miércoles, 24 de diciembre de 2014

SOLEDAD Y MELANCOLÍA
En pocos días estaremos en Navidad, fiesta que simboliza el encuentro en familia y el calor de hogar. No obstante, muchos no celebrarán. O si lo hacen, será con el corazón arrugado. El individualismo, el egoísmo, la envidia, la superficialidad y las vanidades que hoy manejan el mundo, sumados al apego a las cosas, la sed de éxito y el espíritu de competencia, han cosechado  soledad por doquier.
Hasta los exitosos sufren de soledad. Si bien es cierto que se ven siempre rodeados, muchos de los que revolotean a su alrededor lo hacen por conveniencia personal, no por admiración, respeto ni amistad. Los que no logran el éxito los miran con desprecio. La envidia, a los no exitosos, no les deja ver más allá de su nariz. Cuando les queda oportunidad, hacen todo lo posible para hacer fracasar al exitoso, ya sea haciendo o dejando de hacer. Sienten alegría, no confesada la mayor de las veces, con los fracasos de los demás y está es mayor cuando el traspiés es de exitosos.
Los que fracasan también viven solos. Nadie quiere ser amigo suyo. Al contrario, le temen que se acerque a pedir, aunque sea compasión o conmiseración. La envidia es un sentimiento que carcome almas y empuja a la soledad. Y el modelo excluyente de esta sociedad empeora la situación. En la droga hay centenares de seres humanos a quienes la sociedad les dio la espalda, a los que el reconocimiento nunca les llegó, a los que creyeron que la droga abría puertas para el relacionamiento y la felicidad, a quienes la soledad les lacera el espíritu y empuja al delito.
Esta celebración de fin de año debe permitirnos hacer un alto en el camino y repensar lo que hacemos. Entender que el que labora en lo que no siente ni le gusta, acumula resentimiento, malos resultados y poco a poco soledades… Igual pasa con el estudio. Los que hacen lo que les gusta y le ponen el alma, le ponen todo el empeño y energías, superan dificultades, siembran alegrías, esperanzas y mantienen el corazón limpio y sereno para cultivar amistades y sólidas compañías.
La envidia es el sentimiento mezquino del que quiere lo de los demás, del que no respeta ni valora al otro, del que se supone mejor sin demostrarlo. Con sus ojos cargados de rencor no ve en los demás sino contrincantes, rivales que le quieren arrebatar lo suyo y a los que debe recelar y de los que debe defenderse. La amistad, el amor y el respeto solo nacen desde la confianza, y esta no germina desde el egoísmo ni el afán por competir con los demás.
Un mundo sin confianzas, sin respeto, sin amistades, sin amor, con egoísmo y envidias es un mundo lúgubre, oscuro, frío, áspero y poco halagüeño. Cuentan que Diógenes Laercio se paseaba por los mercados de su ciudad y se reía viendo todas las exuberantes cosas que ofrecían y que él no necesitaba. Y decía que rico no es el que acumula mucho sino el que menos necesita. El que está dispuesto a darse necesita poco… 

viernes, 5 de diciembre de 2014

INDIFERENCIA Y DELITO

Un joven profesional fue a un cajero electrónico y sacó dinero que necesitaba para algunos asuntos. Luego invitó a su novia a cenar y se dirigieron a un restaurante de la ciudad. Estaban ubicándose en una mesa cuando, de manera súbita, dos tipos los amenazaron con un arma de fuego y les exigieron entregar el dinero. Sabían que había ido al cajero. Al resistirse le propinaron dos tiros y huyeron. Gravemente herido fue llevado al hospital. Una herida de aorta le produjo una masiva hemorragia que no se alcanzó a controlar y murió.
Hace una semana comenté en este espacio sobra las pandillas en los barrios y como se inician en el consumo de alucinógenos para tener valor a la hora de asaltos y robos. No obstante, la gran mayoría de personas con las que conversé sobre el tema, además de un pequeño asombro, se encogieron de hombros. Algo así como ese es un asunto de los barrios marginales; yo cuido, quiero a mis hijos y les doy todo lo que necesitan; ellos no se meterán a ninguna pandilla. El individualismo nos lleva a asumir posturas de indiferencia frente al dolor y la necesidad ajena. El amor al prójimo no pasa de ser una retahíla que se repite cuando se ora.
El doloroso asesinato de este profesional me hizo reflexionar que ese ha podido ser mi hijo o el de alguno de los que miran con indiferencia lo que pasa y crece en la ciudad. En estos barrios olvidados por el estado e inundados por la pobreza y la desesperanza, se cocina todos los días, no siempre a fuego lento, la violencia intrafamiliar, la falta de oportunidades, el desempleo, embarazos adolescentes no deseados, el abuso sexual infantil, la drogadicción, falta de futuro, microtráfico y delincuencia. Por lo tanto, es allá donde debemos poner toda nuestra ayuda y atención. El delito no se combate sólo con policía, con cámaras de seguridad o con alarmas. Se combate con recuperación social y abriendo oportunidades. No es con caridad sino con solidaridad. Tampoco con politiquería. Es acompañando procesos desde y con la comunidad.
Estoy convencido que más vale un centímetro de acción que kilómetros de buenas intenciones. Con unos amigos y estudiantes de la UT vamos a organizar procesos para ocupación del tiempo libre de muchos jóvenes en algunos barrios de la comuna 7. No será a nombre de nadie en particular. Serán acciones con las que queremos contribuir. No vamos a discutir si el estado hace o no. Esa discusión permite a muchos disimular su indiferencia y no hacer algo considerando que eso le toca a otros. Creo que es una manera de devolverle a esta ciudad lo mucho que nos ha dado.

Invito a que cada uno piense qué puede hacer por Ibagué. Cómo puede ayudar a mejorar esta ciudad que decimos amar. Sin alharacas. Con acciones. Si cada uno se decide a hacer cosas buenas por la ciudad y abandonamos la indiferencia, el egoísmo y la apatía pronto tendremos la ciudad que nos merecemos. ¡Manos a la obra!

martes, 2 de diciembre de 2014

PANDILLAS JUVENILES EN IBAGUÉ

Un problema en la ciudad, que muchos desconocen y algunos no quieren ver, es el de las pandillas juveniles. Crece el número de barrios asolados por este problema y preocupa la indiferencia de las autoridades frente a él.
Las pandillas juveniles son pequeños grupos de muchachos y muchachas unidos por lazos de afecto, afinidad y solidaridad. Estas afinidades pueden ser variadas: amor por un equipo de fútbol, por un tipo de música, un estilo de vida, gusto por la droga o por fines delictivos, entre otros. Desde el programa de ciencia política de la Universidad del Tolima se realizó una investigación en barrios del extremo nor-oriental de la ciudad en la comuna 7. En sólo cuatro barrios encontraron 4 pandillas y una alta inseguridad.
Las características de los integrantes de estas pandillas fueron: núcleos familiares rotos, sentimiento que el estudio no les ofrece futuro, falta de reconocimiento social y familiar, marginamiento, tejido social escaso, violencia intrafamiliar y consumo de sustancias sicoactivas. Elementos comunes son el microtráfico y el comportamiento violento. Al entrevistar a algunos pandilleros se hizo evidente la falta de afecto en sus vidas, el maltrato crónico en el seno de sus hogares y el contacto temprano con el consumo, con expendedores de alucinógenos y el abandono del estudio o del trabajo.
Los que son hinchas del fútbol, aparte de su amor por la camiseta y el consumo consuetudinario y mezclado de bazuco, marihuana o alcohol, descargan sus pasiones con los vidrios, puertas o mobiliario de los vecinos. Si se atraviesa un hincha de otro equipo lo agreden y han llegado hasta apuñalarlos. Todos viven armados. El microtráfico es su supervivencia económica. La convivencia en estos barrios se hace muy difícil. Pero la violencia puede tener otros móviles, por ejemplo, castigan la infidelidad de alguna muchacha con un miembro de barra enemiga o el pisar territorios que consideran sagrados y propios. En estos barrios existen barreras invisibles que separan y dividen la vida cotidiana.
Otras pandillas se dedican al delito. Los jóvenes sienten una solidaridad en el grupo que la mayoría no recibe en su hogar, además se sienten protegidos porque saben que el que se meta con ellos se meterá con todo el grupo. Aprenden rápidamente a robar, a traficar y a buscar nuevos consumidores para poder venderles la droga y con el producido comprar lo que anhelan y mantener su consumo personal. Utilizan “carros”, así denominan a los niños que entran droga a sus colegios para distribuirla.

