sábado, 15 de septiembre de 2012



ERROR MEDICO

Un senador tolimense tramita un proyecto de ley en el que se impondría pena de 8 años de cárcel para el error médico. En la medicina, como  en todas las profesiones,  existen algunos colegas irresponsables que cometen actos que dejan mucho que desear.  Pero ellos son, la inmensa minoría. Miremos el tema.
Existe diferencia importante entre el error y la mentira. El que miente sabe desde un principio que está mintiendo. En el caso del error la cosa es diferente. El que comete un error no sabe que está equivocado. Cuando se equivoca está convencido que está obrando bien, que está en lo correcto. Solamente después de actuar, seguro de haberlo hecho bien, es que se da cuenta del error. Si desde un comienzo supiera que estaba obrando mal, sería un mentiroso y no un equivocado. El que se equivoca, se equivoca a posteriori. Todo error es de buena fe, de lo contrario es una mentira.
Por el sistema médico que opera en Colombia los profesionales  de la salud se ven obligados a prestar un mal servicio. Como para el sistema lo importante es la eficiencia: más servicios por menos recursos, se establecieron un mínimo de consultas por cada profesional (es lo que llaman cobertura), será más eficiente el que más consultas realice. También le preocupa al sistema la eficacia: menor tiempo para prestar el servicio, está reglamentado cuantos pacientes por hora se deben atender. Será más eficaz el que menos tiempo ocupe. En la práctica, esta dinámica presupone un mal servicio, que hay que prestar por volumen y a la carrera.
La lógica del sistema está centrada en la enfermedad, no en las personas. Para el sistema de salud no existen pacientes sino clientes o usuarios. Lo importante es la enfermedad y no los pacientes. Como el enfermo ya no es Juan o María sino su hígado o su estómago, el profesional se preocupa por el hígado o el estómago y no por Juan o María. Los pacientes fueron desarticulados en órganos enfermos y ya no son atendidos en su integralidad. Con los avances de la ciencia, se descubrió que, para seguir con el ejemplo, que la enfermedad no estaba en todo el hígado o estómago, sino en las células de ellos. Más adelante se descubrió que el problema no estaba en las células sino en el núcleo, la mitocondria o cualquier otro organelo celular. Ahora se habla de las moléculas, de los genes, de las nanopartículas. Ya Juan ni María importan. La medicina fue deshumanizada.
En un sistema de salud que fue diseñado como un negocio fundamentado en la enfermedad, si desaparece la enfermedad se pierde la esencia que produce ganancias. Por eso la prevención no recibe la atención que merece y menos la promoción de estilos de vida saludables. Para que sea negocio hay que gastar poco. Por eso clínicas y hospitales mantienen atestados de clientes que arrastran sus enfermedades mientras esperan que unos pocos profesionales los atiendan. A estos, mal pagados, con una carga de trabajo inmensa, obligados a atender pronto, a recetar poco y barato, a evitar remitir a especialistas o a solicitar exámenes de laboratorio costosos, ahora nuestro flamante senador les va a achacar al error médico la mala calidad. ¡Dios lo guarde en su seno! Pero bien guardado…