AMOR
Y PERDÓN PARA LA PAZ
Casi
todo el país está opinando por la firma en La Habana de los acuerdos de
justicia transicional entre gobierno y Farc. Es importante porque pone la
realidad de la paz más cerca que nunca. Ese es un tema de la mesa de
negociación. En otros espacios muy distintos está la población colombiana que
será la que tenga que refrendar o no los temas pactados.
Los
colombianos, en cuanto a la paz, los podemos clasificar en tres grupos. Los
dolientes, los indiferentes y los enemigos de la paz. En el primer grupo
podemos agrupar a dos sectores: las víctimas, que esperaban ser tenidas en
cuenta y creo que lograron su cometido. Otro sector son los interesados en la
paz. Aquí agrupamos al gobierno, algunos partidos políticos, las guerrillas, la
iglesia y algunas organizaciones de la sociedad civil y de ciudadanos. Y sobre
todo los que habitan las zonas de guerra, que llevan décadas sufriendo el
conflicto armado. Todo este grupo no es mayoritario. Creo que representa un 30%
de la población.
Los
indiferentes son la mayoría. Calculo que son la mitad de los habitantes en
capacidad de decidir. Son aquellos que viven en las ciudades y ven la guerra como
algo que ocurre muy lejos, que no los afecta y de la que se enteran solo por los
informes de la prensa, las telenovelas o los corrillos en esquinas, clubes o
costureros. Disfrutan de las ventajas de las ciudades y el campo sólo les
interesa como espacio de recreación ocasional y eso sí, que esté bien dotado de
los beneficios urbanos. Son muy influenciables por los discursos de los medios
de comunicación.
El
grupo de los enemigos también es minoría. Es muy organizado y aprovecha muy
bien los espacios publicitarios para difundir su oposición, escepticismo y
pesimismo. Incluso apela al terrorismo lanzando juicios temerarios para
aterrorizar y generar miedo en la ciudadanía. Está conformado por un partido
político (el Centro Democrático), unos gremios, militares retirados y algunos
ciudadanos a los que les interesa mantener la guerra porque se lucran de ella.
Tienen sed de venganza y de buenos negocios. Se aprovechan del dolor de las
víctimas para sacar réditos políticos y sociales.
Este
es el panorama social que tendrá que afrontar la paz para poderse consolidar.
Si el ruido de los enemigos de la paz es ensordecedor, van a obnubilar a los
indiferentes, obtendrán las mayorías y se nos avecinan nuevos ríos de sangre,
odio, llanto y dolor.
Lo
que se necesita es una actitud crítica, que estudie y analice los acuerdos y
que evalúe los verdaderos beneficios para el país y sus gentes. Que piense en
tono de paz, no en tonos de guerra, envidia, venganza y retaliación. Que
recojan en sus almas las enseñanzas de Jesucristo, que predicó dos cosas muy
valiosas para este proceso de paz. Amor y perdón. Se requiere que el amor al
prójimo guíe la reconciliación. Y que el perdón permita la reincorporación a la vida civil de muchos seres humanos que
merecen una segunda oportunidad en este adolorido país.