jueves, 30 de junio de 2011

LA CORRUPCION  NOS  CARCOME

Es un lugar común, hablar de combatir la corrupción. Es un discurso desde el que se hacen grandes promesas, pero que en la práctica los hechos son tan escasos, que la corrupción sigue su curso, rampante, ascendente y sin reparos. Esto no quiere decir que la corrupción deba continuar su camino y que lo único que se pueda hacer es encogerse de hombros. No, de ninguna manera.
La corrupción le repartió dinero a manos llenas a los hacendados poderosos, y para tapar el sol con un dedo, también a centenares de campesinos pobres. ¿Y, entonces, cuál fue el problema? Que si sumamos el dinero entregado a centenares de miles de trabajadores del campo, y lo comparamos con la cantidad entregada a unas pocas familias poderosas que laboran el agro, nos damos cuenta que se les dieron mucho a poquitos y poquito a muchos. La función del Estado no es ayudar a los que no necesitan sino, y especialmente, a los necesitados. Y si esta ayuda a los poderosos, se hizo para pagar favores por apoyos electorales, la cosa empeora. Es corrupción utilizar los dineros públicos, los dineros que se recogen de los impuestos que pagamos todos, para beneficiar a unos pocos, que además, no pasan necesidades.
Los hospitales están en crisis porque la salud se convirtió en un negocio para beneficiar a los grupitos que siempre ganan y perjudicar a las mayorías que siempre pierden. Muchos pobres se  mueren esperando atención en las puertas de los centros hospitalarios, mientras otros disfrutan de los dineros que se apropiaron y que convirtieron en lujosos hoteles, campos exclusivos de vacaciones y descanso… La corrupción no solo está en la salud, se ha descubierto en los trámites de las pensiones, en los negocios del ejército, la policía, la armada y la fuerza aérea;  en la justicia; en las ejecuciones viales, en las investigaciones judiciales y de seguridad, en los contratos de educación para entrega de dotaciones, refrigerios, salas de cómputo, construcción de aulas, polideportivos, bibliotecas, etc. Se ha detectado corrupción en los aeropuertos; en la entrega de licencias de importación y exportación; en el deporte; en las ayudas a los damnificados; en las entregas de subsidios de vivienda; en la compra de droga para enfermedades de alto costo; en las cárceles…
En la corrupción convergen muchos de los problemas de este país. Combatir la corrupción es más importante que cualquier otra de las dificultades que nos aquejan. Si acabamos la corrupción se generaría empleo digno y permanente. Se abrirían oportunidades para nosotros, para nuestros hijos y nietos; se construirían y dotarían hospitales, escuelas, colegios, bibliotecas y polideportivos. Las universidades públicas tendrían recursos para financiar  educación con calidad, cupos suficientes para los hijos de los pobres, investigación pertinente, laboratorios dotados, prácticas suficientes y oportunas. La vivienda de interés social sería eso, de verdadero interés social. El campo recibiría el apoyo que merece y necesita. Los pobres no se verían empujados a la delincuencia, al tráfico de estupefacientes, a la prostitución, al desempleo y la desesperanza.
La pasividad, la apatía y la complicidad permiten que este país, este departamento y esta ciudad se deterioren. La culpa no es sólo de los corruptos sino también de nosotros que los dejamos hacer, que los elegimos para que roben, de nosotros que cerramos los ojos para no ver lo que nos hacen.

jueves, 16 de junio de 2011

LA SALUD INTESTINAL
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Un intestino normal debe tener deposiciones de buena consistencia después de cada comida del día, por lo general, dos o tres veces. La deposición debe salir fácilmente, sin esfuerzos, sin dolor y sin tardanza. Con alimentación sana, las deposiciones casi no tienen olor. Cuando nuestra alimentación es demasiado rica en azúcares, harinas y proteínas, se modifica la flora bacteriana normal del intestino, favoreciendo el desarrollo de una flora de putrefacción que es patógena y agresiva para el organismo por las toxinas que produce y contiene.  Esto repercute en el estado general y si el organismo tiene enfermedades, las agrava, pues favorece la desorganización de varios sistemas, especialmente, el inmunitario. No tener deposiciones diarias es intoxicar gradualmente al organismo.

Estreñimiento es la evacuación retardada de materia fecal del intestino. La frecuencia se reduce a una vez diaria y en ocasiones cada dos o más días. La deposición es seca, dura,  de mal olor. Puede producir dolor al evacuar y necesitar esfuerzo. Un intestino si presenta problemas en el tránsito puede depositar desechos tapizando sus paredes. Según Irons: “Estos depósitos fecales pueden alcanzar de 7 a 9 mm de espesor y adquirir la consistencia de un neumático. Estos desechos le impedirían al organismo la absorción de vitaminas y sales minerales. Un problema intestinal crónico puede ser el origen de carencias nutricionales”.

