viernes, 4 de marzo de 2016

LO QUE NOS DEJÓ EL HURACÁN VICKY

Todo parece indicar que ya pasó el remezón que causó la publicación de un vídeo por un medio de comunicación, en el que dos personas del mismo sexo pactaban un encuentro sexual, y que desató la renuncia de un viceministro y del director de la Policía junto con la salida de la directora del medio de comunicación que generó el escándalo. Si es verdad que Colombia es un país civilizado y sensato, podríamos pensar ¿qué dejó como reflexiones positivas este huracán mediático?
Que los periodistas y comunicadores deberían recordar siempre que lo único importante no es la “chiva” ni “tumbar” funcionarios, sino informar con la verdad y al servicio de la comunidad.
Que las empresas que dirigen los medios de comunicación no deberían seguir presionando a sus empleados periodistas para obtener información que le permita posiciones privilegiadas a la hora de negociar pauta o contratos con el estado y sus gobernantes.
Que el periodismo investigativo debería tener como meta el bien común y no para obtener información que pudiera ser utilizada para beneficio personal.
Que el periodismo investigativo no debería pretender desplazar a la justicia, por lo tanto, no debería condenar ni exigir condenas suplantando el papel y autoridad de los jueces o magistrados. Su papel sería apoyar a la justicia, pero no sustituirla.
Que el periodismo como el Cuarto poder no es quien completa la repartición de la torta con los otros tres poderes en el país, sino que debería representar el bien público, los intereses colectivos y de la comunidad, la defensa de la democracia, del erario y la ética ciudadana.
Que, si el periodismo no es consustancial a la ética, al respeto personal y de los demás, perdería su esencia y su razón de ser.
Que la libertad de prensa, como bien público, debería ser innegociable. Que habría que defenderla de todo ataque. Es verdad que algunos profesionales con sus actitudes venales, irresponsables y temerarias ponen en entredicho un bien que es de toda la sociedad, pero esto no debería ser óbice para defender la libertad de prensa.
Que los gobernantes, políticos y dirigentes privados de la sociedad no son inmunes. Que todos sus actos en ejercicio de sus funciones públicas deberían ser escrutables. Por la tanto, el peso de la ley también les cabría.
Que los periodistas y comunicadores no deberían ser vistos como enemigos de los gobernantes, funcionarios ni dirigentes privados. Como humanos se equivocan y debieran estar dispuestos a reconocer y enmendar sus errores.
Que la justicia habría sido permeada por la corrupción, pero no todos los jueces, magistrados o funcionarios de esa rama serían corruptos ni perseguidores de periodistas o comunicadores.
Que en general este es un país homofóbico y proxeneta. Que se escandaliza por el tráfico sexual de prebendas entre hombres y su posible prostitución, pero que ha tolerado desde siempre la prostitución femenina y se ha hecho el de la vista gorda con el acoso y el tráfico sexual femenino en el estado y empresas públicas y privadas. El constreñimiento a la prostitución y el acoso sexual se deberían combatir, no importa el género de la víctima.

Estas podrían ser algunas de las reflexiones en un país que se dice civilizado, en el que ya se olvidaron las razones del escándalo, como la comunidad del anillo, el tráfico de influencias, el chantaje, la corrupción en la meritocracia, el enriquecimiento ilícito y el espionaje descarado a la función y privacidad de periodistas y funcionarios públicos. ¿Usted qué opina?