jueves, 7 de octubre de 2010

YO CREO EN LA HONRADEZ DE SERGIO FAJARDO
Sergio Fajardo Valderrama
En el país existe un organismo que muchos colombianos no saben cuál es su función. Me refiero al Concejo Nacional Electoral (CNE). Según lo manda la constitución en su artículo 265 se encarga de la suprema inspección y vigilancia de la organización electoral. Él debe decidir el momento en que se realizan procesos electorales. Además, vigila los partidos políticos, su publicidad y mercadeo político, las encuestas y sondeos, vela por  las minorías, la participación ciudadana y la financiación de campañas. Otra función es, luego de elecciones, verificar el conteo de votos y determinar los partidos y candidatos que salgan ganadores, así como su acreditación respectiva.
Son incontables los ciudadanos que se extrañan sobre la significación de este organismo. Alguien que siga de cerca una elección se dará cuenta de las trapisondas que se plasman en los libros de cuentas de las campañas, que este organismo no ve, o se hace el que no ve. La ley fija topes para los gastos de una campaña, pero cualquiera se da cuenta que ese límite, prácticamente, nadie lo respeta. Los libros de cuentas, cuidadosamente maquillados, están dentro de los topes. Si uno averigua cómo hizo un candidato al senado, que por cada municipio del departamento tenía, mínimo tres vallas publicitarias, más las que puso en la capital, más los pagos de propaganda radial y escrita, más los impresos a todo color y en fino papel, pago de transporte en helicóptero o avioneta, refrigerios, lechonas, almuerzos y demás por cada reunión proselitista, los arriendos, pagos de servicios públicos, más los costos del personal de planta, entenderá entonces, que el tal CNE, sirve para los mismo que sirven los lunares alrededor del ano…
Ni que hablar de su eficiencia para entregar a última hora resultados definitivos de las elecciones, de su origen eminentemente político y demás perlas.
En cumplimiento de sus obligaciones el Partido Verde, presentó al Fondo Nacional de Campañas sus libros de cuentas, buscando se autorizara la reposición de dineros por gastos  ocasionados en la contienda electoral. El CNE debe vigilar la pertinencia o no, de la reposición de dineros. Pues bien, la semana pasada, en una determinación que recibió toda la publicidad del caso, dos miembros de dicho CNE, los doctores Vives y Plata, arrogándose toda la vocería, decidieron a través de un documento público que Sergio Fajardo y de contera Antanás Mockus, eran los modelos de corrupción y politiquería de este país.
Sergio Fajardo ha demostrado con su vida transparente, con su manejo diáfano de los recursos públicos, que es enemigo de la corrupción, como algo real y no como una cháchara para engatusar incautos o recolectar votos. El CNE no tuvo que contratar los sabuesos de la inteligencia del Estado, tampoco chuzar comunicaciones, pagar delaciones o felonías, fue el Partido verde en acto de honradez y limpieza quien presentó sus cuentas. En ellas figura un pago de dineros entregados a Fajardo, para que sufragara sus gastos durante la justa presidencial. También figura un pago por la entrega de bases de datos, información sectorial, trabajo programático y documentos académicos sobre la realidad colombiana elaborados por los partidarios de Compromiso Ciudadano. ¿Dónde está la corrupción? ¿Dónde la politiquería? ¿No será, más bien, mala leche de algunos en el CNE?