El estreñimiento por el estancamiento de las heces irrita al colon, produciendo inflamación y espasmos. Además, la alimentación con exceso de harinas, azúcares refinados, preservantes químicos y carne de cerdo, el bajo consumo de agua, la mala masticación ligada a comidas apresuradas, son responsables de producir materias intestinales ricas en productos mal digeridos, que desarrollan flora bacteriana agresiva, que genera toxinas y gases nocivos. Una verdadera autointoxicación ocurre por el envenenamiento crónico debido a toxinas y gérmenes patógenos que proliferan en la materia intestinal estancada. 

El colon o intestino grueso es la última parte del intestino. Su principal función es reabsorber agua con el fin de concentrar las materias fecales mientras las conduce a su evacuación. Es un mecanismo de precisión asombroso. Para que la deposición tenga consistencia normal, es preciso reabsorber un 86% de agua. Si se reabsorbe el 88%, la deposición es demasiado dura, y con un 82% la materia fecal es muy fluida. El colon está recubierto por una delgadísima capa de unas 20 a 25 milésimas de milímetro de espesor. Detrás de este revestimiento se encuentran los capilares sanguíneos y linfáticos. Es decir, las heces en el intestino están separadas de la sangre de los capilares por una membrana muy fina y frágil, que se renueva cada dos días.

La gran mayoría de los enfermos que padecen enfermedades crónicas degenerativas, presentan problemas intestinales de varios años de duración, mucho antes que se descubriese su enfermedad. El principal síntoma es el estreñimiento crónico, que lleva a algunos a utilizar laxantes. Los laxantes estimulan las membranas del intestino, para obligarlas a funcionar,  irritación que debilita al colon, y puede volverlo dependiente de ellos.

Cuando la delgada membrana del intestino conserva su estructura normal, está protegido contra la reabsorción de microbios y toxinas, pero cuando nos alimentamos mal, esta delicada membrana se vuelve anormalmente porosa y deja pasar bacterias y venenos. Por eso es saludable recurrir a los lavados intestinales, operación sencilla, fácil y de mucha eficacia que explicaré en próximas columnas. 

lunes, 13 de junio de 2011

CIENCIA Y POLITICA
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La revolución científica vinculó el conocimiento del mundo al cambio permanente de la ciencia, la tecnología y la producción. Esta estrecha relación se ha venido haciendo más fuerte, modificando la vida cotidiana de las personas.

Estos avances se pueden caracterizar por la extensión y profundidad de los conocimientos actuales y las consecuencias que su aplicación tiene sobre la vida humana. Un importante avance es la capacidad de CREAR cosas. La ciencia pasó de la observación del mundo a la creación de un mundo. Los conocimientos de la física cuántica, que exploró las entrañas más íntimas de la materia y la energía, hicieron real  la creación de mundo en el laboratorio. Infortunadamente, así como se aprendió a crear mundo, también se aprendió cómo destruirlo con las bombas atómicas y  la tecnología para la guerra.

Las ciencias de la vida también tuvieron su impulso. La biología y las ciencias afines dejaron de ser observadoras y descriptoras del mundo vivo, y pasaron a ser ciencias que también crearon vida. Las biotecnologías y la biomedicina son su más espectacular demostración. El desarrollo de la cibernética, la microelectrónica y las ciencias de la información nos ha acercado a la creación de vida artificial, expresada en sistemas tecnológicos cada día más autónomos como la robótica y la inteligencia artificial. Con los nuevos instrumentos que se han creado, se ha emprendido la transformación de la materia y de la vida a gran escala y profundidad, creando verdaderas maravillas. Sin embargo, a la par  se  genera miseria, dolor, deterioro ambiental, sensación de vacío, de futilidad, soledad y desesperanza. ¿Qué ha ocurrido, que las maravillas prometidas se empequeñecen con las consecuencias no esperadas?

La ciencia y su saber ya no garantizan la certeza y seguridad de recorrer por las autopistas de la verdad, como se creía antes, sino sobre unas bases permanentes y crecientes de incertidumbre y azar.

