domingo, 23 de febrero de 2014

LOS NEGOCIOS MILITARES Y LA PRENSA

Indignación general causaron las denuncias de la revista Semana sobre la corrupción en las Fuerzas Militares. La molestia ciudadana proviene de varios aspectos relacionados. La primera es que la información los periodistas la obtuvieron de la comisión de acusaciones de la cámara de representantes, donde reposa sin ningún uso desde hace meses. La segunda es que es valerosa la actitud de la prensa en destapar este tipo de actos delictivos. La tercera es que no pase a mayores la investigación salvo pequeñas escaramuzas, chivos expiatorios, etc.
Los altos mandos, que son los gravemente implicados, han puesto el grito en el cielo. Acostumbrados a su intocabilidad y a hablar duro, han tratado de decir que es una afrenta contra las instituciones, que se favorece a la guerrilla, que se quiere acabar con la credibilidad de una institución respetable, que se arruinará la moral de las tropas y que son actos de politiquería o de odio contra las fuerzas militares.
¿Qué contó la revista Semana? Que existe una compleja y bien organizada red entre los altos mandos de las Fuerzas Militares, que utilizando información privilegiada, dan contratos a dedo, amañan licitaciones, cobran suculentas tajadas por adjudicar contratos, sobornan jueces y autoridades de control venales y se enriquecen a expensas de los dineros que pagamos los colombianos.
Pero no fue solo eso. Esta red también se ocupa desde las prisiones militares de traficar información, comprar testigos, acomodar testimonios o recaudar dineros para sobornar fiscales y jueces, y reacomodar detenidos por falsos positivos en las guarniciones militares. Además, coordinan, definen y cobran la intermediación para los traslados presupuestales de las guarniciones militares, desvían los presupuestos para gasolina, utilizan indebidamente los tiquetes aéreos dándoselos a abogados defensores, así como usan vehículos oficiales y hombres uniformados para servicios personales o vigilancia de familiares. También venta ilegal de armas, privilegios para detenidos, permisos irregulares de salida, usos de casinos castrenses y hasta disfrute de vacaciones de los presos por fuera de sus sitios de reclusión.
Hay  evidencias de planes para obstruir, enfrentar y desprestigiar la justicia. En resumen, lo que se pone de manifiesto es una completa organización para saquear el estado.
Preocupa la reacción de algunos militares de alto rango, unos ya retirados, quienes quieren hacer ver que la labor periodística de investigación es nociva para su institución. Es más, se atreven a insinuar que se hace en complot con organizaciones subversivas o enemigas del país. Nadie duda de la abnegación de nuestros soldados y policías que entregan su vida y su tranquilidad por la seguridad de los colombianos. Pero es cosa distinta que sus jefes se aprovechen del buen nombre que le dan a la institución los esfuerzos de sus hombres y busquen enriquecerse a costillas de todos nosotros. Y para rematar que le echen la culpa a los periodistas por hacer bien su trabajo y destapar este tipo de acciones delincuenciales. En este caso, la prensa cumple con su deber, y algunos militares hacen mal su tarea y culpan a los primeros por denunciar su proceder. Los pájaros disparándole a los fusiles.

