jueves, 30 de diciembre de 2010

ENFERMEDAD DE HUBRIS
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de describir una nueva enfermedad. Lo nuevo es la descripción no el mal, pues este existe desde hace muchos años. Es una enfermedad que da más en hombres que en mujeres, pero se ha notado un incremento progresivo en ellas, por lo que se teme que lleguen a igualar las cifras de los varones. Se presenta sólo en mayores de edad y con más alta incidencia en personas de más de 40 años. Los más atacados son personas que gobiernan, que dirigen, tanto en el sector público como en el privado. Los que sufren con más rigor los embates de la enfermedad son los que llevan varios años en el poder y con deterioro progresivo de la inteligencia.
La enfermedad la han bautizado Hubris y a los enfermos húbricos. El nombre proviene de la palabra griega Hybris que quiere decir orgullo, presunción, arrogancia. Los pacientes que sufren de este mal se alejan poco a poco de la realidad. Es como si vivieran entre una burbuja que los aislara de lo que ocurre y les hiciera ver una realidad diferente y distorsionada. Estos enfermos no escuchan prácticamente a nadie y se encierran en sus pensamientos e ideas. A medida que empeoran, se sienten infalibles, que todo lo saben, que todo lo tenían previsto y que son insustituibles.
Un enfermo húbrico tiene exagerada confianza en sí mismo, alimentada por su estrecho círculo de alabadores que aprovechan la incultura y daño de la inteligencia del paciente. Sus oídos se hacen sordos ante cualquier consejo y su sistema nervioso se irrita sobremanera cuando se le critica. Se han descrito casos de reacciones paranoides ante cualquier crítica, con sensaciones de destrucción contra los detractores, aflorando amenazas de muerte, lenguaje soez, desarticulado y balbuceante. Sufren de sed insaciable por los elogios y mientras más exagerados mejor. Deliran por las alabanzas, condecoraciones, homenajes y todo tipo de exaltaciones. Están dispuestos a financiarlas si es del caso. Su lenguaje se va haciendo progresivamente pausado, celestial, casi divino…
Los casos más severos de la enfermedad de Hubris, sufren de delirio por el poder. Quieren eternizarse. ¡Cómo no hacerlo si se creen insustituibles! Cuando no pueden hacerlo directamente, buscan retener su poder en cuerpo ajeno, poniendo candidato propio para la sucesión. Este personaje debe reunir algunas características: ser dócil, obediente, sumiso y leal como los cánidos.
Lo que no está del todo claro es si el afán por eternizarse en el poder tiene que ver con la urgencia de que no se destapen ollas podridas cuidadosamente escondidas, o con la escasez del tiempo para consolidar la fortuna soñada, o con la necesidad de sumar más errores a la larga lista, pero que son vistos como aciertos al creerse casi dioses.   
Aunque los investigadores de la OMS trabajan en la creación de una vacuna, está enfermedad crece sin control. Los tratamientos son difíciles por lo escasos y costosos. Se necesitarían equipos de gobierno preparados, que no sean ingenuos, que sean críticos, que tengan elementos de juicio propios para hacer ver las realidades, que no sean proveedores de lisonjas y ditirambos, que sean honrados y con compromiso social. Además, una ciudadanía actuante, vigilante, veedora, exigidora de cuentas. ¿Conoce usted un enfermo Húbrico?
P.D. Feliz Año Nuevo para todos y todas.