viernes, 11 de febrero de 2011

¿UN GERENTE O UN POLÍTICO PARA LA 
GOBERNACIÓN DEL TOLIMA? 
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Para un conocedor esta pregunta estaría fuera de lugar. Pero la manera como la clase política quiere  manejar la elección del próximo gobernador, le da importancia y obliga a reflexionar  este tema. La ola privatizadora de lo público ha querido vender la idea, bastante maléfica por  cierto, que el Estado, como máxima expresión de lo público, es un mal administrador y que en cambio, el sector privado administra con eficiencia, transparencia, agilidad y eficacia. Como corolario, se pretende entender al Estado como una empresa y que  debe estar gobernado por gerentes, por técnicos y no por políticos.
Lo primero a aclarar es que una cosa es la política y otra muy distinta la politiquería. Una cosa es gobernar con responsabilidad y sentido social (que es la política), y otra diferente, gobernar para beneficio personal y de los amigos, con la corrupción como bandera y de espaldas a las responsabilidades sociales (que es la politiquería).
Otro asunto es dilucidar que una cosa es el Estado y otra muy distinta la empresa.  Esta se constituye para obtener beneficios particulares, para optimizar los recursos de sus dueños, para maximizar la rentabilidad y, si se puede, ofrecer dividendos sociales. En una empresa lo central es la ganancia de sus socios, no el beneficio social. Si la empresa da ganancias para los socios y beneficio social, que bueno, pero si sólo da ganancias para los socios y nada para la gente, de malas la gente, pero la empresa cumplió con su papel.
El Estado se creó para organizar la vida en sociedad y para beneficiar sus asociados. Su rentabilidad debe ser social, no meramente particular. El Estado ha sido capturado por las mafias de politiqueros, corruptos, paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes. Su función social ha sido reemplazada por el beneficio de los que lo han capturado. 
Es innegable que la clase politiquera y corrupta ha dilapidado los recursos del Estado y no ha permitido que este cumpla con su responsabilidad con la sociedad. Pero esa no puede ser razón suficiente para que los dueños de las empresas, y los formados en la lógica empresarial y mercantil, crean que ellos, por ser exitosos en sus negocios, están preparados para gobernar.  Se equivocan de cabo a rabo. Aquí tenemos casos donde el error lo pagamos todos. Una exitosa y capaz académica proveniente del sector privado, muy reconocida y respetada por los gremios económicos y empresariales, llegó a gobernar la ciudad con criterio gerencial, y fracasó, como era de esperar. Igual le sucedió a un importante empresario que ocupó la gobernación durante un corto periodo. En Cundinamarca eligieron un empresario como gobernador y terminó no sólo en la cárcel, sino conduciendo a la región por el despeñadero.
Se necesitan políticos capaces, preparados, serios, responsables, con capacidad gerencial si se quiere, pero políticos. La política es un arte, una ciencia y un oficio. Se requieren las tres, no solo una. Un técnico, un gerente o un empresario, saben mucho de su oficio, pero no de política, y si bien es cierto que eso se aprende, no podemos elegir a alguien para que aprenda mientras gobierna, porque los damnificados seríamos todos. El Tolima necesita un político con ideas gerenciales, no un gerente con idea de la política.