jueves, 3 de febrero de 2011

PROGRESO Y MINERÍA RESPONSABLE

El progreso del país llegará a bordo de cinco locomotoras guiadas por el gobierno actual. Pero una en las que están fijadas la mayor de las esperanzas es la locomotora minera. El doctor Santos, ha sido claro al enfatizar que la minería debe ser un proyecto sostenible y responsable con el ambiente. Revisemos con cuidado esta propuesta.
La minería sostenible no existe. Por definición la minería agota, tarde o temprano, el yacimiento que explota. Como el recurso no se renueva, se inventaron un sistema de compensación, para que el municipio donde se explote un recurso minero, resarza los daños irreparables que le ocasiona la minería. Esta es la esencia de las regalías, nombre a todas luces impropio, porque no le regalan nada a un municipio, simplemente le indemnizan por los daños que le quedarán. Entonces la minería no es ni será sostenible.
En teoría la minería puede ser responsable. Si para obtener un material de un yacimiento, se deben causar impactos ambientales, los dueños del proyecto minero deberán realizar acciones que mitiguen el impacto. Además, el gobierno deberá estar vigilante para que las concesiones mineras que haya entregado cumplan a cabalidad las responsabilidades asumidas. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica.
Los dos recientes sucesos donde casi una treintena de mineros  perdieron la vida en dos minas de carbón, una de ellas anteriormente cerrada y sancionada y donde ya habían muerto otras personas, nos pone a pensar en el cuento de la minería responsable. Los dueños de las minas buscan lucrarse al máximo, gastando lo mínimo. Lucrarse al máximo es poner tres turnos en la mina lo que dificulta la evacuación adecuada de gases tóxicos y/o explosivos, es comprar materiales protectores de baja calidad, y estar presto a entregar coimas para burlar las normas y evadir posibles sanciones. En teoría los dueños de las minas podrían ser personas responsables, pero en la práctica…
El Gobierno reconoce que no dispone de personal suficiente para atender las 6.000 minas de carbón del país. A sabiendas que sólo 3000 son legales, tiene menos de 20 funcionarios para controlar el funcionamiento de ellas. ¿Y las minas de oro, de plata, de cobre, de feldespato, de coltán, etc. con qué personal las vigila? En otras palabras, los señores de la mina no asumen la responsabilidad que les corresponde, y el Estado no tiene cómo meterlos en cintura. Esto quiere decir que no tenemos la capacidad instalada para vigilar y controlar la responsabilidad de los dueños de las minas, y, por lo que ha sucedido, no podríamos estar seguros de la responsabilidad de estas ilustres personas. Entonces, podemos concluir que hablar hoy de minería responsable en Colombia, es un soberano embuste, una charada, una engañifa…
¿Pero qué hacer si una de las locomotoras del progreso es la minería? Hay varias posibilidades. Una exigir al gobierno, que fue elegido por voluntad popular y para servirle a esa voluntad, que no sea irresponsable, que frene esta locomotora que marcha sin control. Otra, movilizarnos de manera masiva para sensibilizar a mucha gente sobre los peligros que nos acechan si esta locomotora sigue rauda como hasta ahora, y presionar para que la detengan. O la más fácil, ponernos a rezar y esperar que la divina providencia con un rayo justiciero la descarrile y nos salve de la catástrofe.