jueves, 25 de julio de 2013

LA MEDICALIZACIÓN DE LA VIDA

La crisis de la salud siempre se mira desde la arista de la financiación. Que las EPS se quedan con los recursos, no les pagan a los hospitales, que estos, por no poseer liquidez, no pagan a  sus trabajadores ni proveedores y todo sumado, se traduce en un hueco que consume grandes cantidades de dinero, de esfuerzos,  de salud y calidad de vida.
Hay un tema no revisado a profundidad. La medicalización de la salud y la vida misma. ¿Qué se entiende por medicalización?  Es un término lanzado a la vida pública en 1975 por el historiador, sacerdote y filósofo austriaco Iván Illich. Quien hizo una crítica radical al poder totalitario y absorbente de la medicina sobre todos los aspectos que tienen que ver con el bienestar humano y sobre todo, por los riesgos que puede generar esta intromisión.
Illich lo definió como el proceso que se extiende de manera imparable por la sociedad de nuestro tiempo, por el cual los médicos se ocupan y tratan problemas que no son médicos,  que atañen al bienestar humano y que están asociados a características intrínsecas de la vida y a la condición humana. Temas como la sexualidad, la infelicidad, el envejecimiento y el deterioro biológico, la soledad, la tristeza, la angustia, el alcoholismo y la muerte son tratados como problemas médicos, como enfermedades.
La salud se reduce a atención médica en toda su extensión. Y la atención médica, regulada por la lógica del mercado, a formulación de medicamentos o productos médicos, ya sean éstos prótesis, sondas, marcapasos, terapias, laboratorios, etc. La medicalización de la vida se ha metido en todos los asuntos. Define qué es normal o no. Cuanto debe medir o pesar un niño al nacer, el tamaño de los riñones, testículos, cavidades nasales o glándulas mamarias. Busca prolongar artificialmente la vida sin importar los costos ni la voluntad de los enfermos. Muchos de ellos ven sus vidas sometidas a circunstancias bajo las que no desean vivir. Pero el negocio de la unidad de cuidados intensivos debe facturar…
El poder normalizador o de control de la medicina, según la prestigiosa publicación médica inglesa, British Medical Journal, ha motivado una tendencia en aumento a clasificar como enfermedades los problemas de la gente. La medicalización no es guiada por los médicos sino por las grandes multinacionales que se enriquecen expendiendo medicamentos y productos para la salud y la enfermedad.
El envejecimiento, por un proceso normal de deterioro biológico, disminuye los depósitos de calcio en los huesos. Eso lo volvieron los mercaderes de la salud y bajo el ropaje científico de la medicalización de la vida, una enfermedad: la osteoporosis. Ella es un problema pero no una enfermedad. Ahora las personas son, literalmente bombardeadas por avisos publicitarios que las invitan a consumir medicamentos desde edades tempranas, para evitar supuestas catástrofes futuras. Como los laboratorios que venden las drogas son los mismos que patrocinan la investigación médica y los congresos de actualización y divulgación, los profesionales de la salud están en manos de los que se enriquecen con la medicalización.

Hoy la gente no piensa en comer y vivir saludablemente, sino en tener cerca un puesto de salud, con médicos, personal paramédico, droguería y dotación correspondiente. Pero esto en nada ha mejorado los índices de salubridad.

