lunes, 28 de febrero de 2011

IMPORTANTE
A partir del 14 de marzo reiniciamos el ciclo de Ciudadanos del Mundo. Esta vez el tema central será la celebración de 20 años de la Constitución Política de Colombia. Le hemos pedido a ilustres docentes de la ciudad que nos hagan sus aportes evaluativos y podamos hacer un balance, desde la región, de dos décadas de nuestra Carta Magna. Este evento que llega a su edición número 14. La organización, nuevamente, estará a cargo del Observatorio de paz y derechos humanos de la UT.

AFICHE PROMOCIONAL
SEPARADORES
Md. Agustín Angarita Lezama
Director Observatorio de paz y derechos humanos
Universidad del Tolima
Ibagué, Alto de Santa Elena
Teléfono 2771212 extensión 9393 Cel 315 319 2414

viernes, 25 de febrero de 2011

LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD Y SOCIEDAD
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA

Según algunos psicólogos, la personalidad está configurada por el temperamento, el carácter, las aptitudes (inteligencias) y el ambiente.  El temperamento es un elemento importante de la personalidad de un ser humano y sería la base biológica sobre la que se edifica el carácter. El temperamento estaría determinado por factores genéticos y/o hereditarios y por procesos fisiológicos. Sería la naturaleza general de la personalidad de un individuo. El filósofo español Luis Aranguren llama al temperamento la primera naturaleza del ser humano, que se recibiría desde el momento de nacer y que, en general, se mantendría, más o menos estable, durante toda la vida.

Existiría una segunda naturaleza en el individuo, que sería modificable y cuya apropiación se daría en un proceso que duraría toda la vida. Esta segunda naturaleza sería el carácter. Sobre esta segunda naturaleza operaría la ética y desde donde se generarían los valores.

La personalidad estaría conformada indisolublemente por una parte biológica y otra cultural, política y social. Para Agnes Heller, el temperamento es la expresión del yo, que niega pero a la vez necesita, al carácter, que expresaría al nosotros, a la sociedad. El carácter se enfrenta con el temperamento pero no lo puede desaparecer, es imposible. Sin embargo, cuando el carácter se impone sobre el temperamento, se tiende a la docilidad, al disciplinamiento extremo, al adocenamiento. Muchos docentes, gerentes, administradores  y militares sueñan con imponer carácter y borrar temperamentos. Por otro lado, muchos pretenden negar el carácter y privilegiar el temperamento. Esto generaría individualismos, egoísmos, comportamientos anárquicos y antisociales. La personalidad comprende el vínculo irrenunciable del carácter con el temperamento,  pero ambos, que aunque se niegan, se complementan y se necesitan.

El concepto de libre desarrollo de la personalidad, se ha convertido en un dolor de cabeza para algunos en el sector educativo, para las autoridades y para ciertos padres de familia. Su libre desarrollo no es cerrar los ojos y abandonar a su suerte a los jóvenes para permitir que su temperamento se exprese sin construir un carácter. Tampoco es anhelar la mano dura, el reglamento rígido, el autoritarismo y la represión para imponer un carácter que se acomode a lo que se quiere socialmente. Estos dos extremos se caracterizan por desconocer alguno de los dos aspectos que se necesitan mutuamente en la personalidad, y olvidan las inteligencias de cada persona y las influencias, muy fuertes, que representan el ambiente, la comunidad, el contexto social y cultural.

La personalidad es una realización compleja. No es un simple agregado de elementos. Muchos padres, autoridades y docentes no han entendido que la sociedad está cambiando aceleradamente. Que los valores con que se criaron padres, tíos y abuelos eran válidos para su época, que esta sociedad tiene otros valores y que los jóvenes no se someterán a valores arcaicos, descontextualizados. Que los valores no se construyen recitando el catecismo del padre Astete, ni aprendiendo de memoria la urbanidad del venezolano Carreño, ni amenazándolos con leyes más fuertes o reduciendo la edad de control penal.

Los jóvenes no son tontos y no desean el mundo de corrupción, racismo, exclusión, mentira, violencia, envidia y egoísmo que los adultos les queremos heredar. Si el futuro es la continuidad de este presente, los jóvenes, con razón, se niegan a ser futuro. Ellos tienen mucho que opinar, pero somos sordos si no hablan, se visten y comportan como nosotros. Tenemos muchísimo por aprender…

jueves, 17 de febrero de 2011

DOBLE MORAL Y RELIGION
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La mayoría de los colombianos son católicos, pero sólo muy pocos conducen sus vidas de acuerdo con esos preceptos religiosos. Por ser bautizados se dicen católicos, pero si su pertenencia a esa comunidad se midiera por la regularidad con que practican las principales formas de culto, su número disminuiría notablemente y tendería a reducirse aún más si se considera el conocimiento y puesta en práctica de la doctrina, así como  la capacidad de proclamar los enunciados de su fe. Si se toma como medida el apego a los principios éticos de la religión practicados en la vida cotidiana, el número de católicos se reduciría bastante más y probablemente no quedarían incluidos muchos clérigos que hoy día visten los distintivos de quienes, se supone, entregan su vida a la causa de Dios.

