jueves, 9 de diciembre de 2010

POR UNA SOCIEDAD 
MATRÍSTICA Y NO PATRIARCAL
Por: AGUSTIN RICARDO ANGARITA LEZAMA
Hace una semana escribí sobre lo patriarcal, cultura que valora la guerra, la competencia, la lucha, las jerarquías, la autoridad, la apropiación de los recursos, el crecimiento como visión del desarrollo, el control, la dominación, el poder. Hoy quisiera contrastarlo con otra alternativa de vida, con otra cultura: lo matrístico.
En el patriarcado no se terminan las posibilidades del ser humano. Existe algo más que el mundo del egoísmo y del individualismo capitalista. Lo matrístico es el mundo del respeto, del reconocimiento, de la aceptación, del afecto. No es el mundo de la competencia que caracteriza lo patriarcal, sino el mundo de la cooperación,  colaboración y solidaridad. En la cultura matrística hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, y tenemos diferencias biológicas, pero no diferencias sociales. En una sociedad matrística, por ejemplo, los quehaceres del hogar como lavar loza, tender camas, barrer y trapear, hacer de comer, son asuntos de los que viven en la casa y no solo de la esposa o las hijas como cree la sociedad patriarcal.
El patriarcado no es un asunto meramente masculino. Hombres y mujeres podemos tener características patriarcales, como también, ambos podemos llegar a ser matrísticos. Creo, como lo enseña la biología, que somos seres dependientes, que necesitamos del prójimo para poder sobrevivir. Dependemos de la naturaleza, no podemos vivir sin ella. Por lo tanto, todo lo que le pase al otro, a la otra o a la naturaleza nos toca, nos debe interesar, nos debe preocupar. El mundo de la indiferencia, la apatía, del egoísmo, se puede superar si entendemos que la vida es dependencia, autonomía, respeto, solidaridad, afecto, cooperación, amor.
Se puede hacer realidad un mundo donde no sean el odio, la envidia, el individualismo, la soledad y la indiferencia los que brillen. No debemos seguir alimentando la violencia, la miseria, el olvido, la tristeza, la discriminación y el deterioro de la naturaleza.
La cultura matrística está fundamentada en el respeto por el prójimo. Entiende que cada ser humano tiene una capacidad de conocer y de comprender el mundo que es distinta en cada uno. Si cada ser humano tiene una forma de conocer diferente, si lo que ve el uno no es siempre igual a lo que ve el otro, entonces la convivencia, lo social, la sociedad, tiene que basarse en el respeto, no en la imposición de la obediencia y la uniformidad. Si todos entendemos el mundo de manera distinta, se necesitaría construir un espacio de encuentro, de respeto, de reconocimiento, de legitimidad, para ponernos de acuerdo, para construir una realidad que sea común a los que deseamos vivir juntos. Este espacio de la relación, de la interacción y del encuentro es la cultura matrística.
¿Será una utopía lo que propongo? A Eduardo Galeano, cuando le preguntaron para qué sirve una utopía, dijo: “La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para  eso sirve: para caminar.” Invito a caminar el sendero del respeto, de los derechos humanos, de la convivencia en paz, y a seguir trabajando y caminando juntos. Es cierto que no hay camino, pero lo haremos al andar…