jueves, 30 de septiembre de 2010

MOVILIDAD SOCIAL, INSEGURIDAD Y DELINCUENCIA
La movilidad social es el término usado para mostrar el papel de la educación en la sociedad. Consiste en que, gracias al proceso educativo, un ser humano cualquiera puede ascender en la escala social y mejorar sus condiciones de vida y las de su familia. Es decir, una familia de bajos recursos, se esfuerza y hace sacrificios para que sus hijos estudien y así puedan mejorar en la escala social. Como quien dice: “para que sean algo en la vida.”
La movilidad social ha sido el motor que ha permitido a la sociedad no pensar en las diferencias sociales, creer que la educación la sacará de la pobreza y que con esfuerzo todo se puede. Sin embargo, la realidad nos muestra que la movilidad social no está funcionando como se debe, es más, se podría decir que está atorada, por no decir que inoperante.
Existe un gran desgano entre los jóvenes por estudiar. Estoy convencido que no es pereza como aducen algunos. Cupos escolares abundan, a diferencia de antaño donde las colas eran interminables para que los pobres pudieran obtener un cupo para sus hijos en una institución educativa. Muchos municipios han adoptado la gratuidad educativa y ni así se completan los cupos en los colegios y escuelas. ¿Qué está ocurriendo entonces? ¿Por qué están desertando los jóvenes y están abandonando las aulas escolares? Este no es un problema sólo en primaria o bachillerato, en la universidad también sucede.
Esta es una sociedad que sólo reconoce a los que tienen capacidad para consumir, los demás son excluidos. Lo que importa para consumir es la capacidad de pago, o por lo menos de endeudamiento. Vale decir, que la inclusión social está determinada por el dinero. Socialmente el que posea dinero es reconocido, respetado, visible, deseable y deseado. La politiquería es una talanquera para la movilidad social. Ella promueve a sus amigos, a los que se someten a su égida, los demás son desplazados. A los altos puestos del Estado no se llega por méritos, sino por recomendación, por amiguismo, por compadrazgo, por nepotismo. Incluso en el sector privado, una recomendación de un político pesa y se tiene en cuenta.
Los jóvenes se dan cuenta que su futuro está complicado, que estudiar no basta. Que terminar una carrera, puede ser con honores, no importa, pues el desempleo está más cerca que lejano. Las puertas se cierran. La sociedad sigue ostentando lujos mostrados a granel por TV, revistas, Internet y demás medios, para los que los pueden pagar. Cerradas las puertas de la movilidad se abren las de la ilegalidad y del dinero fácil. El hurto, el atraco, el fleteo, la pornografía infantil y juvenil, la prostitución temprana, el sicariato, las bandas delincuenciales, el tráfico de drogas, la trata de personas, la drogadicción, el suicidio, son puertas desesperadas para una juventud que aunque quiera no puede.
La politiquería tiene una gran responsabilidad porque ella ha manejado el país, cerrando las puertas de la movilidad social y abriendo el camino de los atajos y de la ilegalidad. También los poderosos, que indiferentes aumentan sus cuentas corrientes mientras contribuyen a crecer la deuda social con los más desfavorecidos y los empujan al delito. Entonces, la seguridad ciudadana es un asunto social, no un simple caso de policía y represión. Entienda señor alcalde.