Estos jóvenes que se organizan en pandillas son hijos de la violencia y huérfanos de un estado débil y ausente. Son víctimas de la falta de oportunidades y de una sociedad indiferente donde el egoísmo, el individualismo y la soledad crecen como mala hierba para cosechar centenares de jóvenes que se pierden en el consumo de drogas ilícitas, en la delincuencia y que generan embarazos juveniles, nuevos hogares rotos y ambientes de inseguridad y dolor. La queja mayor de estos jóvenes es que la utilización de su tiempo libre solo les da la salida de la droga y la delincuencia…

lunes, 24 de noviembre de 2014

SI RESPETO Y NO TOLERANCIA

La forma como conocemos y aprendemos en Occidente no permite que el respeto se interiorice a medida que crece nuestro saber. Todo lo contrario. Nuestra manera de aprender entraña la negación del otro, el irrespeto y por lo tanto, es generadora de comportamientos violentos. Se nos ha enseñado que el mundo existente es igual para todos. De igualmente que conocer es hacer una representación mental o interior del mundo que existe allá afuera. De tal forma que mientras más detallada sea la imagen interior que se construya del mundo exterior, más coincidirá con los objetos que existen en la realidad fuera de nosotros. Eso lo asumimos como conocer…
Nadie conoce de igual manera. Cada uno conoce con su propia anatomía que es diferente en cada persona, con su propia historia, que es diferente aunque se viva bajo el mismo techo, y con su inteligencia, experiencia, sueños, miedos y limitaciones. Quiere decir que la imagen del mundo que cada ser humano de Occidente construye, difiere de la de los otros, aunque miren la misma realidad. Los problemas surgen con la creencia que la manera de conocer es universal, igual para todos, y que las imágenes que construimos deberían ser iguales o similares  para todos.
Entonces, se piensa que lo que cada uno conoce es la realidad y que lo que conocen los demás debería ser IGUAL a lo que uno conoció. Si esto no ocurre es porque los otros están equivocados, conocen mal o son de mala fe. El que conoce piensa que tiene un acceso privilegiado a la realidad y que lo que conoce es real, objetivo y además, verdadero. Los que conocen diferente estarían equivocados y su saber falso. En palabras simples, el conocer nos enseña a negar a los otros por el hecho de conocer distinto. Y como el otro está equivocado para qué escucharlo y por qué respetarlo…
Esta manera de conocer nos lleva al dogmatismo, al individualismo cerrero y creernos portadores de la verdad, a no querer escuchar al otro, a querer tomarnos siempre la palabra y nunca la escucha, a actuar y no a reflexionar. Mire con cuidado las discusiones que se arman en Facebook, por ejemplo, y encontrará el irrespeto y el adueñamiento de la verdad en los que discuten. Igual ocurre en la arena política, en el deporte, en las universidades, en los barrios y comunas, en los medios de comunicación, en la escuela…
Para tratar de convivir se inventaron la tolerancia. Que es una negación del otro pero que se posterga, que se aplaza. Es decir, el otro está equivocado, pero no lo contradigo, simplemente lo tolero.

Para construir convivencia debemos entender que cada ser humano en Occidente conoce distinto y que la vida en comunidad requiere comprender que nadie es dueño de la verdad, que ella es construida socialmente, por lo tanto, realizada por todos. Si nadie tiene la verdad, la convivencia se da en la medida que asumamos que tenemos que respetar al otro, no por equivocado, sino por diferente, distinto y diverso. Entonces se requiere respeto y aceptación del otro y no tolerancia o negación aplazada.

sábado, 15 de noviembre de 2014

CONSTRUYENDO PAZ

Por estos días y por todos los medios se habla de paz. Es el tema de conversación en muchos espacios de la vida local y nacional. Es un tema válido y legítimo. Pero la paz no es un tema exclusivo de gobierno y actores armados. Tampoco sólo de las víctimas. La paz requiere el aporte individual y colectivo de muchos. Para atemperar la paz cada uno de nosotros debe hacer evidente la violencia que está presente en cada uno de los momentos de nuestras vidas.
Hay violencia en la imprudencia del que maneja moto y quiere adelantar vehículos sin respetar normas, en contravía, por los andenes, o viajar a velocidades no permitidas. Hay violencia en los conductores de vehículos que piensan que la vía es un campo de combate o de carreras. Hay violencia en el conductor que cuando el semáforo se pone en amarillo, en lugar de frenar, acelera poniendo en peligro las vidas propia y ajena. Hay violencia en la autoridad de tránsito que no hace difusión de sus normas ni exige su conocimiento a los ciudadanos…
A propósito de lo dicho, en el código nacional de tránsito se estableció como obligación en la educación preescolar, básica y media impartir cursos de tránsito y seguridad vial. El Ministerio de Educación, en consonancia con esta ley, a través de la directiva ministerial No 13 del 2003, estableció una serie de consideraciones, acciones y alternativas pedagógicas en materia de educación y seguridad vial, haciendo énfasis en que esta temática debía ser trabajada con pedagogías activas dentro y fuera del aula de clases. También estableció como temas obligatorios para las Instituciones educativas la formación en la educación para la justicia, la paz, la democracia, la solidaridad, la confraternidad, el cooperativismo y, en general, la formación de los valores humanos. ¿Creen ustedes que esto se está cumpliendo a cabalidad en Ibagué?
El código del menor busca proteger a niños, niñas y adolescentes de los abusos de autoridad, entre otros, con los que los adultos los atropellan. Sin embargo, que no deban molerlos a palos, ni colgarlos de las vigas ni quemarles las manos cuando se hurtan algún mendrugo o chuchería, no quiere decir que se les deje crecer sin ningún tipo de corrección. Es violencia contra ellos dejarlos crecer sin tutela, guía ni protección. No asumir responsabilidades y actuar sin carácter son otras formas de violencia, que si bien no dejan rastros de sangre, si dañan y perjudican a mucha gente.

Para construir paz se necesita hacer evidentes múltiples formas de violencia que permanecen ocultas, que pensamos que es natural que así se obre, y tratar de eliminarlas de la vida diaria. La primera condición es que cada uno se convenza. El cambio empieza por el individuo. Por la reflexión permanente sobre el tema. Con la autocrítica abierta y sincera. El cambio social hacia la paz se podrá hacer realidad en la medida que los individuos cambien. A la par de exigir la paz en La Habana, hay que trabajar por evitar la violencia en el hogar, en  el trabajo, en medios de comunicación, en la sociedad…

viernes, 7 de noviembre de 2014

MANUALES DE CONVIVENCIA Y DERECHOS HUMANOS
Hago parte de la Maestría en educación de la Universidad del Tolima. Dirijo la línea de investigación en pedagogía de los derechos humanos. Uno de los aspectos que hemos investigado tiene que ver con los manuales de convivencia escolar (MCE) de las Instituciones educativas (IE).
Desde la Ley general de educación y del decreto 1860 de 1994 está establecido que cada IE debe tener un MCE que se realizará y actualizará con la participación de la comunidad educativa como parte fundamental del Proyecto Educativo Institucional. Se buscaba superar la vieja idea de reglamentos escolares donde primaba el autoritarismo y los deberes estudiantiles. Al abrirlos a la participación se buscaba democratizar y legitimar el sistema escolar.
¿Que hemos encontrado? Que el autoritarismo no se ha desterrado del todo de la educación. Que directivas docentes, en algunas IE, utilizan a su amaño el MCE para hacer de las suyas, resultando en violación flagrante a los derechos humanos.
La mayoría de estudiantes saben que existe un MCE pero  desconocen a fondo su contenido. No han participado en su actualización ni en procesos de socialización. Se sigue pensado por algunos que el MCE es un instrumento para imponer disciplina y obediencia, que la convivencia es aprender a ser dócil, servil acatando sin rezongar toda orden.
La escuela tiene la impronta de la vida misma. Los conflictos y cambios de la sociedad se reflejan en ella, por lo tanto, debe adaptarse a las veloces transformaciones que suceden en la cotidianidad. No hacerlo es vivir desfasada y atropellar a los miembros de la comunidad educativa. Si todo cambia, los MCE no pueden ser estáticos, definidos de una vez y para siempre. El MCE es una herramienta en la que se consignan los acuerdos de la comunidad educativa para facilitar y garantizar la armonía en la vida diaria de las IE. Pero como se dijo, son los acuerdos logrados con la participación de la comunidad educativa, no las imposiciones de un rector o un cuerpo directivo que no les interesa la participación ni la democracia.
Los acuerdos logrados deben respetar los derechos humanos y aportar de manera significativa para la convivencia. Según la norma estos deben servir para la prevención del consumo de sustancias psicoactivas, resolver con oportunidad y justicia los conflictos y ser una instancia de dialogo y conciliación. Empero, tanto el consumo como la violencia escolar siguen creciendo.
Los estudiantes y padres de familia no conocen el MCE, los jóvenes son castigados sin el debido proceso, en ocasiones son desescolarizados ante cualquier conflicto, su derecho a la educación muchas veces es vulnerado y su voz no se escucha. Esto está ocurriendo en algunas instituciones públicas y privadas.