viernes, 19 de julio de 2013

VERGÜENZA DEL DINERO
AGUSTIN RICARDO ANGARITA LEZAMA
He defendido en múltiples escenarios que no se nace humano sino que lo humano es una construcción social. Esa construcción tiene que ver con la educación, con la socialización que desde la casa, las aulas, el trabajo y la vida cotidiana se recibe todos los días. No obstante, se estrella uno con situaciones que ponen a pensar si realmente la educación que recibimos nos forma y humaniza.
Hace unos días, al salir de un hospital, fueron capturados varios empleados mientras se sustraían medicamentos de ese ente de salud. Se sospechaba que se habría constituido una red interna para robarse la droga de los enfermos hospitalizados y venderla a menor precio en algunas droguerías de la ciudad.Como estos contratistas fueron capturados en flagrancia se procedió a cancelar sus respectivos vínculos laborales legales. Uno de los implicados decidió contarles a las autoridades los pormenores de la cadena delictiva. Más de cincuenta personas resultaron desvinculadas…
Al revisar las hojas de vida de los funcionarios despedidos se constata que todos tenían altos niveles educativos y una trayectoria larga en salud. Y aquí vienen mis dudas. Trabajando en una institución de salud y con una buena formación académica y profesional, debería ser claro y fuera de toda duda, que los pacientes, y sobre todo, su bienestar, era lo más importante de su trabajo. Empero, esto no sucedió, por lo menos para estas personas.
No se robaban las aspirinas ni las tabletas de acetaminofen. Sino la droga más costosa prescrita para el cáncer o para los pacientes en estado crítico. Es decir, arrancaban con despreocuparse por la salud de los enfermos. Seguían por no importarles el bien más sagrado que le entregan los pacientes al personal de salud: su vida. De la manera más inmoral e insensible, se robaban los medicamentos de los pacientes más enfermos y aceleraban su destino fatal. Finalizaban por ser los abanderados de la muerte. ¡No creo que nada justifique esta bellaquería!
Uno entiende que la salud esté en crisis. Que a los trabajadores no les paguen oportunamente y tengan que pasar penurias para mantener sus hogares, pagar los colegios de sus hijos o las obligaciones con los servicios públicos, etc. También que existan muchas personas honestas, abnegadas y probas que trabajan en el sector salud. Pero esto no puede disculpar que se juegue con la vida de seres humanos indefensos y encima lesionados por enfermedades crónicas o agresivas, incluyendo niños.
¿Dónde queda la ética profesional que obliga a tener como principio, que por encima de todo no se debe hacer daño al paciente ni someterlos a riesgos innecesarios? ¿Dónde queda la moral religiosa que enseña que no se debe matar? porque robarle la droga a los enfermos es condenarlos a muerte, es matarlos silenciosamente. Esta sociedad donde el fin justifica los medios, pone por encima del respeto a la vida y la dignidad de las personas, la avidez por el dinero y el apego por acumular bienes materiales.
Para muchos hablar de ética es una antigualla. Prefieren hablar y saber de negocios, vanidades y oportunidades monetarias. Pero la ética no es la estulticia de reducirla a enseñar la urbanidad de Carreño. La ética de la vida, además una tarea inaplazable, debe ser una responsabilidad de todos los ciudadanos, sin ninguna excepción.
www.agustinangarita.com



martes, 16 de julio de 2013

PIEDRA CONTRA LA CORRUPCIÓN
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La corrupción es quizá el problema más grave que aqueja nuestra sociedad. Claro está que no es un problema exclusivamente nacional. De ninguna manera. Es un problema mundial, que carcome hasta las sociedades más desarrolladas y civilizadas. Pero limitarnos a decir esto es consuelo de tontos. La corrupción inicia en la no interiorización y asimilación de la ley. En unos casos porque la ley es injusta o favorecedora de intereses particulares; o porque preferimos la subcultura de la viveza en la que la ley es “para los de ruana” o para los giles, o porque hay que aprovechar el “cuarto de hora”. Además, nos encantan los atajos, privilegios y ventajas exclusivas. Y como nuestro verdadero dios es el dinero, hay que rendirle culto permanente.
Luchar contra la corrupción es, entonces, una tarea muy difícil. Casi imposible de erradicar. Me recuerda lo que decía el ex presidente Julio Cesar Turbay, que la corrupción había que mantenerla en sus justas proporciones, evitar que se desborde pero muy complicado acabarla. Para combatirla se necesita la voluntad de todos no de tres o cuatro.
Es por eso que causa sospecha el discurso que quieren enarbolar algunos presentándose como los abanderados de la moral y los cruzados contra la corrupción. Ellos no buscan acabar con los corruptos sino reemplazarlos, sustituirlos. Las prácticas sucias van a seguir pero con ellos como protagonistas. ¿De dónde aquí, seres humanos que se han destacado por su ambición por el dinero y por acumular prebendas, van a ser los que defiendan la ética que nunca han tenido y los que protejan la moral pública que siempre han escamoteado? Hay que dudar y mucho de esos discursos mesiánicos que hablan de honradez para ocultar apetitos insaciables por lo que no les pertenece.
Entristece descubrir que tanto en las entidades públicas como en las privadas suceden cosas similares en lo que a corrupción corresponde. Esta muy bien que se vigile, pero para cuidar y proteger, no para aprovecharse de lo vigilado y menos del vigilado. Es claro que se debe denunciar sin temor, pero cuando se tengan pruebas irrefutables de lo que se denuncia, no por simples indicios, o por favorecer oscuros intereses politiqueros. Ahora que está de moda hablar del matoneo, es importante que nos demos cuenta que no es un tema exclusivamente de las instituciones educativas. Es horroroso escuchar como personas sin ninguna prueba acusan a otros, generalmente funcionarios, de cometer todo tipo de delitos. El problema no solo es la calumnia,  es que los acusados tienen hijos, esposa, familia y allegados, y estos conocidos que escuchan en los medios por donde se acusa sin fundamento a su familiar o amigo. Muchos niños son abucheados por sus compañeritos de clase o de juegos porque escucharon por un medio de comunicación que su padre era corrupto, tramposo, ladrón o como para algunos les parece gracioso decir, una rata…

