martes, 24 de septiembre de 2013

CORAZÓN DE CEMENTO
La ciencia política enseña, desde el punto de vista teórico, cuales son las necesidades de una sociedad. Se habla entonces de la salud de los habitantes, de los problemas de desempleo, de las deficiencias educativas, de espacio público, de recreación o de movilidad. Empero, en la actualidad lo que moviliza a la mayoría de la gente son los problemas de infraestructura, específicamente las vías.
Muchos miden el progreso por el estado de calles y avenidas. Lo demás es secundario o de poca monta. Si se mejora la salud, la educación, la recreación y el deporte, la atención de la niñez, del adulto mayor o de la población vulnerable, todo eso nada vale si no se tapan los huecos de las calles. La calidad de vida se ve reducida a la cantidad de asfalto ejecutado.
La ciudad de Ibagué tiene más o menos 425 kilómetros de vías. De los cuales, al entrar este gobierno, alrededor de 370 estaban en mal estado. Pero más grave, es que la red de alcantarillado de la ciudad está obsoleta en un 70%, lo mismo las redes del acueducto. Recuperar estas dos redes cuesta más de 400 mil millones de pesos, además de la incomodidad de romper casi todas las calles y avenidas de Ibagué. No se debe recuperar una vía sin solucionar los problemas de alcantarillado y acueducto, porque el agua subterránea deteriora lo que se haga encima de ella.
Pavimentar un kilómetro de vía cuesta un poco más de mil millones de pesos. Luego arreglar las vías de la ciudad cuesta por encima de los 370 mil millones, sin contar los costos de acueducto y alcantarillado que son otro tanto o más. En el 2012 este gobierno recibió un presupuesto que aprobó la administración anterior para arreglo de vías de solamente 3 mil millones. Es  decir, para recuperar tres kilómetros de los 370 dañados. Y cero pesos para arreglar las envejecidas redes del Ibal.
La alcaldía, ante esta gran dificultad, presentó un proyecto de endeudamiento al Concejo municipal, el cual fue aprobado para los cuatro años de gobierno. De los cien mil millones de cupo de endeudamiento, algo menos de 40 mil millones son para arreglar vías. En los cuatro años de este gobierno, con gran esfuerzo y responsabilidad se podrían recuperar casi 70 kilómetros y faltarían 300… Por eso se decidió priorizar las rutas de los buses y el centro de la ciudad. Se trabaja duro pero es insuficiente porque no alcanza el dinero. Los arreglos han sido bien hechos, no aplicando capas superficiales de asfalto sino recuperando a profundidad la vía para que el remedio dure y sea efectivo.
Como el abandono vial era tan crónico y tan grande cualquier esfuerzo se nota poco. Y el corazón de cemento de la mayoría de la gente, ve lo que hace falta más no lo que se ha hecho. Y todo el trabajo social que ha realizado el gobierno municipal no se tiene en cuenta. 
Llama la atención que todos los que vienen a la ciudad valoran su progreso, sus avances y las grandes posibilidades que se están gestando. Muchos inversionistas ven en Ibagué un centro de oportunidades y de negocios. Pero los ibaguereños, poco informados, cargados de pesimismo y escepticismo, no reconocen casi nada. ¡Qué vaina!

www.agustinangarita.com

lunes, 16 de septiembre de 2013

VANIDAD SOCIAL
Fue noticia destacada en las redes sociales el hecho reciente de un joven filipino quien se ha practicado 16 intervenciones quirúrgicas para cambiar su rostro y parecerse a Superman, el personaje de las películas. Esta persona quiere salir por las calles vestido de superhéroe y ser reconocido por prestar algún servicio.
Este caso es modelo de lo que hoy sucede en el mundo. Las personas consideran que su apariencia es lo más importante. Por eso las dietas para bajar de peso se venden como pan caliente y todo lo que tenga que ver con el cuidado del cuerpo. Además, de todo tipo de productos de belleza, para desaparecer arrugas, reducir barriga, tonificar glúteos o senos, para disimular canas y el paso del tiempo, etc. La ropa sigue la misma línea y ofrecen pantalones para dama que levantan la cola o calzoncillos que hacer ver prominentes las partes íntimas masculinas. Igual con los sostenes, fajas o extensiones, tinturas para el pelo o sustancias vigorizantes.
Hace unos días llegó a mi consultorio una dama quien presentaba unas úlceras en los labios mayores de su vagina. Llevaba ya varios meses con su problema y recibiendo múltiples tratamientos infructuosos. Al indagar por la causa de su mal me informó que se había mandado a blanquear su piel íntima con laser porque le molestaba el natural color oscuro que tenía. Pregunté a los cirujanos plásticos y me contaron que no sólo es frecuente este procedimiento sino que también se hace alrededor del ano tanto en hombres como en mujeres. Además me dijeron que era un procedimiento muy doloroso que exigía anestesia general.
¡Hasta donde nos está llevando la vanidad! Poner en riesgo la vida aplicándose tratamientos que entrañan peligro únicamente para mejorar las apariencias. Esto parece no tener freno. Para mejorar la masa muscular muchos se someten a tratamientos hormonales que lastiman la salud. Una bella señora, exitosa comerciante, me preguntaba que se podía hacer para borrar una cicatriz que le había dejado desde niña una quemadura. Su cuerpo tonificado por el ejercicio, era proporcionado y agradable. La cicatriz cubría una parte del glúteo y el abdomen bajo. Seguramente había usado múltiples cremas porque la cicatriz era suave. Sin embargo, ella no se atrevía a ir a piscina en vestido de baño por la pena de mostrar la huella del fuego en su piel. Incluso me dijo que no se dejaba ver el cuerpo de su esposo, con el que tiene una hija.
En alguna ocasión entable conversación con una profesora de Alemania oriental, le pregunté cómo se sentía después de la caída del muro de Berlín. Ella me dijo que el muro que había que destruir era el que llevaba la gente en la cabeza. Igual sucede con la señora que lleva la cicatriz en la mente más que en la piel. Esta sociedad de apariencias no valora el ser, sino el parecer. La inteligencia se mide por la protuberancia de las nalgas, del busto de las damas o los músculos de los metrosexuales.