Es urgente que la Alcaldía y su Secretaria de educación organicen un plan de choque para evaluar este problema. Que lideren y vigilen la actualización participativa y la socialización de los MCE para que realmente las IE sean semilleros de paz y concordia. La calidad de la educación también tiene que ver con el ambiente escolar, con el respeto mutuo y la noviolencia.

viernes, 31 de octubre de 2014

CULPANDO A LAS VICTIMAS
Una característica de nuestros tiempos es sacarle el cuerpo a las responsabilidades. Buscar siempre culpables fuera de sí mismo para eludir responsabilidad y endilgársela a otros. Lo peor es que ahora se le echa la culpa a la víctima. Veamos algunos ejemplos.
Es clásico el tema de los derechos humanos. Nacieron como mecanismo de contención, desde los ciudadanos, para evitar que el Estado, haciendo uso legítimo de la fuerza, se excediera y atentara contra ellos. Como el comportamiento usual en el Estado ha sido el abuso del poder y excesos de autoridad, los derechos humanos se convirtieron en una piedra en el zapato para las autoridades. Se volvieron incómodos para los gobernantes por las continuas denuncias de sus violaciones. Como los derechos humanos son un acuerdo internacional entre los estados para defenderlos y respetarlos, varias naciones empezaron a sufrir vetos y sanciones. Entre ellas Colombia. Para evadir responsabilidades, se inventaron la idea de que los derechos humanos son responsabilidad de todos. Cuando una responsabilidad se diluye, la responsabilidad desaparece.
En esa misma línea, cuando las autoridades no dan respuesta satisfactoria en la protección a los ciudadanos frente al delito, en lugar de mirar con sentido autocrítico qué está ocurriendo, les echan la culpa a los ciudadanos. De esta manera los ciudadanos víctimas de los delincuentes resultan siendo culpables. Argumentan que los ciudadanos son descuidados, que “dan papaya”, que no viven atentos, que la autoridad no puede estar pendiente de todo. Al final resulta que al ciudadano lo robaron por culpa de él. Es decir es víctima y también culpable.
Hoy dicen que la calidad de la educación depende de los padres y del entorno, no de los maestros ni de la escuela. Un padre de familia pone su hijo a estudiar en un colegio privado, paga una pensión cara y no puede exigir nada si los resultados del estudiante son mediocres porque la culpa es del padre y de su hogar. Es una paradoja que una persona pagué por un servicio y no pueda exigir calidad en él, porque resulta siendo el culpable del mal servicio.
Los mensajes de hoy son cómodos para las autoridades: la salud es asunto de todos, la seguridad es responsabilidad de todos, por los derechos humanos debemos responder todos y si algo nos sucede es por culpa de todos. Cuando matan a alguien la gente se pregunta cosas como estas: ¿Quién sabe en qué estaría metido? ¿Qué le estarán cobrando? ¿Por algo sería? Es decir, el muerto debe ser culpable de alguna cosa. Dicho en otras palabras, es víctima y culpable a la vez. Si esto es así, para qué averiguar sobre el victimario, si de alguna forma se ajustaron cuentas y se hizo justicia.

A las mujeres que son abusadas, se les culpa por usar minifaldas o escotes, por ser bonitas y provocativas. Otra vez son culpables de ser víctimas. Creo que estamos construyendo, sin darnos cuenta, un mundo al revés. Un mundo que casi no vemos pero que se consolida cada día. Un mundo de injusticias cotidianas, de impunidad y de pérdida de derechos…

sábado, 25 de octubre de 2014

BATIDAS” MILITARES Y LOS DERECHOS HUMANOS
Alrededor de 20 muchachos departían alegremente en una esquina de alguno de los barrios populares de la ciudad. Los corrillos estaban animados y los jóvenes pasaban de uno al otro, de acuerdo a los temas de conversación. Varias botellas de cerveza estaban desocupadas en el piso y otras a medio llenar en las manos de los contertulios. De varios celulares salían músicas distintas. Las manera de llevar el pelo variaba desde los completamente rapados, crestas con gomina y colores hasta largas cabelleras…
Súbitamente grandes camiones bloquearon las vías y un grupo de soldados saltó de ellos a las calles. Al principio fue sorpresa para los muchachos, luego entendieron que se trataba de una “batida” del Ejército Nacional para reclutar personal. Estas redadas cada cierto tiempo retornan a la vida pública. Varios muchachos intentaron escapar pero la sorpresa, al abultado número de soldados y la estratégica ubicación de los camines lo impidió. La mayoría no tenía libreta militar…
Los que no poseían el documento fueron subidos a  los camiones. No con buenos tratos. Los gritos alertaron a los vecinos y algunas mamás aún en pijama, salieron a implorar para que no se llevaran a sus hijos. Varios papás pidieron dialogar con el comandante del operativo para explicar que el detenido era hijo único, o jefe de hogar o estudiante, pero nadie les escuchó. Los camiones cargados de muchachos se dirigieron al distrito militar.
Este proceder fue expresamente prohibido por la Corte Constitucional en su sentencia C-879 de 2011 al considerar que estas batidas son procedimientos irregulares pues van en contra de lo establecido en la Constitución Política de Colombia por su artículo 28. No se puede obligar a las personas a que definan de inmediato su situación militar.
Dice el fallo de la Honorable Corte Constitucional de las Fuerzas Militares no pueden entender la ley 48  de 1993 que reglamenta al servicio militar, “en el sentido que otorga competencia a las autoridades militares para realizar batidas indiscriminadas con el fin de identificar a los remisos y luego conducirlos a los lugares de concentración, pues esa práctica implicaría incurrir en detenciones arbitrarias prohibidas por el Artículo 28 constitucional”. Además, agrega la Corte, que los remisos sólo pueden ser retenidos momentáneamente para verificar su situación militar e inscribirlos si es del caso. En ningún caso retenerlos.
Tampoco pueden las autoridades militares conducir los ciudadanos a los cuarteles o distritos militares, retenerlos por largos periodos con el propósito de obligarlos a inscribirse, someterlos a exámenes médicos, cortarles el pelo y si resultan aptos incorporarlos y desplazarlos hasta las zonas de combate.
Entendemos que el servicio militar es un deber de todo ciudadano varón que cumpla con los requisitos exigidos. No obstante, es deber del Estado y sus instituciones defender y garantizar los derechos humanos, la dignidad humana y la libertad de las personas. Por lo tanto, en ningún caso, un ciudadano puede ser retenido por el Ejército Nacional en una batida, tenga o no libreta militar.

domingo, 19 de octubre de 2014

UNIVERSIDAD HUMANA E INCLUSIÓN SOCIAL

Tan solo un veinte por ciento de los estudiantes que ingresan al sistema educativo terminan el bachillerato. Y de los que terminan sólo otro veinte por ciento ingresa a la universidad. Es decir, alrededor del 5 por ciento de los estudiantes que inician su educación llegan a la universidad. Es un verdadero privilegio ingresar a ella. En las universidades privadas los costos son muy altos para que hogares de estratos bajos puedan sufragarlos. Y en las universidades públicas, cuyos costos son menos onerosos, el ingreso es muy difícil por la gran demanda y la escasez de cupos. Un joven que no puede continuar sus estudios es presa fácil de la delincuencia, las drogas, la prostitución, trabajo informal y ocio.
Consciente de esta problemática, la Alcaldía de Ibagué se propuso desde hace dos años crear un programa que abriera las puertas de la universidad a los más pobres y a la población vulnerable. Es decir, educación superior gratuita con calidad y rigor para los estratos 1, 2 y 3. Se denominó Universidad Humana. Para que perdurara en el tiempo se logró que el Concejo municipal lo convirtiera en política pública, asegurándole recursos anuales para su sostenibilidad a través de un Fondo Educativo del municipio. Hay que aclarar que la Universidad Humana es un programa no una institución.
Una vez convocados los estudiantes, una masiva inscripción se presentó, demostrando que la necesidad era grande y la pertinencia del programa. Los estudiantes se escogieron de acuerdo a los mejores resultados en las pruebas SABER 11, antiguo ICFES, y los más bajos puntajes en el Sisben. Entonces se escogieron a los mejores de los más necesitados.
Luego se contrató a las mejores instituciones de educación superior con sede en la ciudad, que ofrecieron carreras técnicas y tecnológicas y ciclos propedéuticos para carreras profesionales. Posteriormente se convocó a tecnólogos que quisieran continuar con los estudios para obtener el título profesional. En la actualidad casi mil estudiantes cursan las carreras que habían soñado pero que por los escasos recursos no podían realizar. Son muchos los hogares que ven con ilusión como esta oportunidad les abre las puertas para mejorar la calidad de vida y volver a mirar el futuro con esperanza y confianza.
Las universidades  aceptaron el reto de trabajar con adultos que hacía años habían terminado el bachillerato, prepararon cursos de nivelación académica y de inducción a las nuevas tecnologías de la comunicación e información, redoblaron esfuerzos para reducir la deserción y pusieron nuevos docentes en acompañamiento y tutorías. Valioso aporte y  aprendizaje.
El año entrante ya se tendrán grados. El mes entrante se realizará nueva convocatoria. La acogida y el entusiasmo han sido grandes. Varios municipios han pedido información porque quieren emular la experiencia. El mismo gobierno nacional, a través del Ministerio de educación nacional, decidió también acoger el modelo exitoso de Ibagué.

