jueves, 25 de noviembre de 2010

MEMORIA Y NATURALEZA
Por: AGUSTIN ANGARITA LEZAMA
Hace días hablábamos del ladrón de los recuerdos, ese pícaro que nos roba la memoria sumiéndonos en el mundo oscuro y denso del olvido. No sólo el Alzahimer tiene que ver con el olvido. Los seres humanos, como mecanismo defensivo,  como una manera para poder vivir, olvidamos muchas cosas, sobre todo los episodios más dolorosos y dañinos. Es curioso, pero cuando se charla con un enfermo de Alzahimer, su memoria ha perdido muchos recuerdos, sobre todo los más recientes, pero siempre retiene y recuerda los mejores sucesos, las mejores remembranzas de su pasado. Quiere decir, que lo último que se pierde son los mejores recuerdos, esos que se han guardado con celo y cariño.
La naturaleza se comporta distinto a los humanos. Su memoria nunca olvida. Todo lo recuerda. Además, ella no funciona por pedazos, por partes, desarticulada. En la naturaleza el motor de la vida es el vínculo. Nada ocurre de forma aislada, todo se relaciona con todo y lo que ocurre en un lugar se refleja y repercute en todo el sistema. Todo está vinculado.
Si los humanos deciden alterar la naturaleza, impulsados por la creencia que todo lo pueden controlar, dominar y   manipular, ella recordará para siempre lo que le hicieron. Si se desvía un río, o se canaliza o entuba una quebrada, el río y la quebrada nunca olvidaran su cauce originario. Por ejemplo, los humedales son terrenos que le permiten a los ríos compensar sus cambios de caudal. Son tierras inundables que hacen parte sistémica del río. Pero los politiqueros y traficantes de ilusiones, las utilizan para hacer urbanizaciones, autopistas o ensanchar fincas y haciendas. Son terrenos que pertenecen al río y que los humanos creen que se los pueden quitar sin que él proteste. Están equivocados. El río recuerda y retoma sus terrenos, por eso los inunda cuando los necesita. El río no entiende de viviendas construidas en sus terrenos, no entiende de ganado pastando en sus terrenos, tampoco de carreteras, puentes, bibliotecas, cultivos ni fincas usurpando lo que es suyo. La lluvia no entiende de terrenos desestabilizados por cultivos, por carreteras o actos humanos. La tierra desacomodada simplemente se acomoda.
En Colombia pasamos de la sequía a las inundaciones. Cada año son millones los damnificados que miran con desconcierto a los ríos, las montañas y quebradas. Los tratan de traicioneros, agresivos o inclementes, como si ellos tuvieran la culpa. El gobierno que no entiende la naturaleza y sólo le preocupa lo inmediato, y mostrar resultados a cualquier costo, ente las inundaciones, los deslizamientos, los incendios forestales, los terremotos, etc., dice ridiculeces como esta: “Todo está bajo control” y sale a pedir limosna para atender a las víctimas, que él por su negligencia y estulticia, les ha permitido habitar donde no se debe, sembrar donde no toca y hacer cosas que no se deberían ejecutar.
No podemos seguir pensando que la naturaleza olvida y que tenemos permiso para hacerle todo tipo de tropelías sin ninguna consecuencia. Ella recuerda, ella no olvida y somos los humanos, los animales domesticados por los humanos, las plantas y árboles sembrados por los humanos y las construcciones y bienes humanos los que pagamos por la imprudencia. Por eso se dice que los desastres no son naturales, son sociales. La sociedad actúa, la naturaleza simplemente no olvida…