lunes, 23 de agosto de 2010

DOBLE MORAL Y SOCIEDAD

Muchos afirman que nuestra sociedad es pacata, mojigata y de doble moral. Es una acusación fuerte, que seguramente molestará a más de uno. Y peor a los que gracias a las apariencias han labrado una imagen beata y santurrona. Esto viene a cuento por varios asuntos que comentaré.

Hace unas semanas escuché a una dama, de rancia estirpe social, despotricar indignada contra alguna autoridad, por haber cometido la barbarie de condenar a su lindo bebecito, profesional graduado y mayor de edad, a varios años de prisión por apropiarse de dineros públicos y realizar contratos sin llenar los requisitos de ley. Con rabia exclamaba: ¡se le tiraron la vida al muchacho esos desgraciados! Para ella, los villanos eran los ciudadanos que cumplieron su deber y acataron la ley, y la víctima su pimpollo, que se pasó la ley y la decencia por la faja. Sorprendido todavía por lo que escuchaba, no alcanzaba a sospechar que el tema continuaba. La venerable madre, junto con su esposo, un patricio bien pensionado, estaban en cadena de oración para que una virgen, cuyo nombre no recuerdo, les hiciera el milagrito de conceder la libertad para su noble vástago. Pero lo mejor ocurrió inmediatamente, uno de los contertulios, lleno de compasión y pesar, espetó: es que esta ciudad está llena de envidiosos que no dejan trabajar…

Otro comportamiento cada día más común, es el de responder a las acusaciones con improperios o más acusaciones. Del fútbol aprendí que la mejor defensa era el ataque, pero no vislumbré que esto también tendría validez en la sociedad. Si a un político o funcionario público se le acusa de corrupción o de actos dolosos, en lugar de demostrar con argumentos su inocencia y rectitud, se lanza cargado de injurias contra su acusador o desvía el debate diciendo que el acusador es homosexual, o tiene un hermano narcotraficante, o tiene pasado terrorista o cosa por el estilo. Muchos ciudadanos, en vez de exigir las explicaciones y aclaraciones necesarias, aplauden frenéticos la astucia del ladrón que elude a la justicia gritando ¡cojan al ladrón!

En un hospital de tercer nivel conocí a un gerente, que cuando se emborrachaba, a voz en cuello se vanagloriaba de sus habilidades para impedirle a sus subalternos robar, ¡porque él era el único que podía hacerlo! Y la perla mayor, consideraba que lo que él sabía ejecutar con lujo de detalles, era robar legalmente. Conocía como enriquecerse dentro de los límites de la ley. Sus asesores jurídicos estaban para eso, para cubrirle la espalda. Si alguien osaba hacer algún comentario sobre sus comportamientos, de inmediato amenazaba con denunciarle por profanar su honra y su buen nombre. Otras cosas tenía muy claro el gerente de marras: debía ser carguero en las procesiones de semana santa, miembro destacado en clubes de beneficencia, ser famoso por los opíparos banquetes para agasajar a la distinguida sociedad y tener bien elaborado un discurso sobre la importancia social de la ética, la pérdida de los valores y la urgencia de la recuperación moral de la sociedad.

Con argumentos como los que roban son los otros, yo sólo aprovecho las oportunidades, la sociedad pende de un hilo, mientras la indiferencia nos convierte en cómplices…

viernes, 13 de agosto de 2010

REQUISITOS PARA SER UN BUEN CANDIDATO

En estos tiempos cuando la política empieza a tomar ritmo y las postulaciones para ocupar cargos de elección popular suenan de un lado y de otro, creo que podría contribuir con algunos elementos de juicio que facilitarían a los interesados mejorar su audiencia y convocatoria electoral. Van entonces estas recomendaciones:

1. Un buen candidato debe demostrar que no tiene carácter. Por lo tanto que es dócil y manejable. Que no está dispuesto a confrontar a nadie, que no defiende ninguna posición y que todas las ideas le son afines y posibles. A los jefes políticos les fascinan este tipo de candidatos.

2. Ser experto en apariencias. Quiere decir que hay que tratar de impresionar al auditorio que se sabe de todo, que se conoce de todo, que se tienen previstas todas las contingencias. Hay que incluir en el repertorio de los discursos unas cuantas palabras rebuscadas para impresionar auditorios y, además, unas pocas citas de autores famosos, no importa que no los haya leído nunca.

3. Refinar los modales. Abrazar a todo el mundo, aunque no lo conozca. Tratar de memorizar los nombres de sus posibles votantes, para que al nombrarlos ellos sientan un tratamiento personalizado y familiar. Asista a cuanto acto público pueda: bautizos, primeras comuniones, velorios, misas, procesiones, marchas, fiestas de barrio. Pero eso si, hágase notar. Que se sienta su presencia.

4. Asuma un discurso ambiguo, que no lo comprometa firmemente con nada. Pero ese discurso plantéelo con fuerza, con brío. Que los que lo escuchen crean que usted tiene el empaque y la fortaleza mental de un buen gobernante.

5. Preocúpese por su imagen. Sonría siempre, de la impresión que usted no es un personaje alejado del pueblo, que come de todo, que se “unta de pueblo”, que es elegante pero no creído. Que sus fotos tomen su mejor ángulo, su mejor perfil. Una imagen vale más que mil palabras…

6. Invierta en publicidad. Mantenga dinero suelto en su bolsillo, para halagar a algunos periodistas que gustosos extenderán sus grabadoras para una entrevista. No olvide que lo que no se promociona no se vende. Usted puede no pensar, que eso no es grave, pero no puede dejar de figurar. La publicidad debe ser su mayor gasto.

7. Hay temas vetados para usted. No hable de religión, tampoco del aborto, ni de drogas, ni de libertad sexual. No importa que usted diga que es liberal, muchos no entienden que es eso, y usted pude posar sin que se fijen. Repita que las clases sociales desaparecieron, que son conceptos prehistóricos mandados a recoger. No olvide decir que sólo los dinosaurios y algunos políticos en vías de extinción hablan de conciencia de clase y de solidaridad.

8. Invéntese una hoja de vida respetable. Diga que es de origen humilde, no importa que no lo sea, pero eso da prestigio. Que quede escrito que  todo lo que tiene lo ha hecho a pulso, que se lo ha ganado con el sudor de su frente. Ah, recuerde que el sufrimiento es una buena recomendación para recaudar votos y simpatizantes.

9. Y por último, muéstrese imparcial. Diga que combatirá la pobreza, la miseria y la corrupción y que su administración será transparente, participativa y de puertas abiertas.

No le aseguro que salga elegido, pero que si embaucará uno que otro incauto y su reputación de generoso hombre público mejorara.