La Administración municipal ha sido reconocida nacionalmente por este programa de inclusión social, por creer en el talento y la capacidad humana de los habitantes de Ibagué y por estar convencidos que los sueños se pueden convertir en realidad.

domingo, 5 de octubre de 2014

ZONA LIBRE DE POBREZA EXTREMA EN IBAGUÉ
La pobreza un mal creciente en el mundo. Todos los días hay más pobres y menos ricos pero cada vez más llenos de dinero. Los investigadores han construido diferentes metodologías para medir el grado de pobreza de los ciudadanos. Unos lo miden de acuerdo a las necesidades básicas insatisfechas (NBI). Cuando un grupo humano no ha cubierto un umbral mínimo de necesidades básicas, que se ha determinado de antemano, se considera pobre. Otra forma de medirla es mediante la Línea de Pobreza que es costo per cápita mínimo que se necesita para adquirir una canasta básica de bienes que permita un nivel de vida adecuado. Algo así como la plata para pagar los gastos necesarios para vivir decorosamente.
Según el DANE en Ibagué esta cifra viene descendiendo. En el 2008 fue del 32.6%, en el 2010 del 26.6%, en el 2012 del 21.3% y en el 2013 bajó hasta 18.6%. En todo el Tolima la cifra del 2012 fue de 42.3% y descendió en el 2013 al 34.8% casi el doble de la cifra reportada para Ibagué. La cifra nacional es del 30.6% en la zona urbana y del 42.8% en áreas rurales. Visto de otra manera Ibagué tiene 106.975 personas pobres. Se ha mejorado bastante pero falta mucho todavía.
Otra medida es la de pobreza extrema o indigencia. Esta medición refleja los pocos ingresos que sólo alcanzan como mínimo para las necesidades básicas alimentarias. Únicamente  alcanza para comer. En Colombia para el 2013 la pobreza extrema era del 9.1%.  En nuestro departamento las cifras han mejorado. En el 2012 era del 15.3% y se redujo al 11.3% en el 2013. Ibagué mejoró del 7.3% en el 2008 al 2.8% en el 2012 y al 2.5% del 2013. Son cifras que muestran un alto nivel de inclusión en Ibagué.
Estos datos se traducen en que en Ibagué existen 13.572 personas que sobreviven con un mínimo de $96.422 pesos mensuales, es decir a una persona $3. 214 pesos le tienen que alcanzar para las tres comidas del día.
Otra manera de medir la pobreza es con el Índice de pobreza multidimensional. No mide sólo el dinero que se posea para comprar la canasta básica. Involucra cinco dimensiones y 15 indicadores: las condiciones educativas de los miembros de un hogar; las condiciones de la niñez y la juventud; la salud; el trabajo; el acceso a los servicios públicos domiciliarios y las condiciones de la vivienda. Son considerados pobres los que tengan privación de por lo menos 5 indicadores.

La alcaldía de Ibagué mediante su programa Ibagué Digna, estableció en la comuna 7, exactamente en los barrios Modelia I y II, Nazareth, la Ceibita y Chicó una zona libre de pobreza extrema (Zolip). Ya cuenta con el apoyo y colaboración de la  Agencia Nacional para la superación de la pobreza extrema, del Departamento para la Prosperidad Social (DPS), de la Gobernación del Tolima y de algunos privados como la ANDI, Fenalco, Prosperando y la sociedad tolimense de ingenieros, entre otros. Una audaz apuesta por la inclusión social y la superación de la pobreza.

viernes, 26 de septiembre de 2014

UN DRAMA DE GUERRA
Tengo un recuerdo vivo de ese sábado en la universidad. Era un estudiante que participaba por ráfagas. En ocasiones pasaba inadvertido y en otras era locuaz. Sus experiencias como docente rural varias veces ilustraron los debates sobre derechos humanos en la maestría. Durante clase lo noté taciturno, con mirada bruna y distante. Al terminar la jornada me abordó mientras bajábamos las escaleras. Profesor quiero conversar con usted,  me dijo sin rodeos. Acordamos un sitio para tomarnos un tinto.
Mientras se acomodaba en la silla, me dijo que prefería una cerveza, que si ordenaba lo mismo para mí. Dos botellas heladas nos trajeron a la mesa. Su voz era firme aunque se notaban los esfuerzos que hacía para que no se quebrara. Vivía en la misma escuela donde trabajaba en una vereda apartada de un municipio del sur del Tolima. Allí la insurgencia era dueña y señora del territorio y todo lo controlaba. Nunca se metía con él aunque si lo convocaba a las reuniones con la comunidad. Los pobladores estaban acostumbrados a su presencia permanente. Su esposa y sus dos hijos residían en Ibagué. Ella tenía un pequeño negocio que atender. No querían que sus niños crecieran en medio de ataques, bombardeos, retenes, vuelos nocturnos de helicópteros y aviones fantasmas, y la zozobra de la guerra.
Una tarde, ocho años atrás, llegaron a la escuela dos hombres armados y con los uniformes que usa la guerrilla. Uno era algo mayor y el otro joven. Nunca los había visto. Los niños ya no estaban. Pidieron agua y se sentaron en el suelo a conversar en voz baja. Esto no era usual. Empezó a oscurecer y seguían allí. El miedo fue creciendo. Súbitamente, el hombre mayor empuñando su fusil y amenazándolo, lo obligaron a entrar a la habitación. Pese a su resistencia y sus gritos de auxilio no escuchado, lo violaron…
Al otro día, todavía lleno de pánico, se desplazó hasta el pueblo buscando ayuda médica. El galeno al escuchar su historia le hizo preguntas maliciosas. Eso empeoró su situación. Si ponía la denuncia ante las autoridades podría correr la misma suerte que con el médico. Y se exponía a las represalias de quienes mandaban en su sitio de trabajo. Además era vergonzoso para un varón contar que había sido abusado sexualmente. Más allá de los daños en su integridad física, estaba la humillación sufrida, el sentimiento de culpa y de suciedad, la vergüenza social y el temor a ser ridiculizado en su masculinidad. Optó por guardar silencio.
Su dolor reprimido nunca se calló y lo acompaña a todas partes. Dos años después le contó a su esposa. No comprendió y lo abandonó dejándole los hijos. Él sigue enseñando.

