jueves, 17 de febrero de 2011

DOBLE MORAL Y RELIGION
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
La mayoría de los colombianos son católicos, pero sólo muy pocos conducen sus vidas de acuerdo con esos preceptos religiosos. Por ser bautizados se dicen católicos, pero si su pertenencia a esa comunidad se midiera por la regularidad con que practican las principales formas de culto, su número disminuiría notablemente y tendería a reducirse aún más si se considera el conocimiento y puesta en práctica de la doctrina, así como  la capacidad de proclamar los enunciados de su fe. Si se toma como medida el apego a los principios éticos de la religión practicados en la vida cotidiana, el número de católicos se reduciría bastante más y probablemente no quedarían incluidos muchos clérigos que hoy día visten los distintivos de quienes, se supone, entregan su vida a la causa de Dios.

Para muchos el sentimiento religioso, más que por la convicción de la fe, estaría movido por el cumplimiento de ritos, que se ejecutarían sin profesar estrictamente la fe. Se constituiría un sentimiento religioso y moral superficial, dogmático, tradicionalista y formal. Dice Guillermo Melguizo, ex secretario de la Conferencia Episcopal, que los católicos realmente comprometidos son mucho menos que los que figuran en las estadísticas... por lo que habría un abismo muy grande entre la fe y el comportamiento.

Esto ha contribuido a la crisis moral que contamina todas las esferas de la vida pública y privada. Se ha aprendido a justificar fracasos y errores como si fueran designios divinos, diluyendo la responsabilidad en expresiones “mi Dios sabe como hace sus cosas...”  consolidando la imagen mental que ante todo lo que sucede, es Dios el único responsable -asumiendo a Dios como fatalidad- y no la determinación y voluntad de hombres y mujeres. Por lo tanto, se suprime el compromiso y responsabilidad que todos deben tener frente a sus propios actos. Cuando un proyecto fracasa no ocurriría por los errores e imprevisiones de los que lo ejecutan sino porque “Dios no quiso; porque son cosas del destino; o porque él los tiene destinados para otras cosas.” Olímpica forma de eludir responsabilidades pasando culpas a terceros, en este caso a la divina providencia, al destino, o al azar.

Algunos piensan que cualquier acto delincuencial o criminal se puede eximir de responsabilidad mediante el ritual de la confesión o el arrepentimiento ante el tribunal de Dios, quedando libre de responder ante la sociedad. Es imperativo separar lo que tiene que ver con las creencias religiosas, de lo que concierne a la conciencia y los actos morales de los individuos que conforman una sociedad. La religión no puede seguirse argumentando como un esguince o pretexto para violar las leyes y normas humanas que organizan y rigen la sociedad. Todo esto es el soporte de la doble moral: ante los ojos de la iglesia se pregona honestidad, probidad y justicia, pero en la práctica social, es la corrupción, el culto al dinero, la simulación y el lucro personal lo único que importa.

Para superar esta crisis de valores, los individuos no pueden seguirse escudando en el perdón y la redención de la religión para violar, con Dios pero sin ley, las relaciones morales de convivencia, de mantenimiento y respeto por la vida y  la dignidad humana, indispensables para la supervivencia de la sociedad. A Dios lo que es de Dios y a los humanos lo que les compete