Desde la modernidad, el conocimiento humano que producía la ciencia era investido del poder absoluto de ser verdadero, exacto y con la capacidad de predecir el futuro. El conocimiento científico desplazó a todo otro saber, hasta convertirse en representante único y legítimo del saber humano. Los saberes populares (incluyendo los métodos curativos y preventivos) quedaron reducidos, en el mejor de los casos, a conocimientos folclóricos, exóticos, de segundo nivel. La ciencia, que generó la creencia en que todo se podía conocer, predecir y manipular en beneficio humano, se enfrenta a un conjunto de  problemas, donde se destaca el deterioro ambiental, en el que la manipulación, el control, el conocimiento exacto y la predicción son, prácticamente imposibles.

Nuestra manera de conocer, que nos prometía seguridad y certezas está en crisis. Sus manifestaciones más significativas se evidencian en la estandarización de la vida humana y en la pérdida de la sociodiversidad, con estados sociales de homogeneidad y equilibrio. En términos de vida y sociedad, homogeneidad y equilibrio equivalen a muerte. Las manifestaciones espirituales de la crisis tienen que ver con inversiones valorativas en las que trabajo se reduce a empleo, el amor al sexo, la salud a la reparación de la enfermedad, calidad de vida al consumo, la vida familiar a su vida económica y la persona al individuo. Esta homogenización conduce al mayor empobrecimiento de la diversidad espiritual humana, a la exclusión y marginación del otro, de la otra y de lo otro. ¿Sabrán los políticos de qué hablan cuando prometen ciencia y tecnología? 

jueves, 2 de junio de 2011

LA GUERRA CONTRA LAS CONSULTAS

No había terminado la Registraduría de entregar los resultados de las últimas consultas municipales cuando ya tronaban voces haciendo registro del inconformismo con este procedimiento democrático. Que la abstención fue abrumadora; que una consulta es un gasto innecesario; que con ese dinero se podrían construir un número importante de colegios u hospitales o carreteras; que lo mejor es que se haga a la vieja usanza de reunir a los simpatizantes y escoger candidatos, etc.
No comparto ese inconformismo. Colombia acaba de celebrar doscientos años de vida republicana. Y este año se celebran los 20 años de promulgada la Constitución. En la carta Magna se estableció un nuevo tipo de democracia: la democracia participativa. Dicho de otra manera, Colombia, como tal, lleva el 90 por ciento de su vida independiente, bajo los designios de la democracia representativa, es decir, de la voluntad de unos pocos que se apropian la vocería de los demás y gobiernan a su amaño. La constitución establece que los ciudadanos, sin intermediarios, de manera directa, puedan hacer parte en la toma de decisiones. Pero un pueblo, al que no se le ha permitido participar, y de un momento a otro, se le abre la puerta de la participación, es apenas normal que desconfíe, que sea retrechero, incrédulo.
La primera consulta en Ibagué fue promovida por el Partido Liberal, para la escogencia de su candidato a la alcaldía. Ganó Rubén Darío Rodríguez con una magra votación y con un total de participantes alrededor de 15 mil. La segunda consulta, también del liberalismo, movió un poco más de cuarenta mil personas y escogió a Jesús María Botero. La consulta pasada, fue convocada por dos partidos, el liberal y el de Unidad Nacional, conocido como la U. Y llevó a las urnas unos 75 mil electores. Lo que quiere decir que el procedimiento poco a poco gana legitimidad y los ciudadanos aprenden a utilizarlo. Claro que a los que no les gusta la democracia, a los que les gusta decidir de manera autoritaria y sin consultar a nadie, les molesta este proceso y refunfuñan por los costos que representa este tipo de ejercicios democráticos.
Gastar en institucionalizar el país es y será bueno siempre. Que la ciudadanía aprenda a utilizar canales democráticos es mejor a que decidan por ella unos pocos, ya sea utilizando las armas o mecanismos de presión como el clientelismo, la corrupción y la politiquería. Los que se quejan de la abstención recurren a artimañas para justificar sus cuentas. Las consultas sólo se realizaron en 271 de los 1102 municipios de Colombia, en solo la cuarta parte del país. El 75 por ciento de los colombianos no votaron porque en sus municipios no había consulta. Luego comparar los resultados de la consulta con el total de ciudadanos aptos para votar es una argucia de mala calaña. Por otro lado, si únicamente votaban los miembros de unos partidos, la votación contada debería contrastarse con el caudal de militantes de esos partidos no con la totalidad de la población.
Las consultas son un mecanismo nuevo que tiene el encanto que le permite al ciudadano, al que nunca lo tienen en cuenta, decidir sobre quien debería ser su candidato. Es posible que aun tenga muchas fallas, pero la solución es depurarlas, mejorarlas, no acabarlas.