La violación masculina en la guerra siempre ha existido. No es tan frecuente como la de las mujeres pero existe. Es una forma de humillar a los vencidos. No sale a flote ni se denuncia por los estigmas sociales. Pero es un drama real y vigente. Prepararnos para la paz es también prepararnos para dar trato integral y humano a este tipo de víctimas. 

domingo, 21 de septiembre de 2014

LOS NIÑOS NO SON ADULTOS CHIQUITOS

Las costumbres familiares cambian con cada generación. En unos casos mucho.  De ninguna manera traigo a colación estas reflexiones por nostalgia, sino porque considero que se cometen errores que redundarán en perjuicio de los que menos deben pagar los platos rotos. Me refiero a la educación de los hijos en los hogares.
Hoy es costumbre que los padres le ayuden y en muchos casos, les hagan las tareas a sus hijos. Casi siempre es la madre la encargada del tema. Parece que da orgullo que a los hijos les vaya bien en el colegio, así toque hacerles sus deberes mientras ellos chatean, hablan por celular, navegan en internet, ven televisión, juegan con sus amigos o simplemente descansan.
También se ha hecho costumbre, que los padres quieren ser amigos de sus hijos. Desearían ser sus mejores amigos y algunos de eso se jactan. Si bien es cierto que las brechas generacionales no son insalvables, es anormal que un niño tenga como mejor amigo a un adulto, sin importar si es su padre o su mamá. Los niños debes ser amigos de otros niños. Los padres debemos estar cerca, siempre atentos a ayudarlos, a colaborar a que ellos aprendan sus responsabilidades para la vida, pero dejándolos ser niños o jóvenes… Otra costumbre, sustentada en dudosas teorías psicológicas sobre el desarrollo infantil, es la de hablar con los niños de manera franca y clara, como se dice a “calzón quitado”. Se encuentra uno con padres tratando de entender temas difíciles para poder hablar sin rodeos con su hijito de 5 años…
El problema radica en que los padres están tratando a los niños como si ellos fueran adultos chiquitos. Apelan a las reglas de la lógica para que sus niños entiendan que no deben hacer regueros cuando consuman sus alimentos, o enmugrar sus vestidos mientras juegan en el patio. Se les olvida que los niños tienen un cerebro en crecimiento, una personalidad y una inteligencia en formación y que su capacidad de comprender muchas cosas requiere procesos de maduración, tiempo y paciencia. Me imagino la claridad mental que le queda a un niño de, digamos tres años, cuando le explican por qué debe vacunarse, rezar el padre nuestro o comer verduras frescas…
Los niños tienen una capacidad distinta a la de los adultos para entender, comprender y asimilar las cosas. Sus problemas tienen dimensiones completamente distintas a los de los adultos. Sus lógicas e ilaciones son diferentes. Dicho en otras palabras, hay que aprender a pensar como los niños para entenderlos y ayudarlos. Con nuestro apoyo deben aprender a construir autocontroles, pero son ellos los que deben hacerlo. Si los ayer niños y hoy jóvenes hacen pataletas, se enojan y dejan de hablarles, se tornan rebeldes e insoportables, es porque los padres ya casi que perdieron la oportunidad de ayudarles a construir los autocontroles que se necesitan para la vida adulta y en comunidad.

Para evitar dolores de cabeza, lo mejor es prevenir. Desde pequeños acompañarlos y apoyarlos, pero desde sus lógicas y formas propias de aprender, entender y ser en el mundo. 

domingo, 14 de septiembre de 2014

REFLEXION Y SABIDURIA

Platón, el filósofo griego, enseñaba que la sabiduría no tenía nada que ver con la opinión, a la que denominaba doxa y a la vez,  como la forma menos confiable del saber. Para alcanzar un saber verdadero, Platón postulaba la necesidad de someter el conocimiento a discusión colectiva para, escuchando y confrontando diferentes argumentos y puntos de vista, ir decantando y elevando el conocimiento. Este proceso lento y esforzado de ascenso del saber, lo llamó Platón episteme. Un punto clave en esta metodología para construir conocimiento era la reflexión. Es el acto mediante el cual una persona revisa lo actuado, lo sopesa, lo confronta y al evaluarlo puede descubrir errores, debilidades y falencias y en consecuencia, si es del caso, corrige, modifica o rechaza creencias y comportamientos.

La reflexión se constituye, entonces, en la columna vertebral de la sabiduría. Sólo mediante ella es posible que un ser humano caiga en cuenta de sus equivocaciones y tome los correctivos necesarios. No obstante, la reflexión es bastante escasa en nuestro medio. Ante cualquier crítica, en lugar de escucharla y revisarla con atención para luego reflexionar, lo que usualmente se hace es  atacar al crítico, sin tener para nada en cuenta si las críticas tienen algún fundamento. Cada persona encerrada en sus certidumbres y certezas, se considera como portador de la verdad, luego lo que dicen los otros, no es un tema de diferencia, sino de equivocación o mala fe. Y su deber es convencer al otro, nunca escucharlo, porque el otro estaría viviendo en el error. El tema es sencillo: yo tengo la verdad, el otro no es diferente ni distinto, sino un ser equivocado y todo lo que diga no deja de ser un cúmulo de sandeces. ¿Para qué escucharlo o reflexionar sobre lo que dice?

Se considera más valioso blindarse con una buena disculpa, que reflexionar sobre los argumentos del otro. Además, validos de la filosofía de los futbolistas de que la mejor defensa es el ataque, ante cualquier comentario, que se asume ya equivocado desde su origen, se sale lanza en ristre, no importa si hay que calumniar, mentir o desprestigiar con toda saña, sevicia y alevosía, a negar al que opina diferente.

Yo creo que esta manera de organizar el pensamiento en la que nos sentimos dueños de la verdad, en la que creemos que nuestro entender es universal y compartido por todos, en la que asumimos la diferencia como afrenta o como una declaración de guerra, en la que negamos al otro como actor legítimo para convivir y solo lo vemos como enemigo, y en la que la reflexión no se utiliza por innecesaria o inútil, constituye los elementos con los que se adoba la violencia con todas sus consecuencias.


Llamar a la reflexión es llamar a construir paz, a aprender a respetar a los demás, a mejorar la convivencia, a fortalecer los lazos de interrelación interpersonal, a aprender a vivir con alegría y dejar de lado cargas de odio y resentimiento que enturbian la mirada de los que se aferran a sus verdades y poco reflexionan .

lunes, 8 de septiembre de 2014

“LOS CHACHOS DE LA PELÍCULA”
Rueda ya la vieja y sosa película electoral versión 2015 y los actores redentores, con ínfulas de “chacho de película”, empiezan a interpretar su papelón. La arcaica cinta, casi de cine mudo, es en color (rojo, azul, verde, amarillo y otros valores cromáticos) pero mi daltonismo político sólo me permite apreciarla en tonos grisáceos, opacos y a veces turbios. Siendo “todos a una, como en Fuenteovejuna”, dizque unos ya se unieron para salvaguardar a su glorioso e inmarcesible partido del audaz avance de los otros; puro “cuento chino” que urden para despistar y ocultar el raudal de intereses personales apiñados bajo las inefables toldas partidistas. De existir sincero interés social, la unidad no sería de unos contra otros, sino de todos por el bienestar del Tolima.

Generalizo cuando digo que los jefes políticos, siendo inteligentes, son incultos en política. Explico: ellos ejercen el politiqueo creyendo hacer política y, por tal razón, no logran concebir  que así hunden la democracia, lesionan a la sociedad y se hacen el “haraquiri”, porque lo que crece no es prosperidad sino rapacería, clientelismo, gestiones ineptas, apatía, voto en blanco, abstención y muchas más anomalías que empequeñecen y deshonran su legitimidad de líderes políticos.

Es verdad de apuño que el Tolima es territorio atrasado donde jamás se hizo un juicio para saber las causas históricas de ese atraso y donde (excusen la opinión) la liviandad de sensatez lleva a ponderar sólo lo episódico, casual y banal y no los factores que determinan la digna construcción del buen vivir. Hoy, infundido por los vientos del malecón habanero, considero que si la verdad es sabida el juicio histórico es innecesario y que los días actuales parecen propicios para perdonar y reparar. Seguramente muchos estaríamos dispuestos a perdonar a los políticos que por omisión o acción causaron daño a la sociedad tolimense en las pasadas tres décadas, pero quisiera uno saber si ellos, honestamente, están dispuestos a reparar a las generaciones actuales y venideras.

Ojalá no consideren atrevida la propuesta que hoy hago a los señores Jaramillo, Martínez, Garcia, Yepes, Cárdenas, Bocanegra, Casabianca, Avendaño, Hernández, Santos, Osorio, Rodríguez, Robledo, Osorio, Laserna y demás líderes que tienen y tuvieron las riendas del Tolima durante los últimos 30 años. A todos ellos invito a desagraviar y reparar al Tolima creando una nueva realidad política exenta del sofisma banderizo, ideologista o caudillista y signada por la sagrada promesa de que el bienestar del Tolimense es y será única razón y motivo de su labor política y, si les alcanza el perrenque, podrían instituir al primer partido regional colombiano. No es mucho pedir, creo yo.