Para muchos el sentimiento religioso, más que por la convicción de la fe, estaría movido por el cumplimiento de ritos, que se ejecutarían sin profesar estrictamente la fe. Se constituiría un sentimiento religioso y moral superficial, dogmático, tradicionalista y formal. Dice Guillermo Melguizo, ex secretario de la Conferencia Episcopal, que los católicos realmente comprometidos son mucho menos que los que figuran en las estadísticas... por lo que habría un abismo muy grande entre la fe y el comportamiento.

Esto ha contribuido a la crisis moral que contamina todas las esferas de la vida pública y privada. Se ha aprendido a justificar fracasos y errores como si fueran designios divinos, diluyendo la responsabilidad en expresiones “mi Dios sabe como hace sus cosas...”  consolidando la imagen mental que ante todo lo que sucede, es Dios el único responsable -asumiendo a Dios como fatalidad- y no la determinación y voluntad de hombres y mujeres. Por lo tanto, se suprime el compromiso y responsabilidad que todos deben tener frente a sus propios actos. Cuando un proyecto fracasa no ocurriría por los errores e imprevisiones de los que lo ejecutan sino porque “Dios no quiso; porque son cosas del destino; o porque él los tiene destinados para otras cosas.” Olímpica forma de eludir responsabilidades pasando culpas a terceros, en este caso a la divina providencia, al destino, o al azar.

Algunos piensan que cualquier acto delincuencial o criminal se puede eximir de responsabilidad mediante el ritual de la confesión o el arrepentimiento ante el tribunal de Dios, quedando libre de responder ante la sociedad. Es imperativo separar lo que tiene que ver con las creencias religiosas, de lo que concierne a la conciencia y los actos morales de los individuos que conforman una sociedad. La religión no puede seguirse argumentando como un esguince o pretexto para violar las leyes y normas humanas que organizan y rigen la sociedad. Todo esto es el soporte de la doble moral: ante los ojos de la iglesia se pregona honestidad, probidad y justicia, pero en la práctica social, es la corrupción, el culto al dinero, la simulación y el lucro personal lo único que importa.

Para superar esta crisis de valores, los individuos no pueden seguirse escudando en el perdón y la redención de la religión para violar, con Dios pero sin ley, las relaciones morales de convivencia, de mantenimiento y respeto por la vida y  la dignidad humana, indispensables para la supervivencia de la sociedad. A Dios lo que es de Dios y a los humanos lo que les compete

viernes, 11 de febrero de 2011

¿UN GERENTE O UN POLÍTICO PARA LA 
GOBERNACIÓN DEL TOLIMA? 
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Para un conocedor esta pregunta estaría fuera de lugar. Pero la manera como la clase política quiere  manejar la elección del próximo gobernador, le da importancia y obliga a reflexionar  este tema. La ola privatizadora de lo público ha querido vender la idea, bastante maléfica por  cierto, que el Estado, como máxima expresión de lo público, es un mal administrador y que en cambio, el sector privado administra con eficiencia, transparencia, agilidad y eficacia. Como corolario, se pretende entender al Estado como una empresa y que  debe estar gobernado por gerentes, por técnicos y no por políticos.
Lo primero a aclarar es que una cosa es la política y otra muy distinta la politiquería. Una cosa es gobernar con responsabilidad y sentido social (que es la política), y otra diferente, gobernar para beneficio personal y de los amigos, con la corrupción como bandera y de espaldas a las responsabilidades sociales (que es la politiquería).
Otro asunto es dilucidar que una cosa es el Estado y otra muy distinta la empresa.  Esta se constituye para obtener beneficios particulares, para optimizar los recursos de sus dueños, para maximizar la rentabilidad y, si se puede, ofrecer dividendos sociales. En una empresa lo central es la ganancia de sus socios, no el beneficio social. Si la empresa da ganancias para los socios y beneficio social, que bueno, pero si sólo da ganancias para los socios y nada para la gente, de malas la gente, pero la empresa cumplió con su papel.
El Estado se creó para organizar la vida en sociedad y para beneficiar sus asociados. Su rentabilidad debe ser social, no meramente particular. El Estado ha sido capturado por las mafias de politiqueros, corruptos, paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes. Su función social ha sido reemplazada por el beneficio de los que lo han capturado. 
Es innegable que la clase politiquera y corrupta ha dilapidado los recursos del Estado y no ha permitido que este cumpla con su responsabilidad con la sociedad. Pero esa no puede ser razón suficiente para que los dueños de las empresas, y los formados en la lógica empresarial y mercantil, crean que ellos, por ser exitosos en sus negocios, están preparados para gobernar.  Se equivocan de cabo a rabo. Aquí tenemos casos donde el error lo pagamos todos. Una exitosa y capaz académica proveniente del sector privado, muy reconocida y respetada por los gremios económicos y empresariales, llegó a gobernar la ciudad con criterio gerencial, y fracasó, como era de esperar. Igual le sucedió a un importante empresario que ocupó la gobernación durante un corto periodo. En Cundinamarca eligieron un empresario como gobernador y terminó no sólo en la cárcel, sino conduciendo a la región por el despeñadero.
Se necesitan políticos capaces, preparados, serios, responsables, con capacidad gerencial si se quiere, pero políticos. La política es un arte, una ciencia y un oficio. Se requieren las tres, no solo una. Un técnico, un gerente o un empresario, saben mucho de su oficio, pero no de política, y si bien es cierto que eso se aprende, no podemos elegir a alguien para que aprenda mientras gobierna, porque los damnificados seríamos todos. El Tolima necesita un político con ideas gerenciales, no un gerente con idea de la política.