martes, 18 de febrero de 2014



RESPONSABILIDAD MÉDICA COMO PRINCIPIO
La crisis de la salud ha sido analizada desde muchas aristas. Sin embargo hay un enfoque que me parece importante debatir. Son las quejas contra los jóvenes estudiantes de ciencias de la salud. Es verdad que muchas son infundadas. Pero hay otras para reflexionar, especialmente desde la academia, que es la encargada de formar los nuevos profesionales.
No tiene sentido que algunos estudiantes en entrenamiento que hacen su tiempo de internado en el hospital, se destaquen por revisión incompleta y a la carrera de pacientes, trato desobligante e inhumano con los enfermos y familiares, llegadas tarde a cumplir sus labores, recurrir de manera sistemática a mecanismos legales para evadir sus obligaciones, laxitud académica frente a sus responsabilidades médicas, etc.
Se conocen casos de estudiantes de último año de medicina que han sido descubiertos haciendo fraude en sus evaluaciones, utilizando sus teléfonos celulares para usar el internet. Otros que falsifican las evaluaciones y calificaciones de sus docentes. Más allá de la pérdida de las evaluaciones y asignaturas por tramposos, lo que está en entredicho es la formación ética del futuro médico. ¿Son dignos para confiarles la vida de los ciudadanos? ¿Si sus conocimientos son precarios y mediocres, con qué cara le van a salir a sus pacientes? ¿Será que argumentarán que el día que enseñaron el tema por el que consulta el enfermo, ellos se inventaron una excusa para cubrir su inasistencia? ¿Si mientras están en entrenamiento que tienen algún tipo de supervisión, son tan negligentes, cómo serán después?
Es verdad que hay estudiantes de medicina interesados, juiciosos, responsables y capaces. Pero no son la mayoría. Es cierto que la salud se transformó en un negocio. También lo es, que los negociantes no desean tener consideraciones más allá de mejorar sus ganancias e ingresos personales. Pero los estudiantes de medicina no pueden formarse como si fueran negociantes o como si se prepararan para ejercer el negocio de la salud. Un enfermo es un ser humano que sufre y que demanda ayuda no una oportunidad de negocios.
Las autoridades universitarias han entendido la importancia de los derechos de los estudiantes, incluyendo los de ciencias de la salud. Eso es muy bueno. Pero no pueden, de ninguna manera, migrar hacia normatividades de todo derecho ninguna obligación o cero deberes. Que la democracia permita a los estudiantes elegir a sus directivas no es patente de corso para que se vuelvan débiles ante violaciones de la ética profesional y de la dignidad humana.
Necesitamos más y mejores médicos. Bien remunerados y respetados. Bien preparados y formados. Médicos solidarios y con un gran compromiso humanitario. En manos de los médicos se les entrega el bien más preciado que tiene un ser humano: su vida. Un ciudadano espera que quien se encarga de su vida y su salud sea un ser probo, responsable, idóneo, cálido y cargado de humanismo, no alguien que solo le interese el dinero, la buena vida y los boatos que puede llegar a dar esta hermosa profesión.
Los tribunales de ética médica conocen a la perfección este tipo de quejas. Las autoridades universitarias deben apersonarse de manera seria sobre este asunto.
Médico cirujano U. del Cauca.

jueves, 6 de febrero de 2014

ODIO, POLITICA Y SOCIEDAD
Las campañas para elegir congresistas están en pleno desempeño. Lo llamativo, más allá de los jingles insulsos y las propuestas insípidas, es el odio que reflejan algunas. Unas consideran que atacando el establecimiento con todo tipo de argumentos, la mayoría falaces e inventados, lograran el favor electoral de los ciudadanos. Otras, destilan su resentimiento contra los demás candidatos.
El odio es un sentimiento primitivo, incomprendido y bestial. Es un sentimiento dominante que obnubila y no deja espacio para la reflexión fuera de él. El odio no ofrece confusiones. Se odia y ya está. Su objetivo es claro, es perseverante y la meta es fija: dañar al que se odia. Por eso es primitivo y bestial. Es totalmente destructivo, carcome conciencias, envenena almas, no entiende razones y solo aspira a actuar, superando todo obstáculo.
El odio es un sentimiento traidor y repudiable. Toma el control de las personas y les hace perder el dominio sobre sus acciones. A nombre del odio se han desarrollado guerras, masacres, violaciones, venganzas y todo tipo de vergüenzas humanas. El odio sabe a sangre y hiede a muerte. Las sociedades a través del tiempo han tratado de reprimirlo, de controlarlo, de apaciguar su fuego…
Como la sociedad en general no lo ve con buenos ojos, los que odian lo disimulan y tratan de aparentar otra cosa. Lo camuflan bajo banderas de patrioterismos, de defensas a la comunidad, de la fe, de la familia, de la justicia social, la dignidad humana o la tradición. Y se escuchan, entonces, candidatos que dicen defender la paz, pero desapareciendo los contradictores. La paz de los cementerios. También están los que enarbolan estandartes de la defensa de la democracia y la civilidad, para aprovechar para su beneficio, los espacios de los que ellos odian.
La mentira y la soberbia son caretas del odio. Las almas cargadas de rencor, no pueden pensar, solo quieren actuar. Y candidatos con esas almas no deben estar en los puestos de dirección. Los grandes líderes de la humanidad como Jesucristo, Mahoma, Buda, Confucio, Dalai Lama o Gandhi han construido su doctrina sobre la base del amor y la humildad. Nunca del odio o la soberbia. Pregonan amor y respeto al prójimo. Exaltan la vida y no la muerte. Pero ahora quienes pretender liderar nuestro país y nuestra región pregonan rencor, enfrentamiento, odios y muerte.
Vale la pena que los ciudadanos que aman la convivencia, que quieren vivir en paz, que quieren ver a sus hijos y nietos crecer y disfrutar la vida, estén atentos frente a estos discursos y arengas cargadas de mentiras y engaños que incitan al irrespeto, al odio, a la guerra, a la muerte. Ante tanta sangre y lágrimas derramadas, ante tanto dolor causado solo merece construir puente de entendimiento, de reconciliación, de amor, de olvido y solidaridad.
Los discursos del odio son siempre negativos. Proponen destruir pero no edificar. Para votar busque propuestas positivas, realizables, serias y de contenido. Es posible que le sea difícil encontrarlas. Pero existen. Y cuando encuentre las que llevan odio piense un instante en usted, en su familia, su ciudad y su país antes de aceptarlas.
www.agustinangarita.com