 En la nueva realidad política cabe todo político y así nadie tiene que armar triquiñuelas, ni decir mentiras, ni dar codazos y sí gana afecto y gratitud de una comunidad vejada a lo largo de su ya vieja historia. Sé que mi candor y mis utopías no tienen cura (no se mencione) pero de ser cierta la indignación con esa democracia que parece orgía de sádicos y masoquistas, con el uso ilícito del erario, el abuso de poder, el creciente desengaño y desaliento de jóvenes y viejos, el pillaje de los recursos naturales, el deterioro ambiental, la pérdida de protagonismo y peso político, el desastre urbano y rural y otras evidencias visibles, sentidas y sufridas de decadencia y atraso, entonces ¿no creen ustedes? éste tendría que ser el momento de comenzar una nueva época.


Teniendo la región ingentes recursos para construir bienestar social y progreso económico, corresponde al político responsable, sensato, enjundioso, estudioso y coherente, pensar que es su obligación liderar un proceso de unidad regional para construir, entre todos, una nueva historia.
AMARGURA INFINITA Y REDES SOCIALES
En esa oficina las sonrisas siempre eran la mejor bienvenida para el recién llegado. Ese día fue lo contrario. Rostros adustos, miradas esquivas, saludos escasos y fríos. El doctor no está, dijeron casi sin mirarme. Confundido dirigí mis ojos hacia la puerta de vidrio esmerilado que separa la recepción del despacho de quien iba a buscar. Desde la infancia nos conocíamos y mucha agua había pasado bajo puentes comunes. La contraluz me permitió ver la silueta de mi amigo. No entendí por qué se negaba. Pese a saber que estaba encerrado en la oficina, pregunté a su secretaria, también conocida de tiempo atrás, si el doctor se demoraba en llegar. Dijo no saber. Sin preguntar nada más, giré y abrí la puerta de la oficina de mi amigo y entré.
Derrumbado en su sillón, con su cara perdida entre sus manos y exhalando un aroma de profunda tristeza, me encontré con él. Exitoso profesional, brillante hombre de negocios, profesor universitario y destacado ciudadano en la vida pública. Enamorado como el que más de su esposa y de sus tres hijas, que para él son sus luceros del alma. Lo sorprendió mi intempestiva entrada. Al instante me reconoció y depuso las armas espirituales  con las que quiso defenderse y mantenerse aislado. Sus ojos enrojecidos por la falta de sueño y el llanto prolongado esquivaron mi mirada…
Su hija menor, de 14 años, lleva más de una semana perdida. Al parecer la sacaron del país. Todo indica que una red muy bien organizada de trata de blancas la contactó a través de las redes sociales y luego por su correo electrónico. Por esa vía le ofrecieron las maravillas del modelaje, los lujos y privilegios de las artistas de cine y las posibilidades de ser prontamente una joven muy rica. Recibió correos con testimonios y fotos de varias niñas que ya disfrutaban las mieles del dinero obtenido “legalmente” en las pasarelas y frente a las cámaras de cine. También le explicaron la importancia de mantener en secreto esta gran oportunidad para evitar la vieja terquedad de los padres de querer oponerse al futuro de sus hijas con tal de no desprenderse de ellas. Fueron muchos los contactos donde le mostraban los beneficios de pasar a ser una mujer independiente, con mucho dinero y sin tener que pedirle permisos a nadie para definir sus gustos, sueños y compañías.
Las autoridades creen que esa red se mueve desde países orientales con tentáculos en muchos países. Esclavizan las niñas, las envician a la droga y las obligan a prostituirse. Por las barreras del idioma, del secuestro y porque las mantienen bajo alucinógenos y sin dinero, estas niñas prácticamente, desaparecen para siempre. Pocas han regresado a contar el pavoroso infierno vivido.

Sin dejar en ningún momento de llorar, mi amigo se pregunta ¿por qué dejó tanto tiempo sola a su hija metida en su computador o encerrada en las redes sociales desde su celular? ¿Por qué estuvo tan ocupado que no previó el peligro que se cernía sobre su hija, si él y su familia la quieren tanto…?

viernes, 29 de agosto de 2014


INDIFERENCIA, POLITIQUERIA Y SALUD
La crisis de la salud está en un punto crítico. El sistema se ha vuelto insostenible. Cada uno de los actores trata de salvarse de cualquier forma. Varios factores inciden en la crisis. Para muchos el problema se solucionaría con más recursos. Es una mirada miope. Si bien es cierto hace falta plata, con tenerla no es suficiente.
Un aspecto que afecta gravemente la salud es la injerencia de la política clientelista que deteriora la calidad del servicio y produce efectos nefastos sobre la legitimidad y confianza de la ciudadanía. Los hospitales se convirtieron en un botín burocrático de las clientelas politiqueras nacionales y locales. También permearon y se apropiaron de los organismos de control en salud, por lo tanto la inspección es deficiente, la vigilancia no vigila ni ve ni entiende y el control es una fachada que da lástima y risa.
Los hospitales fueron saturados de nombramientos clientelistas. Especialistas con sobrecargas laborales que ganan fabulosos sueldos que no se compensan con el escaso tiempo que trabajan. Pero que no se pueden tocar porque la recomendación política es más importante que su desempeño laboral. Empleados administrativos que duplican funciones, entorpecen la buena marcha y cuadruplican los gastos. Los gerentes no obedecen a una lógica de méritos académicos y administrativos sino a intereses politiqueros. Por eso no administran sin permiso de sus jefes políticos. Para ellos no es la eficiencia administrativa lo que importa sino las cuentas politiqueras de los que los eligieron. No les preocupa prolongar agonías institucionales si tienen que proteger recomendados y consentidos de los politiqueros.
Las reformas van orientadas a pagar favores y nunca por el interés de servicio. Claro que todos dicen defender a los ciudadanos pobres y necesitados. Pero en la práctica cada sector tira para su lado ondeando la bandera de los derechos humanos y la sensiblería popular. De la mano de la politiquería crece la corrupción. Y esta se expresa en sobrecostos en los medicamentos y equipos médicos, en los excesivos recobros, en las auditorias amañadas, en desviación de recursos, nóminas paralelas, horas no trabajadas y suculentamente pagadas. Hasta los comités de participación ciudadana en salud fueron tomados por la politiquería. Los sindicatos, en muchas ocasiones, han contribuido con manejos corruptos. Algunos sindicalistas quieren pensionarse y heredar su puesto. Protegen a ultranza a malos funcionarios solo por la solidaridad sindical…
Los ciudadanos tienen razón al mirar con indiferencia el manejo de los hospitales y de todo el sector salud. Se lo han apropiado los políticos, los comerciantes, los profesionales de la salud, los sindicatos, los empresarios. En la práctica lo han privatizado pero a nombre de los intereses públicos. La ciudadanía no tiene nada que ver con ello, salvo pagar los platos rotos, financiar con sus impuestos los sueldos, sobrecostos, corrupción y politiquería, y figurar como la beneficiaria del mal servicio para sus dolencias y enfermedades. La crisis de la salud necesita la participación de la ciudadanía y el debate crítico de todos. Cada parte tiene algo de culpa y algo de damnificada. La solución es con todos, muy compleja, pero posible.
@agustinangarita

lunes, 25 de agosto de 2014


LIBERTADES Y DEBERES EN LAS REDES SOCIALES

La libertad es justificación de la vida. Sin libertad la vida carente de sentido. Por eso la libertad es un bien sublime consustancial con la vida. Los derechos humanos están vertebrados sobre este principio: respeto sagrado a la vida y defensa acérrima de la libertad. De allí se construyen los demás derechos. Todo derecho, para que no sea abuso, implica fuerte compromiso de responsabilidad. Para que el portador de un derecho lo pueda defender como legítimo, debe aceptar que ese derecho va hasta donde empiezan los derechos de los demás. Es decir, tengo un derecho porque los demás tienen el deber de respetarlo. Y los demás tienen derechos porque asumo el deber y la responsabilidad de respetarlos.
Todo ciudadano en Colombia tiene la libertad de expresar y difundir sus opiniones y pensamientos sin ninguna censura. Es libre de tener sus propias convicciones y creencias sin ser molestado por ellas. Son derechos protegidos por el Estado y todo ciudadano está obligado a respetarlos. Tal y como se dijo, toda persona que ejerza estos derechos con legitimidad, debe entender que tiene la obligación de respetar la intimidad personal y familiar, y el buen nombre de las personas sobre las que ejerce su opinión libre o su libertad de comentar.
Hoy las redes sociales se han convertido en espacios privilegiados para la libertad de expresión y la participación en asuntos públicos. Las redes posibilitan la fluidez, inmediatez y viralidad. Una red no es para la simple publicación de información, sino que necesita la interacción del usuario para funcionar. Las redes como herramientas permiten que los ciudadanos reaccionen frente a situaciones que consideren injustas, informaciones falsas o adulteradas o expresar sus puntos de vista ante sucesos cotidianos.
Ninguna red le autoriza a ningún individuo a ser grosero, calumniador, o a acabar con el buen nombre de otra persona o institución ni menos, meterse con la vida íntima o familiar de las personas. Infortunadamente se ha caído en este bache. Algunas personas inescrupulosas, para evadir responsabilidades, se esconden detrás de seudónimos o falsos nombres, para atacar con mentiras, falacias e infamias a sus contradictores. ¿Cuánto cuesta y cuanto se tarda en construir un buen nombre en una sociedad? ¿Cuánto daño se les causa no solo a la persona  que va dirigida sino a sus hijos y familiares cuando se difunden informaciones no verificadas, sin fundamento y cargadas de odio o mala fe? Construir es un proceso lento, paciente y difícil. Dañar, en cambio, es fácil e irresponsable.
Hay que defender sin bajar la guardia, la libertad de expresión en medios de comunicación y en redes sociales. Pero hay que exigir respeto, rigor, responsabilidad, seriedad, información veraz y hasta buena gramática y ortografía. Triste que haya que recurrir a la justicia para que los ciudadanos entiendan que su derecho a la libertad de expresión no puede ejercerse vulnerando derechos de los demás. El tema no es ser frentero sino honesto y respetuoso. Ya la Corte Suprema condenó a alguien por mal uso de las redes. ¿Seguirán las condenas?
*Médico y profesor Universidad del Tolima

