La reciente movilización
ciudadana y de medios de comunicación en torno a los manuales de convivencia
escolar ha desatado todo tipo de análisis y puntos de vista, tanto nacionales
como internacionales, que valen la pena ser destacados. Veamos:
1.
El impresionante poder movilizador de las
iglesias. En pocos días, sin necesidad de acudir a derroches de dinero, sin pagar
buses ni publicidad, lograron grandes concentraciones de ciudadanos en las más
importantes ciudades.
2.
Se demostró que las bajas tasas de lectura en
Colombia son reales. En general la gente no lee, actúa por lo que le dicen y
cree ciegamente lo que le predican. Muchos no habían leído los manuales ni
conocían las normas contra las que protestaban. La mayoría desconoce que el
estado debe garantizar los derechos de todos. Incluyendo los derechos de las
minorías, porque los derechos de las mayorías no pueden negar los de los grupos
minoritarios como indígenas, negros, discapacitados, o con orientación sexual
diferente. Estos desconocimientos e ignorancias favorecen la manipulación y el
engaño.
3.
Colombia es un país moderno, culto, tolerante,
respetuoso de los derechos humanos, incluyente y que anhela la paz. Pero en el
papel. En la práctica, no se respetan las ideas de los demás, se quieren
imponer, si es del caso a la brava, los puntos de vista de los que se sienten
mayoría. Y la paz que en el fondo se quiere, es la de acabar o invisibilizar a
los contradictores y dejar vivos o visibles sólo a los que piensan igual a uno.
Es la paz de los cementerios…
4.
La mentira, el engaño y las verdades a medias
fueron grandes protagonistas en las marchas y concentraciones: la ministra
expresó verdades a medias cuando dijo que las cartillas sobre orientación
sexual no existían o cuando se refirió a la participación de Colombia Diversa
en el proceso. Por las redes sociales circularon cartillas falsas que fueron
suplantadas por literatura porno homosexual de Bélgica. Mintieron quienes
acusaron al ministerio de educación de querer imponer ideologías de género, que
entre otras cosas no existen. El tema de la identidad sexual en la escuela se
viene tratando con cartillas publicadas también en anteriores gobiernos y con
múltiples procesos de socialización.
5.
Los manuales de convivencia deben ser hechos por
los padres de familia, los docentes, las directivas académicas y los
estudiantes. Se deben actualizar cada año por la comunidad educativa. Las
instituciones educativas son autónomas. El ministerio de educación debe vigilar
que estos pactos, que estos acuerdos que son los manuales, se realicen respetando
los derechos y acatando la ley, en el marco de la autonomía de las
instituciones educativas. Hay manuales que se hicieron o se mandaron a hacer en
1994 y desde esa época no se revisan. Y los padres de familia, docentes y
estudiantes o por desconocimiento de sus derechos o por indiferencia, no
participan en su construcción.
6.
El tema de la educación al fin se tomó la
tribuna pública. Pero como siempre, para el manejo politiquero no para nada
bueno. No ha existido un debate amplio y serio en torno a una educación
pertinente y de calidad, menos sobre educación sexual, inclusión, embarazo
adolescente, sobre el consumo de sustancias sicoactivas en la escuela o la
violencia creciente en el ambiente escolar.
Muchos de nuestros estudiantes salen mal preparados de
su bachillerato y no pueden acceder a un cupo en la educación superior. ¿Por
qué los padres de familia que se movilizaron en días pasados gritando que
exigen respetar su derecho a educar a sus hijos, nunca van a las escuelas de
padres de sus colegios, tampoco participan en las actualizaciones de los manuales
de convivencia ni exigen que de verdad se hagan cada año, ni protestan cuando
la educación colombiana se raja en las evaluaciones internacionales o cuando
las pruebas SABER demuestran la muy baja calidad de nuestra educación? Tampoco
salen a las calles a protestar por la violencia creciente en las instituciones
educativas. Nunca he visto protestas por la baja calidad en la enseñanza de la
física, las matemáticas o las ciencias sociales. Al contrario, algunos dan
espectáculos grotescos como los que se presentaron en la final de futbol sala
entre dos colegios de Ibagué, donde los padres se trenzaron a puños e improperios
por el resultado final del encuentro deportivo de sus hijos.
Si la educación realmente importa tanto, ¿por qué es
tratada tan mal y no hay movilizaciones masivas de padres, políticos y
ciudadanos de a pie para defenderla, fortalecerla y financiarla adecuadamente?
Una educación de calidad pasa por la calidad de los maestros. ¿Por qué no hay
las grandes protestas ciudadanas y de las iglesias por lo mal pagos que están
nuestros maestros, por las pocas oportunidades para cualificarse y los escasos
estímulos que se ofrecen?
Muchos de los políticos que vimos en las marchas han
sido actores principales en la corrupción que se ha saqueado las arcas de la
educación pública. Algunos padres de familia, no todos, han hecho negocios
turbios con narcotraficantes y corruptos que hoy tienen a la juventud acorralada
por la droga y el delito, pero hablan y exigen combatir la drogadicción en la
escuela. Muchos padres separados, con hogares paralelos y con hijos
abandonados, gritaban en defensa de la familia tradicional pero no de la
calidad de la enseñanza. Una senadora, con un hijo homosexual declarado, casada
por la iglesia, separada y en unión libre con un ex guerrillero levanta la
bandera de la moral y del concepto tradicional de familia. ¡Realmente este es
un país de mojigatos! Se deben hablar y discutir sin miedos ni presiones todos
los temas de la sociedad.
¿No creen que en este debate hay más politiquería,
intereses personales y de grupo, de apariencias y vanidades que verdadero
interés por una educación con calidad, por la familia y las buenas costumbres?