Sociedad vacua y enferma que para vender sus vanidades le hace creer a la gente que eso mejora la autoestima y fortalece la personalidad.  Que favorece la frivolidad y las apariencias para luego quejarse por la falta de sentido, compromiso y responsabilidad.

viernes, 6 de septiembre de 2013

EL VALOR CIVIL FRENTE A LA RESPONSABILIDAD

Que difícil se convierte para el ciudadano común y corriente aceptar una crítica. Para él o ella toda crítica tiene el ácido que corroe y debe rechazarse de plano. No hay que darse espacio para reparar las posibilidades de verdad en esa crítica. Lo importante es alistar la disculpa, la excusa o la repostada. Una opción es echarle la culpa a otro. Hay que quedar bien a toda costa. Otra posibilidad es ponerse energúmeno, zapatear y hacer escena, para tratar que el ofuscamiento disipe la crítica.
En todos los aspectos es una manera fácil de evadir responsabilidades. Un verdadero ciudadano afronta el problema. Sin personalizarlo. Buscando salidas y soluciones no excusas ni disculpas. Asombra que, por poner un ejemplo, personas contratadas para hacer ruido, cuando se evalúa su prolongado silencio o sus sonidos casi imperceptibles, en lugar de revisar las razones de su falla, responden endilgándole la culpa a la sordera de los demás o cosas por el estilo.
Si una persona se compromete a algo y eso queda expresado claramente en sus funciones, no se entiende por qué al constatar que las funciones se cumplen parcialmente o definitivamente no se cumplen, la ciudadanía debe contentarse con que la función no se ejecute, el incumplido se enoje, insulte, ataque y que sea ella la que resulte siendo culpada por el que falló. Bonito así.
En el estado los gobernantes deben exigir que sus subalternos cumplan con sus responsabilidades y no aceptar, por ningún motivo, excusas por respuestas. Si la ciudadanía, que es en últimas la que paga los sueldos de los funcionarios, espera recibir una acción o un servicio, no puede obtener solamente disculpas o justificaciones. Un buen funcionario siempre es autocrítico con su trabajo. Es la única manera de mejorar siempre. Debe mantener abierta la mente para recibir críticas. No una ni dos, sino todas las que se presenten, hasta que la gente no tenga ya nada más que decir porque su trabajo es eficiente y acertado. Si escucha con atención, seguramente encontrará quejas justificadas y entenderá la necesidad de modificar conductas, de preparar estrategias y asimilar que una cosa es él o ella como persona y otra cosa son sus responsabilidades.
He conocido funcionarios que son excelentes personas, amables, joviales, respetuosos, pero ineptos. Ninguna persona va a una oficina a que con cariño y delicadeza le mientan o la engañen. Seguramente prefiere una persona seria pero eficiente. Lo ideal sería amable y eficiente, pero eso no es frecuente.
Si un grupo humano fue contratado para realizar una función y esa, por diversas razones, no se está viendo, en lugar de enojarse, buscar excusas o defenderse, el grupo debe evaluar nuevas estrategias, nuevas maneras de hacer lo que saben para poder ser eficientes y cumplir con su responsabilidad. La rutinización de la vida mata. Que tal un cirujano, por muy calificado que sea, que se excuse detrás de sus títulos y laureles, o en el conocimiento juicioso de una técnica, cuando su paciente no salió bien del quirófano.

Su responsabilidad es que sus pacientes salgan bien, y si para ello debe innovar, crear o improvisar, debe hacerlo, no buscar disculpas, justificaciones individuales o colectivas, y menos ponerse bravo o insultar a los que les hacen ver los errores.