domingo, 17 de agosto de 2014


AGUSTIN RICARDO ANGARITA LEZAMA
Uno de los temas más sonados, invocados y poco entendidos es el de la cultura ciudadana. Acotemos que toda cultura es aprendida. Un individuo no nace ciudadano, se convierte en ciudadano cuando interioriza que para vivir en una ciudad en comunidad, para gozar unos derechos debe cumplir unos deberes. Un comportamiento así debe aprenderse en todos los espacios vitales: en el hogar, en la calle, en la escuela, en el trabajo, etc. Un individuo en su accionar se hace ciudadano y de esa forma obtiene el reconocimiento como tal y es tratado como ciudadano.
La cultura ciudadana es un asunto esencialmente pedagógico, un tema de pedagogía social y convivencia. Mediante la cultura ciudadana se pretende mejorar tanto la gestión pública como privada, así mismo mejorar la participación ciudadana y la cultura democrática, a la vez de comprender la importancia de la responsabilidad compartida y la movilización social por el bien común.
Bogotá ha sido modelo de cultura ciudadana no sólo para Colombia sino para el mundo. Pero no por la ciudad en si misma sino por su creador: el pedagogo Antanas Mockus. Para él los cambios en los comportamientos de los ciudadanos ni se dan de la noche a la mañana ni espontáneamente. Requieren una propuesta pedagógica que entrelace de manera muy fuerte la ley, la moral y la cultura. Lo clave es entender que los cambios culturales necesitan que los valores morales de los ciudadanos vayan por el mismo camino de la ley y que estos valores se compartan en la vida cotidiana por la ciudadanía en general.  Por lo tanto, el asunto no es de meras campañas publicitarias o mimos en las calles.
El concepto de ciudadanía debe trabajarse desde las instituciones educativas pero no con una simple cátedra. Debe ser un asunto transversal a todo el quehacer escolar. También debe trabajarse en los espacios laborales privados y públicos para mejorar la relación de los ciudadanos con la ley y las normas sociales, buscando generar espacios para la autorregulación. Es piedra angular de este esfuerzo que las personas sientan que la justicia funciona. Que se castiga a los infractores y que no paga la ilegalidad. La justicia siempre refuerza el sentimiento de pertenencia.
Cuando lo anterior se da, mejora la capacidad ciudadana de cooperar, de ser solidarios y de buscar  acuerdos por el bien común. De esa forma los ciudadanos aprenden a ser capaces de llamar amablemente la atención a otros que realizan comportamientos inadecuados. Es la regulación mutua.
Construir ciudadanía es aprender a apropiarse de la ciudad, a usarla valorando y respetando su ordenamiento y entenderla como patrimonio común. Es respetar los derechos humanos. Es respetar y hacer respetar las normas de convivencia. Es comprender que si bien la costumbre puede hacer ley, existen costumbres y tradiciones en la sociedad que van contra la ley. Es temer más a la sanción moral y social que al castigo o la multa. Es fortalecer la cultura de la solidaridad colectiva como motor para la acción. Es exigirle a las instituciones cumplimiento, responsabilidad,  probidad, y además, respetarlas. Esto es cultura ciudadana.

miércoles, 13 de agosto de 2014

ESTADO DESARTICULADO

Son muchos los que piensan que el sector público funciona mal. En algo tienen razón. También son numerosos los que consideran que la eficiencia del sector privado se podría llevar a lo público. Son tecnócratas los que quieren gerentes en los puestos de dirección del estado y que la lógica empresarial lo guíe. En eso se equivocan. Ese no entender dos lógicas distintas y que funcionan diferente los ha llevado a cometer errores que empeoran la ya deteriorada marcha del estado.
La lógica de lo privado es producir ganancias, rentabilidad. Al trasplantarla a lo público se habla entonces, de manera eufemista, de ganancias sociales. A los ministerios, al igual que a las secretarías de gobernaciones y alcaldías, copiando a las empresas, se les pidió que construyeran misiones y visiones particulares. Así se fracturó el estado. Cada instancia gubernamental asumió que lo único importante era lo misional. Lo que se saliera de lo misional era espurio. La parte impidió ver el todo. A la creatividad y a la iniciativa se les cortaron las alas y lo rutinario gobernó. Los programas se volvieron rígidos, descontextualizados, poco flexibles. Desaparecieron las dinámicas propias y solo quedaron las inerciales.
Como si lo anterior fuera poco, por ser las misiones distintas, se actúa por separado, como islas o compartimientos estancos, como ruedas no articuladas, que si bien muestran resultados, no inciden de manera significativa en todo el proceso del estado. Revisando con detalle los informes de gestión, encontrará una larga lista de acciones aisladas que no transforman la realidad pero que si permiten ejecutar de manera diligente el presupuesto.
Esta desarticulación en el funcionamiento del estado hace que se dilapiden recursos, dupliquen esfuerzos, atienda de manera descoordinada, incoherente, inoportuna y discontinua a la ciudadanía. Los llamados al trabajo en equipo no dejan de ser buenas intenciones que muy poco se concretan. Cada uno tira para su lado y busca sobresalir aún a costa de los demás. Por eso algunos informes son inflados, maquillados y casi siempre fuera de contexto.
La solución no es un detallado manual de funciones o un capataz estricto vigilando oficinas. Tampoco un cuadro gigante presidiéndola con el organigrama de la institución. Menos las cámaras de vigilancia ocultas en sitios de trabajo. A lo público se le critica de forma inclemente casi siempre desde el desconocimiento y la ignorancia. En el estado hay gente valiosa, honesta y capaz a la que sólo se le mide desde la mirada obsesiva de la corrupción…
Para superar estos escollos se requieren liderazgos integradores. Que convoquen emocional y racionalmente al trabajo en grupo. Que convenzan con acciones, palabras, conocimientos y proyectos para desarrollar procesos de integración, articulación de funciones, a pensar en colectivo, a la creatividad e iniciativa permanente, a la flexibilidad y vocación de servicio.
Las dinámicas de lo público necesitan personas con conocimientos políticos, técnicos y de eficiencia administrativa. No gerentes ni meros tecnócratas. El estado urge de la buena política para que lo lleve a buen puerto. No de la politiquería cargada de clientelismo, intereses personales, ignorancia y corrupción. El estado necesita buenos políticos. ¿Los hay?

