jueves, 10 de mayo de 2012


EGOISMO Y SOCIEDAD
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Dicen los investigadores que son tres los elementos que constituyen la filosofía de la sociedad actual: lucha por la seguridad, el mundo de la vanidad y el imperio del individualismo o del egoísmo. Los tres actúan entrelazados y los mass media se han encargado de mostrarlos de tal manera que no sentimos que vivimos inmersos en ellos. Es tal el avance de esta manera de pensar que muchos están convencidos que, en últimas instancia, lo más importante es salvarse cada uno. El orden social sería que uno esté bien sin importarle los demás.
Es la instalación del individualismo en el centro de la actividad social. Es convertir al egoísmo en la razón de ser de toda una sociedad. Por lo tanto, una sociedad no sería un conglomerado humano fuertemente interconectado por múltiples vínculos, sino una colección de individuos sueltos, aislados e independientes. Si a esto se le suma el espíritu de competencia de la época en la que lo importante es ganar a cualquier precio, la visión individualista gana todos los espacios.
Si, por ejemplo, la educación está sustentada en el espíritu de la competencia y del individualismo, las posibilidades del trabajo en grupo, del trabajo en equipo serán un simple discurso y no algo real y palpable. Si a cuatro o cinco individualistas se les reúne en un grupo, todo lo que harán es que cada uno reservará información para beneficio personal, que colaborará si eso le conviene individualmente, y la noción de equipo será un concepto vacío, sin fondo y sin arraigo. Igual ocurre cuando usted visita un profesional individualista, no importa si es especialista o no, lo primero que hará es extrañarse por la información que le dio otro colega, y se escandalizará por lo poco hábil del otro para reconocer los problemas que, aparentemente, son evidentes y obvios. Piensa que hablando mal del compañero de profesión, mejorará la confianza que usted pueda depositar en él.
Estos comportamientos no construyen solidaridad. Si acaso caridad, pero solidaridad nunca. Para construir un mundo solidario se debe trabajar por entender que todo lo que existe a nuestro alrededor, lo hizo alguien, que se le debe al esfuerzo y dedicación de otro u otros. Que si esos otros no existieran y no hubiesen hecho lo que hicieron, la vida nuestra sería casi imposible. Dicho en otros términos, se debe empezar a entender que somos lo que somos gracias a la existencia de los demás, que nos debemos a ellos, que dependemos de ellos y que creer que podemos sentirnos independientes e indiferentes frente a los demás, es una torpeza gigante que se paga con destrucción de la naturaleza, con soledad, angustia y depresión.
Ese egoísmo, tan caro al capitalismo, nos impide escuchar a los demás, nos genera desconfianzas, nos vuelve tramposos, apegados a las cosas y poco valoradores de las personas ni de sus virtudes. Los humanos llegamos a ser humanos gracias a la relación, al vínculo. Sin ellos seguiríamos sin lenguaje, sin cultura, sin sociedad, sin amor, sin familia, sin futuro. La relación sólo se da en el respeto, en la medida que dimensionamos al otro como un igual, como alguien tan válido e importante como uno.
De esa relación en el respeto, sin egoísmos, poco a poco va naciendo la solidaridad, que tanta falta le hace a esta sociedad…