sábado, 1 de febrero de 2014

LA ÉTICA ES PODER

La ética es una rama de la filosofía que se dedica al estudio de la acción humana, pero también del deber, la virtud, la felicidad y especialmente del buen vivir. Las reflexiones éticas permiten elaborar juicios sobre las conductas y/o intenciones humanas, tales como “correcta”, “incorrecta”, “buena”, “mala”, “prohibida”, “permitida”... En palabras de Fernando Savater, la ética es el arte de vivir, de saber vivir, de discernir lo que conviene o no. La reflexión ética señalaría cómo deberían actuar los miembros de una sociedad y la responsabilidad que deben asumir por ser parte de ella.
Hoy creo que en general la ética no pasa  de ser un simple enunciado. No se ha materializado en un comportamiento ético con principios y reglas de cumplimiento obligatorio. La ausencia de esta virtud deteriora la vida colectiva y hace difícil la convivencia.
En la democracia, para que el poder no se concentrara en pocas manos, se pensó en dividirlo y distribuirlo. El poder legislativo, se encargaría de crear leyes y normas en nombre de la voluntad popular. El poder judicial de manera independiente debería aplicar las leyes e impartir justicia. El poder ejecutivo sería el encargado de gobernar y hacer efectivas obras y acciones del estado. Entre los tres se vigilarían y equilibrarían poderes. Con el paso del tiempo y el desarrollo de la tecnología, los medios de comunicación han ganado espacio importante y serían el cuarto poder: la voz y la mirada de la ciudadanía que ya no se siente representada en el poder legislativo ni en el ejecutivo.
Hoy se puede constatar que la división de poderes no ha sido suficiente para impedir que el poder se mantenga en manos de unos pocos. Que la mayoría de los medios de comunicación se acomodan al lado de los poderosos. Y la ciudadanía queda huérfana, empobrecida y desamparada. La corrupción, el clientelismo, el nepotismo, la politiquería, la mentira y el engaño son los estandartes de muchos gobernantes y políticos. ¿Qué hacer entonces?
La ética, si bien es cierto tiene que ver con los comportamientos personales de los individuos, en la medida de su interiorización, discusión y puesta en práctica se transforma en procesos sociales, en imaginarios colectivos. Una sociedad que se guía por principios éticos es una sociedad donde la convivencia y la paz encuentran terreno abonado para el progreso, la justicia y la equidad. Una sociedad sin ética está condenada al fracaso, a la barbarie.
Constituyamos la ética en el quinto poder. En el poder global de los ciudadanos. Debemos exigir que la política se dedique al bien común. Que la corrupción no tenga opciones. Que los gobernantes, funcionarios, profesionales y políticos se comporten éticamente. Y a los que se nieguen la ciudadanía les exija o los castigue con su indiferencia electoral o profesional. En Colombia los corruptos o tramposos no son mayoría, pero muchos gobiernan porque se lo hemos permitido. Es hora de tomar las riendas de nuestro destino, de nuestra ciudad, de nuestra región.
La ética debe dirigir todos nuestros comportamientos como buenos ciudadanos. La ética es nuestro verdadero poder para la convivencia en paz. El poder real de la ciudadanía.

@agustinangarita