@agustinangarita

lunes, 28 de julio de 2014

FOTOMULTAS Y SEGURIDAD VIAL

En el mundo actual, corren tiempos despiadados con sensaciones de hostilidad por todos lados, con rivalidades marcadas y competencia sin tregua, con desconfianzas por doquier motivadas por la sensación de que todos juegan con cartas marcadas y con múltiples trampas al asecho, con gentes que viven aceleradas y con prisa. Un mundo donde cada persona siente que está obligado a cuidarse a sí mismo y donde sólo sonríen y dicen si los funcionarios de las oficinas comerciales de los bancos, es un mundo donde crece la desesperanza y crece la necesidad de seguridad.
En casi todos los programas de gobierno de los mandatarios mundiales el tema de seguridad es central. En la ciudad ocurre algo similar. Las quejas de la ciudadanía pasan por exigir mayor protección de la policía, de la ley y la instauración permanente del orden. Esta petición de seguridad se extiende a querer mayores oportunidades reflejadas en más empleo, salud, recreación, educación, vivienda y reducción de pobreza, entre otros.
La seguridad implica una contradicción con la libertad. Estos dos valores no se concilian plenamente sin fricción. Una sociedad no es civilizada sin seguridad y sin libertad, pero no se puede tenerlas ambas en las cantidades que se consideran satisfactorias.
Ibagué necesita seguir avanzando en seguridad. Aunque han descendido, las cifras de hurtos a personas, domicilios, vehículos y motos son todavía altas.  Problemas de desempleo y cobertura escolar siguen dando que hablar. Los muertos y heridos por accidentes de tránsito ocupan los primeros lugares en las preocupaciones de las autoridades de salud y tránsito. Las autoridades están en la obligación de buscar nuevas formas para mejorar la seguridad de los ciudadanos.
Pero la seguridad atenta contra la libertad. Para vivir tranquilos los ciudadanos deben cumplir las normas que han sido diseñadas para una vida segura. No cumplirlas daña la seguridad. No respetar un semáforo en rojo aumenta las posibilidades de accidentes, de producir heridos, muertes y daños materiales. Igual sucede con manejar ebrio, a altas velocidades o en contravía. No respetar las cebras pone en peligro la vida de los peatones. Si alguien parquea en la vía pública, obstaculiza la circulación y puede dificultar el paso presuroso de una ambulancia que lleva un paciente grave y que puede morir por el retraso.
En la ciudad como no hay suficiente policía de tránsito y aprovechando los avances de la tecnología se propuso el tema de las fotomultas para mejorar la seguridad de los ciudadanos. Apelando a la libertad muchos protestaron. Un taxista me expresó que con las fotomultas no podría pasarse semáforos en rojo o amarillo, marchar a altas velocidades ni parquearse en cualquier sitio a esperar posibles pasajeros. Como su patrón le exige una cuota diaria de producido, él se siente en libertad para infringir las normas de tránsito sin importar el riego que corren sus pasajeros, los demás conductores, los peatones y él mismo.

El aumento de las multas para los conductores borrachos redujo los accidentes. Las fotomultas reducirán los accidentes y ayudarán a educar a los conductores y ciudadanos mejorando la seguridad de la ciudad.

sábado, 19 de julio de 2014

DESIGUALDAD SOCIAL Y NO FUTURO

El modelo económico del país genera creciente desigualdad social con aumento acelerado de la brecha entre el sector acomodado en el que muy pocas manos acaparan la mayor parte de los ingresos, beneficios y les alcanza para acumular, y el de los desposeídos, en el que muchísimas manos apenas reciben para sobrevivir. Cuando esta desigualdad se mantiene en el tiempo produce consecuencias graves.
El sector pudiente de la sociedad, por su riqueza,  influencias y poder, obtiene privilegios y ventajas que se reflejan en pérdida progresiva de derechos de las personas que hacen parte de los sectores pobres y marginados. Esta tensión social disminuye las personas en el primer sector, reduce a pasos agigantados la clase media y acrecienta sin parar la clase pobre. Algún teórico gritaría que los derechos son inalienables y están en cabeza de cada miembro de la sociedad. Ocurre que los derechos se analizan frente a la vida y no solo ante los tratados académicos.
Esta pérdida progresiva de derechos deviene en apatía, desesperanza, incredulidad, insolidaridad y, también, en rabia, resentimiento y malestar social. Además, abre puertas hacia la delincuencia, consumo de sustancias sicoactivas y otros problemas sociales.
Hay otras consecuencias graves. La desigualdad económica y social camina al lado de la reducción progresiva de habilidades intelectuales. No es sino revisar los recientes resultados que ha obtenido el país en las pruebas académicas internacionales y se podrá comprobar lo que estoy diciendo. Cuando miramos nuestros profesionales, si bien algunos son destacados y brillantes, la media nos muestra una insuficiencia que asusta. Los estudios sobre calidad educativa del Ministerio de Educación demuestran que a mayor ingreso del núcleo familiar mejores resultados en las pruebas Saber de los estudiantes. Hace días escuché una publicidad de un concurso que decía que el Tolima SI tiene talento, como si quisieran demostrar que existe una virtud que se pensaba ausente.
Esta pérdida de habilidades intelectuales se puede constatar en los errores de ortografía, sintaxis y gramática de avisos publicitarios, en vallas, televisión o anuncios radiales, en los periódicos y noticieros, en narraciones deportivas, en comentarios en espacios de opinión, o simplemente escuchando a la gente en el transporte masivo, las colas para pagar los servicios, entrar a cine o simplemente hacer turnos en bancos o entidades de servicio.

La peor consecuencia, a mi juicio, es la muerte espiritual. La desidia y la apatía cunden por todas partes. Crece el sentimiento de no futuro. La música y el arte se crean para vender no para agradar el alma ni para crecer el espíritu. La poesía se defiende como gato patas arriba tratando de no desaparecer. Las librerías viven llenas de basura, de libros de autoayuda, de literatura fácil y comercial. La gran literatura resiste. Los programas de opinión no tienen opción frente a telenovelas o concursos cursis y sin contenidos. Por fortuna, quedan aristócratas del pensamiento que resisten. Se niegan a aceptar el fin de la historia. Ven el mundo con posibilidades y siguen creyendo. Esa élite del saber es la esperanza, como es nuestro deber combatir, sin tregua, la desigualdad.

sábado, 12 de julio de 2014


JUGANDO A LA GUERRA
Una discusión me dio pie para reflexionar sobre el tema de algunos pasatiempos actuales. Estoy convencido que la vida hay que protegerla sobre cualquier cosa. Para mi nada, por sublime que parezca, justifica atentar contra ella. Defender la vida es un compromiso con lo sagrado y con lo más preciado de la sociedad. Quizás por eso me formé como médico. Es posible que eso mueva mi amor por la educación y el periodismo.
Hay estudios calificados que comprueban que el uso de juguetes bélicos favorece el aprendizaje de conductas violentas en los jóvenes. Igual ocurre con los vídeo juegos, que en su mayoría utilizan la violencia, lo más real posible, como incentivo para atrapar jugadores. Los seres humanos no nacen violentos. La violencia se aprende y este tipo de juegos ayuda a construir conductas y mentalidades violentas.
Existe un entretenimiento que consiste en jugar a matar a los contrincantes. Los jugadores reciben armas que deben disparar para señalar con pintura el cuerpo de sus opositores cuando aciertan sus disparos. Paintball se denomina el juego. Los practicantes argumentan que mejora condiciones físicas y psíquicas además de prevenir la obesidad. También que descarga mucha adrenalina y da sensaciones muy cercanas a un enfrentamiento bélico.
¿Qué será lo que sucede con nuestros jóvenes que necesitan diversiones extremas para gastar su adrenalina? Los adultos aprendimos a gastar adrenalina buscando afanosamente trabajo, laborando  muy duro para ganar el sustento para nuestros hijos y familia, haciendo malabares para hacer empresa o generar proyectos. La tensión extrema la sentimos cuando presentábamos entrevistas laborales, cuando presentábamos informes laborales o nos hacían evaluaciones en nuestros trabajos. Además, cuando se accidentaba algún miembro de la familia, cuando había que pagar obligaciones bancarias y no teníamos con qué sufragarlas, cuando llegaban las cuentas de las matrículas de los colegios o, peor, de las universidades de nuestros hijos. Mucha adrenalina se gastó estirando un sueldo siempre escaso para cubrir las múltiples necesidades del hogar, y con el pánico que produce la amenaza de muerte de un hijo afectado por un ataque de asma, fiebre o convulsión a la madrugada y los bolsillos limpios.
Para mí la guerra no es un juego. Matar no es una diversión. Jugar a asesinar a alguien, por la necesidad de sentir el pulso acelerado, la tensión en el pecho y los músculos que da el vertimiento de cargas de adrenalina en la sangre, es, por lo menos, indigno. Muchos soldados que han estado en la guerra, han salido lisiados psicológicamente por el pavor que causa sentir la muerte al asecho constante.
Creo que hay que reivindicar la vida, su respeto supremo y la alegría de disfrutar del mayor bien de la existencia: ser joven. Querer matar a otro, así sea en juego debe marcar el alma y dejar secuelas en el espíritu que tarde o temprano pueden aflorar. El respeto por el otro pasa por la clase de pasatiempos que usamos. En una época tan violenta como la que vivimos, recordar el imperativo de amar al prójimo, es un canto a la vida, a la convivencia y a la esperanza.