jueves, 3 de febrero de 2011

PROGRESO Y MINERÍA RESPONSABLE

El progreso del país llegará a bordo de cinco locomotoras guiadas por el gobierno actual. Pero una en las que están fijadas la mayor de las esperanzas es la locomotora minera. El doctor Santos, ha sido claro al enfatizar que la minería debe ser un proyecto sostenible y responsable con el ambiente. Revisemos con cuidado esta propuesta.
La minería sostenible no existe. Por definición la minería agota, tarde o temprano, el yacimiento que explota. Como el recurso no se renueva, se inventaron un sistema de compensación, para que el municipio donde se explote un recurso minero, resarza los daños irreparables que le ocasiona la minería. Esta es la esencia de las regalías, nombre a todas luces impropio, porque no le regalan nada a un municipio, simplemente le indemnizan por los daños que le quedarán. Entonces la minería no es ni será sostenible.
En teoría la minería puede ser responsable. Si para obtener un material de un yacimiento, se deben causar impactos ambientales, los dueños del proyecto minero deberán realizar acciones que mitiguen el impacto. Además, el gobierno deberá estar vigilante para que las concesiones mineras que haya entregado cumplan a cabalidad las responsabilidades asumidas. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica.
Los dos recientes sucesos donde casi una treintena de mineros  perdieron la vida en dos minas de carbón, una de ellas anteriormente cerrada y sancionada y donde ya habían muerto otras personas, nos pone a pensar en el cuento de la minería responsable. Los dueños de las minas buscan lucrarse al máximo, gastando lo mínimo. Lucrarse al máximo es poner tres turnos en la mina lo que dificulta la evacuación adecuada de gases tóxicos y/o explosivos, es comprar materiales protectores de baja calidad, y estar presto a entregar coimas para burlar las normas y evadir posibles sanciones. En teoría los dueños de las minas podrían ser personas responsables, pero en la práctica…
El Gobierno reconoce que no dispone de personal suficiente para atender las 6.000 minas de carbón del país. A sabiendas que sólo 3000 son legales, tiene menos de 20 funcionarios para controlar el funcionamiento de ellas. ¿Y las minas de oro, de plata, de cobre, de feldespato, de coltán, etc. con qué personal las vigila? En otras palabras, los señores de la mina no asumen la responsabilidad que les corresponde, y el Estado no tiene cómo meterlos en cintura. Esto quiere decir que no tenemos la capacidad instalada para vigilar y controlar la responsabilidad de los dueños de las minas, y, por lo que ha sucedido, no podríamos estar seguros de la responsabilidad de estas ilustres personas. Entonces, podemos concluir que hablar hoy de minería responsable en Colombia, es un soberano embuste, una charada, una engañifa…
¿Pero qué hacer si una de las locomotoras del progreso es la minería? Hay varias posibilidades. Una exigir al gobierno, que fue elegido por voluntad popular y para servirle a esa voluntad, que no sea irresponsable, que frene esta locomotora que marcha sin control. Otra, movilizarnos de manera masiva para sensibilizar a mucha gente sobre los peligros que nos acechan si esta locomotora sigue rauda como hasta ahora, y presionar para que la detengan. O la más fácil, ponernos a rezar y esperar que la divina providencia con un rayo justiciero la descarrile y nos salve de la catástrofe.