Muchos de estos acusadores invocan de manera constante a Dios. Valdría la pena que recordaran antes de juzgar a priori, lo que él enseñó cuando vio la muchedumbre que apedreaba a una mujer que señalaba de pecadora irredenta: “el que se sienta libre de pecado, que tiré la primera piedra”.

martes, 9 de julio de 2013

SIN PRIVACIDAD NI LIBERTAD
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
En la antigua Grecia el concepto de lo privado no era bien visto. Para los griegos lo más importante era la vida pública, lo privado se reducía a lo íntimo, a lo de poca monta y de escaso interés.
Con el advenimiento de la modernidad, poco a poco la vida privada gana un espacio que no tenía. Por decirlo de alguna manera, la vida privada, como las quinceañeras, hace su presentación en sociedad. Desde ese momento lo social queda dividido en dos: lo público o lo de todos, y loprivado o lo individual. Fue una ganancia para la sociedad, porque dedicarse a asuntos particulares o privados dejó de ser visto como un tema peyorativo y de mal gusto social.
El tema de lo privado ha continuado ganando terreno hasta el punto que ya hace parte de los derechos del individuo, de los derechos humanos fundamentales. La intimidad y la privacidad son un derecho sagrado, por lo tanto vedados a cualquier intrusión por parte del estado o de otros individuos. Más de un artículo de nuestra constitución política reconoce la importancia de preservar el fuero de lo privado y de lo íntimo.
El Estado es un ente creado para el servicio de los ciudadanos. Su esencia y naturaleza es servir a sus asociados. Con el paso del tiempo, el Estado ha ido ganando cierta autonomía y por razones de confianza y tranquilidad resulta, paradójicamente, más importante la seguridad del Estado que la de los mismos ciudadanos. La creación, que es un ente abstracto e inmaterial, se asume más importante que sus creadores, que son reales, sensibles, razón de ser de la existencia del Estado. Una monstruosidad.
Esta degeneración trata de convencer a los ciudadanos que pierdan lo ganado con su privacidad y mundo íntimo, para permitir que el Estado, que debería ser la expresión de lo público, indague sin cortapisas en los asuntos privados. Es como sostener que para preservar la libertad se ofrece la seguridad de una cárcel. El Estado argumenta que para que la sociedad sea segura él debe meter sus narizotas en las llamadas telefónicas, cartas, correos electrónicos y todo tipo de comunicaciones.
No faltará el despistado que diga que el que no tiene nada que ocultar no debería preocuparse. Esto es falso. Si fuera cierto las personas no bajarían la voz, para ser privados, cuando un ser amado las llama por celular. No conozco a nadie que quiera pedir favores, por ejemplo sexuales, a gritos en la plaza pública porque el que nada debe nada teme. Una cosa es la lucha contra la corrupción, las mafias y el bandidaje y otra querer desaparecer de tajo la intimidad de las personas. La privacidad es un derecho de la persona que hay que defender y exigir que se respete sin ninguna condición.
Fueron muchas las fechoría que desde el Estado se fraguaron contra la intimidad y la privacidad de centenares de ciudadanos, en las famosas chuzadas del DAS, dizque para garantizar la seguridad del Estado. Se quiere construir un Estado seguro haciendo inseguros a los ciudadanos. Con este argumento se persiguió a opositores y se metió en cintura a muchos inconformes.

Hay que rechazar sin desmayo la intromisión del Estado en la vida privada, un derecho fundamental de las personas.