ERROR MEDICO
Un senador tolimense tramita un
proyecto de ley en el que se impondría pena de 8 años de cárcel para el error
médico. En la medicina, como en todas
las profesiones, existen algunos colegas
irresponsables que cometen actos que dejan mucho que desear. Pero ellos son, la inmensa minoría. Miremos el
tema.
Existe diferencia importante
entre el error y la mentira. El que miente sabe desde un principio que está
mintiendo. En el caso del error la cosa es diferente. El que comete un error no
sabe que está equivocado. Cuando se equivoca está convencido que está obrando
bien, que está en lo correcto. Solamente después de actuar, seguro de haberlo
hecho bien, es que se da cuenta del error. Si desde un comienzo supiera que
estaba obrando mal, sería un mentiroso y no un equivocado. El que se equivoca,
se equivoca a posteriori. Todo error es de buena fe, de lo contrario es una
mentira.
Por el sistema médico que opera
en Colombia los profesionales de la
salud se ven obligados a prestar un mal servicio. Como para el sistema lo
importante es la eficiencia: más servicios por menos recursos, se establecieron
un mínimo de consultas por cada profesional (es lo que llaman cobertura), será
más eficiente el que más consultas realice. También le preocupa al sistema la
eficacia: menor tiempo para prestar el servicio, está reglamentado cuantos
pacientes por hora se deben atender. Será más eficaz el que menos tiempo ocupe.
En la práctica, esta dinámica presupone un mal servicio, que hay que prestar
por volumen y a la carrera.
La lógica del sistema está
centrada en la enfermedad, no en las personas. Para el sistema de salud no
existen pacientes sino clientes o usuarios. Lo importante es la enfermedad y no
los pacientes. Como el enfermo ya no es Juan o María sino su hígado o su
estómago, el profesional se preocupa por el hígado o el estómago y no por Juan
o María. Los pacientes fueron desarticulados en órganos enfermos y ya no son
atendidos en su integralidad. Con los avances de la ciencia, se descubrió que,
para seguir con el ejemplo, que la enfermedad no estaba en todo el hígado o
estómago, sino en las células de ellos. Más adelante se descubrió que el
problema no estaba en las células sino en el núcleo, la mitocondria o cualquier
otro organelo celular. Ahora se habla de las moléculas, de los genes, de las
nanopartículas. Ya Juan ni María importan. La medicina fue deshumanizada.
En un sistema de salud que fue
diseñado como un negocio fundamentado en la enfermedad, si desaparece la
enfermedad se pierde la esencia que produce ganancias. Por eso la prevención no
recibe la atención que merece y menos la promoción de estilos de vida
saludables. Para que sea negocio hay que gastar poco. Por eso clínicas y
hospitales mantienen atestados de clientes que arrastran sus enfermedades
mientras esperan que unos pocos profesionales los atiendan. A estos, mal
pagados, con una carga de trabajo inmensa, obligados a atender pronto, a
recetar poco y barato, a evitar remitir a especialistas o a solicitar exámenes
de laboratorio costosos, ahora nuestro flamante senador les va a achacar al
error médico la mala calidad. ¡Dios lo guarde en su seno! Pero bien guardado…