resalta su honradez, su denodado esfuerzo por los pobres y desvalidos, su entrega al trabajo, etc. Habla de complot contra él y de cómo los malos se unen para atacarlo. Y a renglón seguido, trata de demeritar las calidades de quienes lo critican. Nunca responde la crítica o si lo hace es mediante resbalosas justificaciones. Toda su fuerza argumentativa la pone en hablar mal del que lo critica. Y pone a sus áulicos a hacerle coro. Como algún defecto debe tener el contradictor, entonces magnifica el defecto, lo recalca y resalta para evitar así responder la crítica que le han formulado. Y sus áulicos repiten la fórmula.

Además de lo anterior, tiene un rasero diferente para medir las faltas. Él sólo comete leves errores, eso si, fácilmente subsanables y movido por las circunstancias, empujado por los hechos no por torcidas intenciones. Los autócratas son expertos en entregar excusas y justificaciones para evadir responsabilidades. Confunden tener carácter con la grosería y la altanería. Se presumen buenos, aunque a veces se ven obligados a leves equivocaciones. En cambio, los otros son de naturaleza perversa. Son corruptos, tramposos, malignos y malintencionados.

Los autócratas consideran que la democracia debe ser la presencia de millares de orejas que los escuchen con atención, pero en seres humanos mudos, gregarios y obedientes. Se arrogan la honradez, la transparencia y la probidad. Pero si los escrutan con cuidado, aparecerán sus vivezas, sus trampas solapadas, sus negocios amañados y sus subterfugios consuetudinarios…

¿Conoce usted algún autócrata en Ibagué?